Lomas de Zamora, junio 31 (AUNO).- La memoria de Griselda Cugliatti tiene una intensidad forjada al calor de sus primeros años de piquete y cortes junto a Darío Santillán. Debajo de un cielo hecho de banderas, tejió recuerdos y testimonios de militancia escritas en pretérito y en presente. Cruzar el umbral de ese basto anecdotario que le daba sentido a su presencia en el puente Pueyrredón que, junto a sus compañeros, les llevó exactamente diez años. Una década al servicio de una causa nacida en la lucha de aquel 26 de junio en la que Darío y Maximiliano Kosteki escribirían la primera página de una historia que desde entonces intenta resistir a los embates del olvido y el tiempo.
Griselda y Darío pasaron su adolescencia como integrantes del MTD de Almirante Brown, donde compartieron sueños e ideales que los empujan a bocetar intentos de transformación de una sociedad que, por donde la miraran, se les presentaba hostil.
La misma intolerable inequidad que algunos años atrás le costó la vida a su amigo y compañero, hoy atrae a Griselda a ese lugar (donde terminó, pero también empezó todo) como representante de otro frente, uno que la represión institucional quiso que llevara el nombre de Darío.
Al frente de los actos todo los 26 de junio, esta integrante del Frente Popular Darío Santillán sintetizó a AUNO algunos aspectos una década marcada por la pelea al olvido y la búsqueda de justicia. Los anhelos de cambio que verbaliza se mezclan en con la consigna esperanzada de que “Maxi y Darío se multiplican”.
¿Cómo tomaron la posta las organizaciones sociales después de la “Masacre de Avellaneda”?
-Fueron momentos difíciles porque sentíamos muchísimo la pérdida de los compañeros. Momentos de bastante desconcierto, pero una vez que pudimos retomar la fuerza de salimos a denunciar y reclamar lo que había pasado.
¿En qué objetivos se apoyaron para seguir reclamando?
-Lo que nos dio más fuerza fue retomar la idea de una sociedad más justa, por las que Darío y Maxi fueron asesinados, están más vivas que nunca. Ese sueño de transformar la sociedad fue lo que fundamentalmente nos hizo tomar la posta de su ideal.
A diez años, ¿qué sentís que queda pendiente?
-Una sociedad más justa, digna, sin precarización de los trabajadores, sin contaminación, sin saqueo de los bienes naturales. Si hoy Darío estuviera físicamente con nosotros, porque está su espíritu combativo y de lucha, estaría organizándose en los barrios, proyectando una sociedad diferente. Me lo imagino muy activo movilizándose por hacer transformaciones de fondo, reales.
¿Qué significa Darío para juventud que hoy los acompaña?
-Para la juventud Darío es como un símbolo prácticamente incuestionable. Se acerca a su realidad. Un joven de barrio, muy interpelado por la realidad que se desarrollaba a su alrededor, con los sentires de un chico de 20 años. Los jóvenes lo toman como uno de ellos, como alguien muy propio.
¿Hay como un resurgir de esa militancia que proponían Darío y Maxi?
-La verdad la juventud es cada vez más. Creemos que es donde está el recambio de las nuevas generaciones. Que hoy esa juventud siga construyendo el sueño de Darío y Maxi no tiene precio. Es de un valor incalculable.
¿Cómo les repercutió el traslado de (el ex comisario condenado por los asesinados, Alfredo) Fanchiotti al penal de Baradero?
-Es una prueba de que la impunidad continúa, en un Gobierno que habla de los derechos humanos. Y después tenés el caso Darío Poblete (el ex policía condenado a prisión perpetua por el asesinato del docente neuquino Carlos Fuentealba, que días atrás fue visto libre por las calles de Zapala) y Fanchiotti. Una indignación muy grande, fue un golpe muy duro y por eso también nos estamos movilizando.
DR-AFD
AUNO-31-06-12