Castellucci: «Me siento un transformador social»

Son las palabras del padre de Martín, quien fue asesinado hace casi seis años a la salida del boliche La Casona de Lanús. Si bien el asesino de su hijo fue condenado, el dueño del local fue sobreseído. Desde entonces, su lucha, la de su esposa y de sus otros tres hijos comenzó para no terminar.

Belén Escobar

Lomas de Zamora, julio 10 (AUNO).- En una sociedad individualista, Oscar Castellucci marca la diferencia. Un historiador que se convirtió en un luchador social. Una persona que reemplaza el “no te metas” por un “no mires para otro lado”, un luchador que va contra la corriente y tiene la capacidad de convertir los vestigios de una tragedia personal en la constante producción de ideas para comprometerse con la sociedad. Martín fue su hijo que a los 20 años fue brutalmente golpeado que sin motivos le dio un patovica en la entrada de un boliche de Lanús. Este hecho marcó un antes y un después en la vida de la familia. La creación de una asociación civil sin fines de lucro, el impulso de una ley que regule el accionar de los patovicas, la realización de un programa de radio y la fundación de una escuela que capacite a los trabajadores de Control de Admisión y Permanencia son algunos de sus logros.

Uno a usted lo ve y piensa que es un caso excepcional, ¿a lo largo de su lucha conoció gente así
-Conocí pila de gente a través de esta experiencia que nos tocó vivir, estamos inter-vinculados. Descubrí que hay cientos de casos como el mío. Somos como un segmento de la sociedad que no es visible. Cuando pasó lo de Martín se me empezó a acercar gente, siempre digo que me metieron la cabeza abajo del agua, y abajo del agua había otra realidad, otro mundo que circulaba. Nunca me imaginé que podía haber tanta cantidad de gente que había perdido hijos, con distintos criterios. De ellos aprendimos. Como por ejemplo, con la asociación civil Carla Arduini, que se ocupa del tema vial porque ella murió en atropellada por un camión en la esquina de La Casona.
¿Cuáles fueron los primeras formas de protestar que utilizaron?
-A los quince días hicimos una manifestación en el Congreso. El 6 de enero, a un mes de la muerte de Martín, le dije a mi mujer que algo teníamos que hacer, ese mismo día agarre la computadora, escribí un papelito y fuimos a la esquina de La Casona para repartirlos. Unos días después, vino Mabel Gagino (actual concejal de Lanús) y me dijo que me quería ayudar; y me ofreció hacer dos jornadas, sábado y domingo, en la que iban a tocar bandas. Lo hicimos. Fue un 6 de febrero, hacía 40 grados, éramos ocho y no fue nadie, ¡menos que nadie! Y el domingo, cuando bajó la temperatura, hacía 10 grados, se largó un diluvio y tuvimos que desarmar todo
¿Cómo se maneja la bronca para poder actuar de manera pacífica?
-Si vos te enojás, tirás piedras y cortás la calle, expresas tu bronca, pero no modificas nada para que no vuelva a suceder. La idea es canalizar. Hay gente que tiene derecho al resentimiento porque el Estado no da respuesta. Hay muchos que no pueden creer que yo dé las notas y no lo cobre. Incluso, el sueldo del centro de formación yo lo dono porque no tenemos recursos. Siempre hay que tratar de hacer algo bueno por el otro, aun en una situación tan difícil. Por ejemplo, Martín donó los órganos y hace poco me junté con la persona que los recibió, fue muy emotivo.

