Lomas de Zamora, diciembre 13 (AUNO).- En la Plaza del Campeón, ubicada en Banfield, se celebró un festejo para conmemorar el primer aniversario del campeonato Apertura 2009. Los hinchas podrán guardar todos los recuerdos de esa histórica jornada en “El Tesoro del Campeón”, un cofre que se abrirá el 13 de diciembre de 2059, cuando se cumplan 50 años del título obtenido.
Hace un año el “Taladro” consiguió su primer campeonato en Primera División de la mano de una alineación titular formada por Cristian Lucchetti, Julio Barraza, Víctor López, Sebastián Méndez, Marcelo Bustamante, Marcelo Quinteros, Roberto Battión, Walter Erviti, James Rodríguez, Santiago Silva y Sebastián Fernández, que pese a caer con Boca en la mítica “Bombonera” por 2-0, alcanzó el primer título del club en el fútbol grande.
Seguramente, los nombres que integraron aquella formación formarán parte del contenido del cofre, al igual que los restantes integrantes del plantel y el cuerpo técnico comandado por Julio Falcioni, pues todos ellos hicieron posible que ese sueño que anhelaban todos los hinchas del “Taladro” se hiciera realidad.
No faltarán anécdotas de cada uno de los simpatizantes, que sufrieron hasta el último minuto, pero que celebraron sin parar cuando el árbitro Diego Abal señaló el final de ese partido ante el “Xeneize” en el cual se produjo la consagración, merced también a la caída de Newell´s en el Parque de la Independencia frente a San Lorenzo por 2-0.
El equipo de la zona Sur del Gran Buenos Aires llegó a la jornada decisiva del torneo con 41 puntos, seguido de Newell´s con 39 unidades. Pero para alcanzar esa instancia, Banfield tuvo que enfrentar diferentes obstáculos y transitar el duro camino que lo llevó al título.
El elenco dirigido por Falcioni empezó el torneo de forma inmejorable: una clara victoria en el Florencio Sola frente a River por 2-0, en un partido en el que se empezaron a notar las cualidades de la dupla ofensiva que formaron los uruguayos Santiago Silva —que luego terminaría como goleador del torneo con 14 tantos— y Sebastián Fernández, que ese día señalaron los goles del triunfo.
Con el correr de las fechas, el equipo se afianzó y se hizo cada vez más fuerte. Banfield se mostraba sólido en todas sus líneas. Desde la seguridad que trasmitía Lucchetti en el arco, con una defensa muy sólida, un mediocampo ordenado y distinguido con la habilidad de los zurdos Walter Erviti, y el colombiano James Rodríguez, más la potencia de sus delanteros, la ilusión comenzaba a cimentarse.
También hubo otros grandes rendimientos individuales, como el aportado por el mediocampista Maximiliano Bustos, sinónimo de lucha, que a cinco fechas de terminar el torneo sufrió la rotura del tendón de Aquiles y fue reemplazado por Roberto Battión, que con criterio y sacrificio se acopló sin problemas al funcionamiento colectivo pergeñado por Falcioni.
El equipo alviberde llegó invicto a la fecha 15, con un gran envión anímico, debía enfrentar a Racing, que lo complicó y provocó la primera derrota, un 1-2 como local. El ánimo del plantel sufrió un duro golpe. Y ahí apareció la gente, los hinchas, que desde el primer partido acompañaron y dieron una muestra de apoyo incondicional organizando un masivo banderazo luego de esa caída, que pareció renovar la fe de un grupo que se encaminaba hacia la recta final.
Ya había pasado una seguidilla de enfrentamientos durísimos, sorteado con valiosas victorias ante Estudiantes (2-1), San Lorenzo (1-0), Vélez (3-0), e Independiente (2-1), éxitos que probaron que el equipo no se iba a conformar con un segundo puesto.
Los triunfos por 1-0 contra Huracán y Tigre, este último en un partido agónico, volvieron a darle vida al entusiasmo y Banfield llegó a la jornada final en la cima de la tabla de posiciones.
El sueño tomaba cada vez más fuerza y en Banfield reinaba una mezcla de alegría y ansiedad. Los días previos al partido decisivo estuvieron marcados por el nerviosismo de los hinchas, que organizaron un acampe mientras aguardaban que se pusieran en venta las entradas para el decisivo duelo que se celebraría en la cancha de Boca.
Llegó el gran día, el domingo 13 de diciembre, los casi 5 mil hinchas que lograron conseguir entrada estaban en el estadio Alberto J. Armando, expectantes, otros 15 mil se reunieron en el Florencio Sola para compartir el encuentro en pantalla gigante.
Mientras tanto, En la “Bombonera” lo que menos se miraba era el partido, sobre todo porque Banfield perdía y su rendimiento no contagiaba a sus hinchas. En la pantalla electrónica del estadio se mostraba el resultado parcial de Newell´s con San Lorenzo y en el reducto del Sur todas las radios sintonizaban las transmisiones que contaban lo que sucedía en Rosario.
A pocos minutos del final se entonaba el cantito: “Que de la mano, de Julio César…”. Pocos segundos antes de que concluyera el encuentro, las radios anunciaban que en Rosario, el local había caído y resignado su chance de dar la vuelta olímpica.
Abal decretó el final del partido en La Boca y ahí sí se desató la locura. El abrazo de los jugadores se unió a los miles de abrazos de los hinchas, que no paraban de festejar, saltar, gritar y llorar.
Se soltaba toda esa angustia contenida y se hacía realidad ese anhelo que aguardó 113 años en concretarse.
Una señora lloraba en la tribuna Eliseo Mouriño, sostenía un pequeño carnet de cuero, lo abre y lo besa. “Mi papá nunca pudo ver a Banfield campeón, por eso lo traje para que lo viera” decía emocionada y mientras mostraba la foto en blanco y negro del gastado carnet de socio de su padre.
Lucchetti, el capitán, levantaba el trofeo y aumentaba la algarabía, en pocos minutos los 15 mil que esperaban al plantel en el Florencio Sola se multiplicaron y todo se cubrió de fiesta. Tanto sufrimiento, tantos años de espera valieron la pena para que todo el pueblo banfileño gritara de una vez y para siempre: “Dale Campeón”.
AUNO-13-12-10
FT-LDC