El arte de los excluidos tiene su espacio propio

Con el arte como herramienta de reinsersión social, un grupo de desocupados que perdieron hasta su lugar de pertenencia expone sus obras en la ciudad de Buenos Aires. Bajo la estructura de una cooperativa están refaccionando un edificio en el que funcionarán distintos microemprendimientos.

Por Silvia Marchant

(AUNO-TERCER SECTOR*) Reconstruyen su nueva casa, en Medrano y las vías del ferrocarril Sarmiento, cerca de la estación Miserere, en el barrio porteño de Once. Los ahora devenidos en eximios albañiles, no son más que los pintores sin techo, aquellos que desde hace dos años fueron convocados por el gobierno porteño para integrar el Programa Camino de los Murales. En ese lapso, pintaron decenas de murales, se mudaron a una nueva sede (que llaman Sarajevo), donde funcionaba una fábrica, conformaron una cooperativa llamada Arte Sin Techo, y realizaron numerosas exposiciones. Una de ellas es la muestra “Derecho a tener derechos” que se puede visitar hasta el 11 de mayo, en el Consejo de la Magistratura, Avenida de Mayo 671, día en el que además se proyectará el documental sobre los protagonistas quienes también darán una charla.

El recorrido de la mano de Juan Núñez por el inmenso edificio bautizado Sarajevo, muestra paredes derribadas, escaleras que conducen a otras paredes semilevantadas, baños en construcción, recovecos donde por fin se llega a la sala que utilizan los pintores, cuyas ventanas muestran el recorrido de los trenes. Y por donde además penetra el sonido de los trenes que a las 19 van repletos de gente que en el mejor de los casos regresa a su casa después de su día de trabajo.
Trabajo, precisamente, es lo que no tuvieron estos pintores que quedaron en la calle por se expulsados del sistema laboral, que se quedaron sin sus casas, sin sus familias y comenzaron a caminar las calles, a compartir los baños de las estaciones de servicio, a concurrir a centros de día para tener comida –aunque no todos-, a tomar de dormitorio las vidrieras y a tener al inmenso cielo de techo. Muchos de ellos comenzaron a ir a un curso de pintura artística que se dictaba en la Manzana de Las Luces. Allí fueron convocados por Felicitas Luigi, quien perteneciendo a la Secretaría de Cultura porteña, quedó a cargo de un programa para renovar las paredes de la Ciudad.
“Me preguntaron qué me parecía una campaña para limpiar las paredes porteñas. La verdad, es que a mí me pareció un despropósito, porque las paredes siempre se usaron para expresar lo que no se podía expresar en otras partes. Desde el mayo francés, las paredes se usan como expresión popular. Entonces me preguntaron qué haría yo y yo dije que haría murales. Y me dijeron: hacélos”, apuntó Luigi.
Así comenzó la historia. A Felicitas se le ocurrió que la mejor idea para renovar los muros sería a través de la expresión de la gente, de la pintura, de los colores. Y empezó a desarrollarse el Camino de los Murales, cuyo objetivo es pintar 4400 metros cuadrados de espacios distribuidos en varios barrios porteños. Primero, convocó a pintores profesionales, luego a estudiantes y finalmente a los pintores sin techo de la Manzana de las Luces. Al principio eran cerca de veinte. Todavía siguen siéndolo, aunque algunos se fueron e ingresaron otros. Cada uno de los artistas cobra un subsidio de 200 pesos por participar del programa.
Desde hace dos años, el grupo viene pintando murales y contenidos por un psicólogo, quien además analiza las pinturas para descubrir los mensajes ocultos de cada uno de los artistas. “Es duro trabajar en equipo, pero hemos crecido muchísimo. Yo volví a estudiar, me puedo pagar una pensión, pinto y vendo mis pinturas. Siento que crecí. Que pese a, en un momento, haber perdido todo, ahora estoy acá y sé que tengo un lugar, que tengo a mis compañeros. Lo grupal es un camino duro que nos cuesta a todos, pero hay que esperarnos, cada uno tiene su tiempo diferente ”, dice Juan.