¿Cómo surgió la idea de fundar la Asociación Civil Martín Castellucci?
-Nada de lo que hacemos es idea propia, alguna variable sí. En marzo de 2007, cuando conocimos a los Arduini, pensamos en armar la asociación civil que ahora tiene como leyenda “contra la discriminación, la violencia y por los derechos de los jóvenes”. Queríamos modificar la realidad para que a otro no le volviera a pasar lo que nos pasó a nosotros, y la única manera que no sucediera era que el Estado tuviera una política pública clara; por eso nos organizamos para poder interactuar con él. Empezamos a dominar un poco la pelota nosotros. Hicimos el lanzamiento en la Casa de la Provincia, me di cuenta que tenía repercusión entre los políticos, que llamaba la atención.
¿Y por qué piensa que el caso tuvo tanta repercusión?
-Si hubiese vivido en la periferia de Almirante Brown, no hubiera sido lo mismo. Salía a la calle y tenía pavor de ver cinco o seis cámaras que esperaban que yo dijera algo. Vivimos en Recoleta, socialmente yo soy un privilegiado y uno tiene medianamente una noción de justicia. Pertenezco a una clase social acomodada y me puedo expresar. Los medios me llaman porque puedo hablar tranquilamente, no me exalto, si yo viviera en Villa Sapito, quizás no me llamarían.
Además fue uno de los impulsores de la ley que regula la actividad de los patovicas.
-Sí, fue un gran logro. La primera media sanción de la ley se aprobó en Diputados en 2007 por unanimidad. Hasta con el detalle gracioso de que hubo una abstención, pero luego me enteré que ese legislador mandó una nota en la que decía que se equivoco de botón y había votado mal. En el Senado ya estaba más canchero y cuando fue la audiencia pública me di cuenta de que iban a pinchar el proyecto, entonces fui a ver al presidente del bloque mayoritario y le dije “mirá lo único que te pido es que no me la cajoneen”. Fuimos a ver a todos los bloques, desde el PRO hasta los de izquierda, y se aprobó en 2008. Me sumé al proyecto porque el hasta entonces, el ministro del Interior Aníbal Fernández me citó en su despacho y me comentó el proyecto. Me interesó y le dije: “La voy a apoyar, ¿qué tengo que hacer?
¿Y qué implica esa ley?
-Principalmente, que los patovicas estén registrados, que tengan una capacitación, que tengan una idea sobre los derechos humanos, y sin esos requisitos están imposibilitados para trabajar.
¿A raíz de eso surgió el Centro de Capacitación “Martín Castellucci”?
-Claro, como resultado de eso se creó el centro de formación. Es una dependencia del Ministerio de Educación. Yo sólo pedí que le pongan el nombre “Martín”, pero me dijeron que tenía que ser el director. Yo nunca quise funcionario porque tenía miedo de perder la visión global, pero igual lo acepté.
¿Fue bueno para usted aceptar ese cargo?
-En parte fue bueno y en parte malo porque me encerré en ser un director de escuela. Hay sedes en el Partido de La Costa que se en La Plata, en Quilmes, en San Miguel, en Lanús y este año incorporamos Tandil y Tigre. En las sedes más lejanas es más lío porque tenemos que viajar y elegir docentes de la zona. Uno corre mucho riesgo de fracasar.
¿Y cuántos alumnos/patovicas tienen esos centros de capacitación?
-En este momento tendremos 200. Hay alumnos porque hasta que no se empiecen a aplicar sanciones económicas a quienes no cumplen con este requisito, no van a venir. En algún momento va a pasar, vaya a saber uno cuándo va a ser.
¿Cómo se organizan?
-Ahora estamos reviendo algunas cosas, por ejemplo, queremos que la cursada sea anual en vez de cuatrimestral, para que puedan asistir aquellos que tengan un trabajo que se los impida. Tenemos un problema porque la ley exige tener secundario, nosotros en los cursos que le tenemos tipos analfabetos funcionales que sólo hicieron la primaria, y sólo un grupo pequeño en el otro extremo, gente que tiene formación terciaria universitaria. Es un abismo entre unos y otros. Habrá que avanzar en el tema para flexibilizarlo.
*Dijo que él único cargo público que aceptó fue el de director del centro, ¿por qué no otros?
-Lo que pensé de entrada es que si aceptaba un cargo público, iba a pasar a ser un empleado que recibía órdenes. Muchos padres de víctimas aceptaron porque necesitaban el dinero y no me parece mal, pero yo no lo necesito. Si tuviera 40 años, tendría otras expectativas, pero a esta altura no lo necesito. Tengo 62, estoy a punto de jubilarme y además tengo una profesión que me permite disponer de mi tiempo.
Uno de los temas de agenda del último tiempo trata sobre la reforma del Código Penal, porque algunos dicen que tienen muchas contradicciones, ¿qué postura tiene respecto a esto?
-Uno de los objetivos que tenemos con el núcleo de familia tiene que ver con que queremos tener incidencia formal en la discusión en ese debate, cada uno tiene su propio interés, a mí me va a interesar más modificar el Código Procesal Penal, ya que la ejecución de la justicia es pavorosa. Yo creo que la justicia tiene un problema estructural que está hecho para los imputados. Me parece una barbaridad que el Estado no aporte una defensa a la querella, me parece inexplicable antes cualquier lógica.
¿Actualmente de qué está trabajando?, me refiero a actividades extras a lo de Martín.
-Soy historiador, soy especialista en peronismo, escribí libros, más que nada capítulos, sobre esos temas. Traté de ser alguien que en el 2000 pueda tomar algo de Perón y pueda decir algo original que no haya dicho antes. También escribí una novela sobre como hice el libro, pero actualmente dejé de escribir, de dar charlas, sólo me dedico a dar clases de “Sociedad e Identidad de Estado”, que es Historia, llevo 28 años en la Universidad de La Plata.
…Y ¿cuándo descansa?
-No me interesa descansar. Desde que pasó lo de Martín es como que siempre dije que uno a un hijo le dedica tiempo y lo seguiría haciendo independientemente de que él no estuviera. Entonces empezó a incrementar las ganas de hacer algo todos los días, se fue transformando en una especie casi de obsesión, es una manera de manejar el duelo. Mi señora trabaja en un grupo de padres que perdieron hijos, y si pasan dos o tres días que no hago algo, me siento como el perro que da vueltas. Compruebo físicamente que si descanso, me canso.
¿Qué puede decirle a otros padres que viven algo similar a lo suyo?
-Creo que hay que juntarse. Lo peor que te puede pasar es que te quedes aislado, que te dejes caer por el dolor, que es lo más frecuente. Diría que hay que mantenerse de pie y caminar. A veces no te dan las fuerzas. A nosotros nos unió la familia. Somos conscientes de que siempre que haya una víctima, en mayor o menor medida, el Estado fracasó.
¿Cómo podría explicar quién es Oscar Castellucci en pocas palabras?
-Es complicado. No sé si soy digamos, yo lo que me siento es un militante social, un transformador social. Siempre digo que el mundo se divide en dos clases de personas: conservadores y transformadores. Estar del lado de los conservadores en un mundo en donde hay inequidad e injusticia es inmoral, y trato de no ser eso, trato de ser coherente.

MBE-AFD
AUNO-10-07-12
Producción para la materia Taller de Periodismo Gráfico

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