Alrededor de 450 chicos y educadores de al menos 300 organizaciones pertenecientes al Movimiento de los Chicos del Pueblo volvieron a ingresar a Buenos Aires, luego de más de cuatro mil kilómetros recorridos a lo largo y ancho de seis provincias del interior con su denuncia de que “el hambre es un crimen” y su pelea por “ni un pibe menos”.
Los integrantes de la cuarta marcha nacional de los Chicos del Pueblo vienen desplegando hace diez días sus consignas en Misiones, Corrientes, Santa Fe, Chaco y Formosa.
Finalmente, los casi mil ojos leyeron ayer “Bienvenidos a Buenos Aires”, cuando luego de unas horas de haber partido de Rosario ingresaron a la provincia más poblada del país por su extremo norte, a la altura de San Nicolás.
Así, tras casi dos semanas enteras de actividades, los Chicos del Pueblo empezaron a terminar su marcha pero no su lucha por “una justa redistribución del ingreso”.
Viernes 11 – Para que las plazas vuelvan a ser para jugar
Desde Corrientes habían partido los micros que llevaron al casi medio millar de integrantes de la Marcha a Reconquista, Santa Fe, para continuar allí con sus reclamos por “ni un pibe menos”, porque “el hambre es un crimen”.
El sol alumbró a los caminantes desde la entrada a la ciudad y los tractores que manejaban los miembros de la Asociación de Trabajadores de Villa Ocampo los escoltaron desde la Ruta 11 hasta la Plaza 25 de Mayo, escenario del acto principal que llevaron a cabo cerca del mediodía. Con ellos caminaron también representantes de la Asociación de Mujeres en Lucha, CTA Reconquista, trabajadores de la educación de CTERA, estatales de ATE, parroquias y chicos de distintos colegios.
Al llegar a la Plaza, un grupo de santafecinitos les regaló carteles que aseguraban que “la realidad no ES así, la realidad ESTÁ así” y que pedían que “luchemos juntos para cambiar esta realidad y no acomodarnos a ella” con reclamos muy similares a los que los Chicos del Pueblo llevan como estandartes de su cuarta marcha nacional.
La ciudad de Santa Fe recibió a los caminantes a puro festejo cuando, el sábado a la mañana, los pibes comenzaron a llegar a bordo de los micros que los traían desde Reconquista y los depositaban en la localidad de Vera. Sus habitantes no hicieron menos que regalarles aplausos y saludos y, más tarde, darles la bienvenida oficial con un breve acto que organizaron en el Complejo Polideportivo de esa localidad.
Domingo 13 – Del día en que los Chicos llegaron a Primera
El domingo era, supuestamente, el segundo día que los Chicos del Pueblo tenían para descansar. Sin embargo, hubo un cambio de planes: cambiaron la siesta del domingo por una vuelta olímpica en el estadio de Colón de Santa Fe. En el entretiempo del partido que jugaron el equipo local y Gimnasia y Esgrima de Jujuy, el estadio sabalero se cubrió de colores cuando estos “nenes” salieron a la cancha y la recorrieron regalando a toda la afición las consignas que los acompañan hace años: “el hambre es un crimen” y “ni un pibe menos”.
El público de las tribunas y plateas no sólo los aplaudió, sino que también los acompañó cantando: “Olelé, olalá, el hambre es un crimen, lo tienen que parar”.
Lunes 14 – De los pichones de colores en El Palomar
El primer día de la última semana de la Marcha lo arrancaron en Santa Fe, contándoles a todos los que quisieran oír, desde la Plaza Alberdi más conocida como El palomar, lo asesino que puede ser el hambre, y que ningún otro chico, grande ni abuelo debería morir a causa de la pobreza. Todos prestaron sus oídos a tales consignas.
La recepción en El Palomar fue de lo más numerosa, con chicos de colegios estatales que aguardaban a los peregrinos para guiarlos hasta la Plaza de Mayo entre abrazos, risas y aplausos. Y esta vez, la caravana tuvo un ingrediente que la hizo diferente a las anteriores: familias víctimas de las últimas inundaciones que sufrió la provincia de Santa Fe encabezaron a bordo de carros tirados por caballos la caravana que se dirigió a la Plaza de Mayo.
El próximo destino fue Rosario. Alli, ex combatientes de Malvinas les prepararon y sirvieron un cumplido almuerzo en el predio de la Granja de la Infancia. Luego se movilizaron hasta la Plaza San Martín, donde realizaron un pequeño acto, para entonces sí, dirigirse a un destino que no podían obviar: el Monumento a la Bandera, en donde miles los recibieron bajo un nublado.
Los referentes del Movimiento entregaron un chaleco en agradecimiento a los ex combatientes, quienes también supieron “qué significa tener hambre en un frío abril de 1982”, como expresó Julio Más en nombre de los veteranos. Y agregó: “sabemos que el hambre duele, por eso nos propusimos que nunca más nadie sienta hambre en Argentina”.
También hubo tiempo para recordar a “Pocho” Lepratti, un educador popular que fue asesinado de un tiro en la garganta en medio de los oscuros acontecimientos de diciembre de 2001.
Miércoles 16 – Sobre volver, con la frente en alto.
Dos días antes de llegar a Plaza de Mayo, los Chicos del Pueblo regresaron a Buenos Aires, ingresando por San Nicolás, localidad en la que alumnos de escuelas y abuelos de centros de jubilados dejaron el calor de sus hogares para saludarlos. El encuentro con la gente de la Escuela Manuel Belgrano fue uno de los momentos más emotivos de todo el viaje: por ahí había pasado “La Bicicletada” que el Movimiento hizo en 1998.
Zárate recibió a los pibes saludando desde las calles y con un alegre “bocinazo” en la avenida Rivadavia, una de las principales de esa ciudad, por donde avanzaron hasta la Plaza Mitre, frente a la Municipalidad. Allí, miembros de distintas agrupaciones, niños y docentes de escuelas y parroquias cantaron con los chicos y regalaron su corazón, leche chocolatada y alfajores durante la merienda.
Luego viajaron hasta Campana, en donde los detenidos en las unidades penitenciarias 21 y 41 de Máxima Seguridad de Campana se ofrecieron para cocinarles pan, pero el Servicio Penitenciario no envió la harina necesaria. Sin embargo, los chicos de las Hermanas Pasionistas de Campana fueron quienes concretaron ese gesto en nombre de todos.
La marcha de los Chicos del Pueblo llegará a su fin hoy viernes, cuando alrededor de las 18 lleguen finalmente a la Plaza de Mayo para escribirle con sus pequeñas manos unas cuentas nuevas hojas de historia.