Al continuar con el recorrido por el edificio, aparece en unas de las habitaciones semi construidas, Julio González de 64 años, oriundo de Tucumán. “Pintar es tener tranquilidad, es emocionarse, es disfrutar, entretenerse, uno pierde la noción del tiempo que va pasando…”, cuenta mientras Núñez aprovecha para revelar que Julio “ahora habla” y que “antes, cuando llegó al grupo, no hablaba, ahora hasta a veces baila”. A nivel grupal también reconocen que “hemos crecido muchísimo. Algunos tienen su familia, otros no. Y otros la tienen y están intentando recuperarlas. Este lugar, el Camino de los Murales, les abrió la puerta para que puedan rehacer sus afectos. Es muy importante volver a tener tus afectos, recuperar las cosas que perdiste… por ejemplo, él –por Julio- vive en un hotel, tiene su gato, está tranquilo”, asegura.
La escalera conduce hacia la terraza. Allí está el sereno, el único que puede dormir en el edificio. Víctor Amaya detalla que con el subsidio de 200 pesos “no se puede vivir” y hay que dedicarse a hacer “otras cosas” porque una pensión cuesta por mes 220 pesos. “¿La gente me dice: ‘¿y vos por qué no laburás?’.Yo me río porque no entienden nada, yo además vendo la revista Hecho en Buenos Aires, mendigo en una iglesia, hago changas y me vienen a decir ‘¿no laburás?’”, reclama Víctor, mientras acomoda sus cosas para ir a algún lugar donde poder hacer un peso más.
En medio de la charla con Felicitas, entra un profesor de guitarra y de baile y se ofrece para dar clases a los artistas. “Así sucede acá, es así todo el tiempo”, confirma Luigi. “Yo tengo 51 años, en los años 70 tenía una militancia, la de aquellos años. Entonces, para mí, encontrarme con este grupo humano y con la posibilidad de hacer este trabajo fue como volver a la cosa fundacional de por qué uno hace política y qué es la política”, confiesa.
El grupo pintó 13 murales en los barrios porteños de La Paternal, San Telmo y Palermo, entre otros. El proyecto consiste en una primera etapa que es el Camino de los Murales, donde los pintores aprenden a trabajar en equipo, donde inician terapia psicológica y son derivados, en cada caso, a hospitales, médicos de cabecera, o paradores. La segunda etapa es la cooperativa Arte Sin Techo, donde si bien los programas que se realizarán están tramitándose, sólo podrán participar allí los pintores que hayan participado en el Camino de los Murales.
El proyecto de la cooperativa es generar microemprendimientos de imprenta, fábrica de bastidores y atriles, estampado en telas, fábrica de fanales, entre otros, que funcionarán en el edificio. “Allí cada uno de ellos renunciará al subsidio del gobierno para entrar en los microemprendimientos que les permitirá vivir dignamente, generar su trabajo y su dinero”, dice Felicitas.
Para la reconstrucción de Sarajevo, los pintores necesitan arena, cal, cemento, pinceles, griferías para los baños y todo tipo de material de construcción, lo mismo que pintura, pinceles, telas, acrílicos, madera para hacer atriles que les permita continuar con sus obras artísticas. Dentro de un mes, inaugurarán el primer tramo de la obra de reconstrucción del edificio y esperan poder realizar por lo menos un acto para compartir con todos la alegría del logro.
“Acá hay hechos, la gente sale de la calle, la ciudad se embellece con murales. Dentro de tanta cosa gris, esto es como una lucecita y una esperanza; salir no es imposible, se necesita mucho amor y ganas, y ganas nada más, y un poco de pintura”, dice Felicitas.

La muestra “Derecho a tener derechos” que cierra el próximo 11 de mayo, y está compuesta por 27 obras creadas todas por los artistas sin techo, también podrá verse a partir del 28 de junio hasta el 8 de julio en Legislatura porteña.
El ruido del tren interrumpe una vez más el diálogo y Juan aprovecha para convidar con mate. “Poder mirar hacia un futuro y no estar en la calle y ser fotografiado por un turista –anhela Juan-. La gente tiene que saber que hay otros que son sus pares que están tratando de luchar para que ellos salgan . Eso cuesta mucho, hay gente que está peor que nosotros, por eso queremos salir todas las mañanas a buscarlos y no dejarlos tirados en la calle. Se pude estudiar, trabajar, aprender, crear, compartir, se puede volver a tener una familia y usar las calles sólo para caminar y nunca más las vidrieras para dormir”.
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Cómo contactarse:
www.artesintecho.com.ar
Tel: (011) 1544353564.
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Agencia Universitaria de Noticias y Opinión
*Revista Tercer Sector

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