El campeonato tenía previsto un final con incertidumbre para Banfield. Algo que no sucedía hacía tiempo. Desde aquel retorno a Primera en 2001 y una temporada floja que obligó a una remontada increíble de la mano de Luis Garisto espantó definitivamente a la Promoción en la última fecha. A partir de allí el factor miedo se alejó de Banfield. La expectativa y los cálculos corrían por otros carriles: se hacían cuentas para ver a cuántos puntos estaba de la Copa Sudamericana, cuánto faltaba para entrar en la Libertadores o qué cantidad de dinero ingresaba por la venta de jugadores nacidos en el club.
Hoy el “Taladro” debe sacar la calculadora del cajón. Esta vez para dividir, para calcular el promedio, para evitar esa zona roja que parecía tan lejana hace sólo un puñado de semanas. Es la consecuencia de varios años de transición, de proyectos sin rumbo y de decisiones deportivas elección de cuerpo técnico y jugadores equivocadas. Las circunstancias quisieron que sea Julio Falcioni –vaya paradoja- quien tomara el fierro caliente en un panorama para nada alentador, con nueve fechas por delante y un equipo sin identidad.
La lucha en números
En estos momentos son seis los clubes que están en la pelea por permanecer en Primera y Banfield es justamente el sexto contando de abajo hacia arriba en la tabla de promedios de las últimas tres temporadas. Gimnasia de Jujuy parece ser el que más fuera de juego está: ocupa el último escalón (1,038 de coeficiente), y está prácticamente condenado a jugar a partir de mitad de año en la B Nacional. Después el asunto está bien peleado. San Martín (1,103) es el otro equipo en zona de descenso directo pero, al igual que Godoy Cruz (que ya se alejó) y a diferencia de los otros, depende de sí mismo. Si los tucumanos ganan 12 o más puntos de los que quedan, estarían salvados del descenso directo (llegarían a 44 en la temporada, lo que daría un promedio de 1,15 y los haría jugar la Promoción).
Inmediatamente por encima de San Martín y rezando para que el “Santo” no sume demasiado está Gimnasia La Plata. El equipo de Madelón lleva seis encuentros sin ganar, tiene un promedio de 1,114 (117 puntos) y el viernes visita a Banfield sabiendo que haga lo que haga puede terminar el fin de semana otra vez en la zona roja. Hoy el objetivo del “Tripero” es uno solo: superar a Rosario Central, que está sólo a tres puntos (120) y ocupa la segunda plaza de la Promoción. Los rosarinos levantaron mucho en cuanto a puntos pero poco en juego con “Mostaza” Merlo como técnico y ahora intentarán cerrar el círculo con la llegada de Miguel Russo, que el domingo debutará ante Boca. Arriba de ellos quinto contando desde abajo aparece Racing.
La resucitada “Academia”, que lleva cinco partidos sin que le conviertan goles y cosecha perfecta en los últimos tres partidos (todos 1-0). Con esta racha, el equipo de Caruso Lombardi (125 puntos y 1,190 de promedio) se puso a sólo dos unidades de Banfield, su próximo obstáculo a superar. Aquí vale una aclaración: tanto los de Avellaneda, como los rosarinos, los platenses y el propio Banfield dependen de la suerte de San Martín. Los tucumanos, por haber ascendido a mediados de 2008, son los únicos que dividen sólo por los partidos que juegan en esta temporada. Es decir, una vez finalizado el Clausura (llevan 12 unidades) sumarán los puntos conseguidos en el último Apertura (lograron 20) y lo dividirán por 38. Esto significa que cada vez que puedan sumar de a tres escalarán muy rápido. Ya que su victoria “vale más” que, por ejemplo, la de Gimnasia, que al igual que el resto divide por tres temporadas (114 partidos). Un dato: si el equipo de Roldán obtiene 12 puntos obliga al de Madelón a sacar 16 para superarlo.
Y apareció Banfield
En el sexto escalón de abajo hacia arriba en los Promedios, está Banfield, con 127 puntos en los 105 partidos que lleva disputados en las últimas tres temporadas y con un promedio de 1,190. Hoy, cuando restan 27 puntos en juego, el “Taladro” está a siete unidades de Central y, en consecuencia, de la Promoción. Llega al choque decisivo del viernes contra Gimnasia envuelto en dudas. Desde que se fue Jorge Burruchaga –en la fecha 7 luego de ganarle a Arsenal- y llegó Falcioni, el equipo ganó sólo uno de los nueve puntos que disputó (perdió ante Vélez y Racing y empató contra San Martín) y además, lo que más preocupa, es que no logra definir a qué quiere jugar. “Si es necesario pondré dos líneas de cinco”, dijo recientemente Falcioni, que antes de enfrentar a Racing había declarado que “el puntito” le servía y que iba a salir a jugar “con un garrote”.
La semana, para colmo, arrancó con una visita inesperada. O no tanto. Cerca de 30 barrabravas irrumpieron en el predio de Luis Guillén el lunes por la tarde. Según el presidente del club, Carlos Portell, y el propio Falcioni se trató de un diálogo amable en el que los barras –que ganan protagonismo aceleradamente luego de años de letargo- sólo buscaron demostrar su apoyo al equipo. “Les pedí que nos dieran 45 minutos. Que el equipo va a poner huevos”, aclaró y oscureció al mismo tiempo el entrenador. Portell, en la misma tónica, describió: “Yo estaba en la oficina con el vicepresidente Néstor Villar y salí para hablar con ellos. Cómo entraron, no lo sé. Ellos nos dijeron que el viernes, con Gimnasia, había que ganar, y explicaron que iban a apoyar al equipo. Yo les pedí que le repitieran lo mismo al técnico para que se lo transmitiera al plantel”.
Una mancha más en este delicado momento que salpica en todas las áreas. En este ambiente, Falcioni optó porque que el plantel se entrenara en el estadio y a puertas cerradas. El equipo aún es una incógnita. El futuro, también.
AUNO 22-04-09
MV-MFV
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