Educar al barrio para transformar la realidad

Son dos propuestas que se aplican en Cuartel IX, una en Fiorito y otra en Budge, los barrios más pobres del distrito. Trabajan sobre la base de las necesidades cotidianas de los chicos y sus familias, e incluyen temas que no desarrollan en profundidad las currículas oficiales.

A partir de la utilización de alternativas lúdicas y una propuesta de acercamiento a la realidad de los chicos, “Brazos Abiertos” es uno de los ámbitos en Ingeniero Budge que hace real la posibilidad de aprender y adquirir conocimientos desde un lugar distinto al que propone el método de enseñanza oficial. Con el mismo sustento teórico tomado del pedagogo brasileño Paulo Freire, la organización Che Pibe, de Fiorito, propone contenidos distintos a los del colegio: historia y actualidad de los pueblos originarios, derechos humanos, militancia social, ciudadanía y derechos de los chicos en tanto sujetos políticos son los ejes de su propuesta pedagógica.

Siguiendo el camino de la “educación popular”, el trabajo que llevan a cabo los docentes de “Brazos Abiertos” no gira sólo en torno a la lectoescritura, sino que busca brindar a los chicos “herramientas para que puedan desarrollar un pensamiento reflexivo respecto de la realidad que los rodea”, aseguró Eva Llul, maestra de primaria y una de las fundadoras de la asociación civil.

El nacimiento de este espacio fue luego de la crisis que estalló en 2001, cuando Eva junto con otras cuatro colegas decidieron utilizar los juegos en la educación para intentar una solución a un problema que las tomó por sorpresa: “Los chicos se nos dormían en clase. Trabajaban con los padres de noche juntando cartón, así que usar el mismo método de la escuela no tenía sentido”, analizó.

Si bien la asociación trabaja de una forma distinta los mismos contenidos que los chicos ven en la primaria, la estructura de enseñanza es diferente porque aunque “los contenidos son los mismos, nosotras estamos abiertas a las problemáticas de los chicos, entramos en contacto con su realidad”, explicó.

La asociación está ubicada en Campoamor y Baradero, muy cerca de las escuelas primarias 64, 58 y 82. Recibe a niños y niñas de entre seis y 12 años que asisten tres veces por semana a contra turno del horario escolar.

“Las maestras nos empezaron a conocer porque los mismos chicos les contaban de nosotras”, comentó la docente. Hoy, asegura que hacen “una especie de trabajo en conjunto” con los establecimientos estatales, aunque no mantienen un vínculo formal.

Para Eva, el modelo de educación popular se diferencia del oficial en que el suyo “busca el contacto cercano con los alumnos y con su contexto, se comparte el lenguaje y se trabaja con las problemáticas reales por las que atraviesan”; y en su visión, “el docente no puede mantenerse al margen del mundo de esos chicos”.

Además de aprender, los pibes reciben una merienda y trabajan en un salón junto a las seis maestras voluntarias. Pero esta experiencia no es la única razón de la existencia de Brazos Abiertos: el año pasado partió la idea de trabajar en un programa de alfabetización de adultos regido también por los pilares del modelo de educación popular.

El trabajo con adultos “tampoco se limita a la lectoescritura, sino que tratamos de bajar a su realidad todas las actividades que realizamos con ellos”, sintetizó.

Es por esto que Eva nota que para ellos las clases son “una vía de escape porque se sienten escuchados” y porque “el maestro primero les presta la oreja y después elabora el plan de clase”; es decir que en “Brazos Abiertos” no sólo se les abren las puertas del conocimiento, sino que también se les brindan “herramientas para abrirse un camino a la vida”.

EDUCANDO CON LA HISTORIA QUE NO PROFUNDIZA LA ESCUELA
En la organización Che Pibe, de Fiorito, aparte de trabajar con lo que “traen en la carpeta” de la escuela, los educadores del “apoyo” enseñan con una currícula en la que se toman en cuenta “fechas históricas que hacen a nuestra idiosincrasia, como el 24 marzo”, aniversario del último golpe de Estado y del comienzo de la represión a militantes sociales, contó Marcela Val referente de la organización.

En esta línea, los temas que los chicos tratan en sus horas de educación no formal tiene que ver con los pueblos originarios, la ciudadanía y “la agenda que nos pone el barrio con los problemas del barrio; esto es puro Freire”, interpretó Marcela.

Aquí, cuando los chicos cuando llegan de la escuela, el 11 de septiembre no continúan con los festejos del “Día del maestro” sino que se discute sobre el proyecto político encarado por Faustino Sarmiento; ocho días después, el 19, hay festejos por el “Día del educador”, recordando el día de nacimiento de Freire; y no se pasa por alto recordar al pedagogo suizo-argentino Enrique “Pichón” Riviére.

El trabajo en Che Pibe excede a la educación y realiza actividades integrales, como un trabajo cultural que va de la mano con el aprendizaje en cuestiones de salud y para el cual cuentan con la ayuda del grupo “Tatu”, doctoras cubanas que realizan un chequeo general e informes de nutrición.

La organización lleva 20 años de trabajo. En ella funcionan un espacio de apoyo escolar con una pedagogía íntimamente ligada al concepto de educación popular, una escuela materno infantil a la que asisten 250 chicos y chicas con sus familias, y hasta una salita de lactantes hasta preescolar en dos turnos. Para aquellos que dejan atrás los 5 años y entran en el primer grado está la “Casa del niño”, donde se les brinda apoyo escolar a los chicos de hasta de 12 años a contraturno del horario escolar.

“Lo que tratamos de hacer es un trabajo comunitario, una construcción de ciudadanía con los chicos, y con ellos a veces llegamos a los padres, porque muchas familias están desmembradas por problemas laborales, o sumergidas en valores de consumo, individualismo”, describió Marcela.

En esta construcción de ciudadanía y de una pedagogía que acompañe la realidad del barrio, la organización tiene también “La casa del joven” donde asisten más de 40 chicos de 13 a 19 años que durante el día deben trabajar, en su mayoría como cartoneros.

Otro de los programas que se realiza en conjunto con la Dirección General de Escuelas bonaerense es el taller de oficio de “maestro panaderos”, que funciona en la panadería que la organización tiene en su sede de Milán y Baradero.

“Todas las experiencias estás por fuera de la educación formal, los chicos vienen a Che Pibe por que les gusta; no hay asistencia, ni obligatoriedad”, aclaró Marcela para explicar cómo es la relación entre los educadores y los “educandos”.

Para llevar adelante este giro en la relación entre quienes aprenden y quienes enseñan, así como también las ideas que se discuten en el ámbito educativo, Marcela explicó que “en la organización funciona la escuela de `educación popular´, que es para los maestros que egresaron de los institutos de `desformación´, pensando en recibirse para tener un laburo y seguir el manual de moda”.

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