(AUNO-Tercer Sector*) La expectativa de los chicos por verse en la gran pantalla y mostrar el trabajo realizado durante todo el año era grande. “Nos dividimos en dos grupos para hacer el vestuario”, explicó como pudo Cecilia, una muy vergonzosa nena de nueve años frente a la intimidante audiencia.
Fue el preludio al cortometraje “Una extraña amistad”, realizado por el grupo de niños de 9 a 12 años del turno mañana. La historia es un relato fantástico sobre la relación de un chico y un duende. “Yo hice de Naomi y también participé del guión”, le confesó orgullosa al cronista Luciana, de 12 años, que enseguida aclaró que “todos participamos”. Esta jovencísima actriz y escritora hace seis meses que concurre a la Casa y se muestra feliz con su oficio. “Empecé a venir porque en el colegio me decían que era divertido. El año que viene quiero hacer lo mismo que hice ahora porque estuvo recopado”, contó entusiasmada a AUNO-Tercer Sector. Es la única de una familia de siete hermanos que concurre al lugar.
Más adelante las “Diapoesías adolescentes” se hicieron presentes en la pantalla. Se trató de una producción fotográfica acompañada por fragmentos de poemas de los chicos del grupo de 13 a 15 años del turno tarde. Las fotos fueron una recorrida por ese período de la vida en que el amor despierta por primera vez dentro de una etapa de cambios permanentes. “Aunque la historia se empeña en robarles el porvenir, los jóvenes siguen construyendo para tener un futuro, un presente de sueños y rebeldía”, cerraba la muestra como un manifiesto juvenil. Una postal de vida que se recorta de un horizonte sin perspectivas.
Dalma tiene 17 años y muchos nervios. “Soy parte del grupo mayor que tiene a los chicos de 15 a 18 años del turno vespertino. Estamos trabajando en un proyecto de un viaje de intercambio a San Luis”, dijo esperanzada. La travesía del 27 de enero tiene como objetivo el “encuentro e intercambio”, donde harán campamentos y exploraciones con grupos de chicos del lugar.
“De este lugar me gusta la tranquilidad y la amistad”, explicó la joven que concurre desde 2000 y que a su pesar debe dejar. “Es mi último año acá porque el que viene empiezo la escuela nocturna y no voy a poder seguir viniendo”, explica con detalles. Sin embargo, Dalma siente orgullo de haber logrado que varios de sus amigos se decidieran a venir al seguir sus consejos: “Muchos están acá porque les comenté del lugar, pero a otros les dio vergüenza y decidieron no estar”.
La muestra terminó por este año. El 2005 habrá otras actividades, sueños y proyectos. El objetivo será una vez más ayudar a que se reconozcan en sus capacidades y compartan sus experiencias.
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*Agencia Universitaria de Noticias y Opinión
Revista Tercer Sector
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