(AUNO-TERCER SECTOR*)La mujer se encuentra hoy ocupando un espacio dentro de la escena política y social como quizás hacía mucho no lo hacía. Si hay algo que no entra en discusión es que el actual es un tiempo donde alcanzan un alto grado de participación en la discusión de muchos de los temas pendientes de debate por parte de la sociedad toda.
Y como pasa en todos los sectores sociales que mantienen su dinámica, el debate interno imprescindible provoca el saludable hábito del pluralismo en la opinión, con sus contradicciones y paradojas.
Con la huída de De la Rúa en 2001, desde las organizaciones de la sociedad civil que abogan por una mejor calidad de la democracia, se impulsó la reforma política. El gran tema de la transparencia en la forma de hacer política levanta como una de sus principales banderas la de la eliminación de las listas sábana. Y en este punto es donde las organizaciones de mujeres alzan su voz para reclamar en defensa de la ley de cupos, un derecho reconocido después de muchas luchas que permitió la sanción de leyes como las de salud reproductiva, divorcio y patria potestad compartida, entre otras y que fija un piso del 30 por ciento de mujeres en los cargos electivos. El debate que surge entonces es proponer qué hacer para mejorar el sistema sin que la mujer no tenga que pagar los costos y sin confrontar con el resto de la sociedad.
El nuevo período democrático abierto en mayo de 2003 trajo en el sistema judicial grandes cambios. De la mayoría automática y la obediencia debida con nueve miembros altamente cuestionados por la sociedad, la decisión política de renovación se impuso. Las propuestas de dos mujeres para integrar la nueva Corte Suprema de Justicia abre un panorama que no tiene antecedentes en la historia judicial del país.
Y el nombre de Marta Argibay como integrante de la nueva Corte conmociona a los sectores más conservadores de la sociedad “#8220;cuyo discurso omite reconocer que la despenalización no significa obligatoriedad alguna- porque pone en evidencia uno de los tantos temas que aún falta debatir con seriedad: el de la despenalización del aborto. La mayoría de los medios de comunicación insisten en sostener posturas dogmáticas, y lo que a menudo dejan de lado es la tarea de desnudar la falta de una política pública de salud que se ocupe de las miles de mujeres y adolescentes pobres que mueren cada año por realizar abortos en condiciones precarias, convirtiéndolo en la primera causa de mortalidad.
Las desigualdades en el ámbito laboral, la violencia doméstica y el avasallamiento de los derechos sexuales figuran también entre los temas que las organizaciones de mujeres saben que no pueden postergar. Romina Tejerina, la joven jujeña detenida por matar al hijo nacido de una violación mientras el violador sigue en libertad, Sandra Cabrera la dirigente meretriz asesinada en Rosario y víctima de la impunidad policial son apenas dos ejemplos de que nunca es tiempo de abandonar la lucha. Vaya si lo saben las madres y las abuelas de la Plaza.
*Agencia Universitaria de Noticias y Opinión
Revista Tercer Sector
