(AUNO-Tercer Sector) Susana Chames es la presidenta de la Sociedad Argentina de Psicología en Emergencias y Desastres(Sapsed) y está a la vez al frente del programa de Salud Mental, Desastres y Desarrollo del gobierno porteño. La profesional da cuenta del trabajo que junto a los psicólogos de organizaciones sociales especializadas y entidades vinculadas a la psicología desarrolla para asistir a los damnificados por el incendio de la media sombra de República Cromañón. Y cómo continúan hoy, cuando realizan reuniones que incluyen hasta a empleados de la Morgue Judicial y del cementerio de La Chacarita para remediar las penas de quienes vieron las caras de la tragedia que conmueve a todo el país.
Desde hace tres años, la Dirección de Salud Mental de la ciudad lleva adelante el programa de Salud Mental, Desastres y Desarrollo, coordinado por Chames, una psicóloga que participa en el tercer sector a la cabeza de la Sapsed, cuyos profesionales se encontraron entre las 13 organizaciones sociales dedicadas a la temática que ofrecieron sus servicios para ayudar a sobrellevar los sufrimientos de las casi 200 familias que perdieron a sus seres queridos el 30 de diciembre pasado.
Además de estas ONGs, se presentaron para sumar fuerzas 26 instituciones de psicología. “Son los recursos sociales y públicos que responden”, indica Chames, que aclara: “Las ONGs que participan tienen que encolumnarse con el modelo dispuesto por el sistema público, atendiendo y complementando a las necesidades del Estado para aliviar los padecimientos de la gente”. Para este fin se dispusieron 33 equipos integrados por 4 o 5 profesionales cada uno.
Hasta ahora, llevan atendidos 600 familiares, amigos y damnificados. Además de las consultas espontáneas que reciben a través del teléfono 4863-8888 y de la línea gratuita 0800-999-AYUDA.
Suena extraño que el programa coordinado por Chames vincule dos conceptos que parecen dispares: Desastres y Desarrollo. Ella explica que los profesionales están abocados a la “intervención de aspectos humanos en las consecuencias y ocurrencias de desastres. Pero además estudian los aspectos de desarrollo, porque los desastres pueden ser producidos por excesos de la naturaleza o por cuestiones de intolerancia social acordes a la modalidad de desarrollo social”. En síntesis, “Desarrollo” responde a “cómo no percibimos los riesgos y el trabajo que implica el cambiar conductas”. Sobre este punto, la psicóloga comenta que el año pasado se realizó en la ciudad un estudio sobre la percepción de riesgos que sentía la sociedad. La respuesta general fue “muy bajo”. Ahora, las circunstancias de desarrollo social que envuelven a la bengala más mencionada proponen pensamientos “muy interesantes” en los profesionales que integran el área. Pero, por supuesto, aún no es oportuno pensarlos demasiado.
Chames señala que “desde el 30 que no paramos”. Esta mujer, que integró los equipos que atendieron a los familiares de las víctimas del shopping Icué Bolaños, incendiado en Paraguay, y a las de la inundación en Santa Fe, la voladura de la AMIA y el avión de Lapa, más cercanas, afirma que Cromañón es el caso con el que más se resiente en su imparcialidad profesional. “Estuvimos presentes en la Morgue Judicial y en el cementerio acompañando a familiares en la terrible situación de reconocer a sus seres queridos. Digo que es terrible porque estaba agravada por la dificultad de reconocer a los cuerpos por las secuelas que les dejó. Los padres reconocemos a los hijos estén donde estén y como estén. Pero algunos estaban quemados o aplastados. Es un plus de impacto el no poder encontrar un rasgo propio del cuerpo del ser amado”. Por eso su tarea consistió en “ofrecerles un espacio para decir lo que sientan o para sentirse acompañados”, cuenta Chames.
Así pasaron el viernes, sábado y domingo inmediatos a la tragedia. El lunes “comenzamos la atención a familiares, víctimas, amigos y a la sociedad en general”.
¿Por qué un grupo tan amplio? Porque “los sentimientos que se pusieron en juego se hicieron carne en muchas personas que a lo mejor estuvieron a muchos kilómetros del desastre”, explica. Lo que contribuyeron a generar esta epidemia de tristeza fueron “las imágenes ofrecidas por los medios, algunas de ellas muy crudas”. Es que “el ser humano no tiene representaciones de la muerte de su persona. Pero ante situaciones como las surgidas en Cromañón nos encontramos con la inminencia de ella, la noción de que es posible morirse. Todos tomamos conciencia de la fragilidad de nuestra condición”, indica Chames.
“El impacto fue tan masivo que quienes están adentro de la tarea “#8220;sean policías, bomberos, médicos o hasta periodistas- no pueden percibir las sensaciones que provocó en cada uno. Por eso, después empezamos a hacer reuniones con los equipos de psicólogos para poner en palabras el impacto que nos causó. Las reuniones también fueron con gente de la morgue, empleados del cementerio, personal de Defensa Civil y el Same. Gente que trabajó en distintas situaciones e instancias”, agrega la coordinadora.
En los encuentros de los psicólogos que intervinieron, “hay una metodología de trabajo. Se arma un espacio cerrado durante una hora y media y a través de consignas que se transmiten se avanza en el reconocimiento de sensaciones que produjo el evento”, detalla Chames.
Desde el incendio, hubieron múltiples protestas sociales, matizadas por distintas consignas y grupos. Para los familiares, “las marchas son una muestra del dolor cristalizado en bronca. Por un lado, en ellas están en encuentro con otros, lo que hace más tolerable su pena. Porque todos comprenden y entienden el dolor por el que cada uno pasa. Pero también las marchas despiertan o ponen sobre la mesa problemas relacionados con lo social, con la falta de equidad, la falta de trabajo. Se agrega a la fractura social”, evidencia Chames.
—————
Cómo comunicarse:
Sociedad Argentina de Psicología en Emergencias y Desastres: Tel. 4861-6891.
—————
Agencia Universitaria de Noticias y Opinión.
Revista Tercer Sector