Lomas de Zamora, febrero 10 (AUNO).- ¿Cuántos policías hacen falta para ver un Ford Falcon blanco en un ruta vacía? El acertijo no inquietó al fiscal Lorenzo Latorre, quien no observó delito alguno en los disparos que Jorge Bogado efectuó desde su auto contra un grupo de personas en general y contra Javier Barrionuevo, a quien mató de un tiro en el cuello, en particular. La adivinanza viene a cuento de que dos grupos de agentes estaban apostados a ambos lados del corte para evitar que los autos intentaran pasar las barricadas. En su declaración ante Latorre, algunos efectivos se excusaron en haber ido al baño en el momento del ataque y otros simplemente negaron haber visto u oído algo.
Ya sea porque en el cruce del arroyo Ortega y la ruta provincial 205 se asiente uno de los vértices del triángulo de las bermudas o porque los uniformados no quisieron incriminar a un colega retirado, que se sabía en el barrio, trabajaba como puntero para los entonces mandatarios de Ezeiza y Esteban Echeverría, Alejandro Granados y Alberto Groppi, las no declaraciones de los policías allanaron el camino y Latorre dejó en libertad a Bogado.
Claro que para realizar la maniobra hubo que hacer oídos sordos ante 30 testigos de las agrupaciones políticas, a quienes la comisaría 5° de El Jagüel les negó el derecho a presentar declaración. Los militantes tuvieron que llevar el piquete a las puertas mismas de la seccional para que, obligados por la presión popular que ya había logrado tener eco en la prensa, la Policía primero, y la Justicia después, acusaran recibo de que se había cometido un delito.
Treinta testigos declararon que Bogado quiso atravesar el corte, que un grupo de personas quiso impedírselo, que el ex policía sacó un arma (una Taurus DT99, 9 milímetros, con 15 proyectiles que no estaba registrada y para la que Bogado no tenía permiso de portación) y que le apuntó a Barrionuevo a la cabeza y gatilló dos veces. Los peritos tenían las vainas y Bogado, la preventiva.
El matador estuvo casi un año preso hasta que la Cámara de Casación bonarense le concedió una libertad domiciliaria que se cansó, como lo demostraron informes televisivos, de violar. Así llegó en libertad al juicio oral que estuvo a cargo de Tribunal Oral 5 de Lomas de Zamora, conformado por los jueces Pablo Little, Pedro Pianta y Guillermo Piume.
El encargado de formular la acusación sería ahora el fiscal Pablo Pando, otro que no resolvió el enigma de los policías y el Falcon. “Hacía preguntas que favorecían notablemente al acusado —contó a Página/12 Carlos Zimmerman, abogado que colaboró en la reunión de los testigos—. A los cinco testigos de la acusación les hizo preguntas que parecían de la Inquisición. Si llevaban palos, si estaban enmascarados, si las gomas que quemaron dejaban espacio para que pasaran los autos, si había mucho o poco fuego. Hasta les preguntó si habían participado en los saqueos. Nunca preguntó cuántos disparos había hecho el acusado. Ese dato salió de los testigos, que hablaban sin que el fiscal pudiera frenarlos.”
El fiscal no hizo su trabajo y los jueces, amparados por las normas procesales que indican que no pueden haber juicio sin acusación, liberaron a Bogado, quien sí fue alcanzado por la condena popular: de tanto en tanto (“al menos”, dicen los compañeros de Barrionuevo) recibe en su casa escraches de militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados.
JJR-AFD
AUNO-10-02-16