(AUNO).- En la actualidad se realizan en la Argentina 75 mil implantes anuales contra 25 mil que se hacían antes del 2002, y el fenómeno muestra una tendencia de crecimiento en el orden del 20 al 30 por ciento anual, según coinciden fuentes de las empresas que se dedican a la fabricación de implantes dentales en el país.
El implante es un elemento con forma de tornillo, que se introduce en los huesos maxilares con la finalidad de “imitar” la raíz de alguna pieza dentaria perdida o que debe ser remplazada por presentar alguna patología. Está hecho de titanio comercialmente puro, un metal que aparece en la naturaleza con igual frecuencia que el aluminio, el hierro o el magnesio y que tiene la propiedad de ser aceptado por el organismo humano como si fuera propio. Esta capacidad del titanio permite lo que se llama “oseointegración”, que sumada a un tratamiento químico posterior mejora la relación del perno con el hueso y es lo que permite a los implantes dentales servir como fijación de prótesis en aquellos lugares del hueso maxilar donde haga falta.
Jorge Beckford, presidente de una de las empresas que fabrican implantes dentales en Argentina, sostuvo que “la escasa diferencia de costos entre un puente de tres piezas, que por un lado compromete la integridad de los dientes sanos que sirven de soporte al faltante y que por otro tiene una vida útil que va de 8 a 10 años, y un implante cuya duración no acepta límites, hace de este último una alternativa inmejorable y altamente predecible”.
Según Beckford, el éxito de un implante dental depende de varios factores: “La calidad del titanio que proveen cinco países a todo el mundo (Inglaterra, Alemania, Japón, EEUU y Francia), el equipamiento tecnológico para la fabricación del perno, la idoneidad y experiencia del profesional que realiza el implante y la conformación ósea de cada paciente”.
En este sentido, “la Argentina sólo importa el titanio y cuenta con un excelente equipamiento y un alto nivel de profesionales, cirujanos y protesistas, que junto a Brasil y Chile, son los más reconocidos de Latinoamérica”, puntualizó el industrial.
En cuanto a los pacientes, son muy pocos los casos en que el tratamiento se ve restringido, y tiene que ver con patologías como la diabetes no controlada o con enfermedades que alteran los procesos de cicatrización o que muestran propensión a las infecciones.
El índice de fracaso de los implantes dentales “se encuentra alrededor del 3 por ciento en la primera intervención y se reduce al 1,5 por ciento luego del segundo intento” graficó Beckford.
La fabricación nacional de implantes a partir de costos adecuados al mercado y la competencia representa un 50 por ciento de abaratamiento con relación a los productos totalmente importados.
La incidencia de los costos sumada a la adecuación al mercado que debieron realizar los profesionales, dieron como resultado que a pesar de que las prepagas y obras sociales no cubren estas terapias, por considerarlas exclusivamente estéticas, cada vez más pacientes se inclinen por los implantes en lugar de las opciones tradicionales.
AUNO 22.08.05 GRB/EV