(AUNO).- Según datos que maneja la Universidad del Comahue, cada año Argentina pierde 60.000 hectáreas de su territorio producto de la desertificación: se erosionan las tierras debido a la falta de materia orgánica que le da consistencia a la tierra. Además, el 75 por ciento de los suelos del país es árido o semiárido, mientras que sólo el 25 restante es húmedo.
Estos datos demuestran la importancia de la utilización de fertilizantes en más de la mitad del territorio de Argentina y, al mismo tiempo, la escasez de esos productos. La creación de la Planta de Compostaje de lodos cloacales en Bariloche tiene como principal argumento “ayudar a combatir la desertificación, generado enmienda orgánica con los barros cloacales y, al mismo tiempo, evitar la contaminación ambiental”, según explica la directora del proyecto y docente de la Universidad del Comahue, Maria Julia Mazzarino.
“Argentina ha firmado convenios internacionales para luchar contra la desertificación, pero nada ha hecho para poner esos acuerdos en práctica. La creación de este tipo de plantas, en todas las zonas del país, puede ser una importante herramienta para combatir las pérdidas de las tierras, y de esa forma beneficiar la economía”, sostiene Mazzarino, en diálogo con AUNO.
De todos modos, para poder crear un compostaje es necesario que existan previamente plantas depuradoras de líquidos cloacales. Pero antes que eso, es imprescindible que exista una red cloacal. Según la investigadora, “sólo el 50 por ciento del país posee recolección de líquidos cloacales, y de ese porcentaje, sólo el diez por ciento está cubierto por plantas de tratamiento”.
El compostaje se logra mediante un proceso biooxidativo controlado, que involucra un sustrato inorgánico heterogéneo en estado sólido, una etapa termofílica y liberación temporaria de fitotoxinas, y una etapa de maduración que finaliza en la producción de materia órganica estabilizada (el fertilizante, listo para envasar) con un residuo de minerales. “La bioxidación controlada es más efectiva en la reducción de patógenos, elimina olores desagradables y acorta el tiempo necesario para la estabilización del material”, explica Mazzarino.
En el Area Metropolitana de Buenos Aires hay una planta depuradora en la localidad de San Fernando que solo abastece a la población de ese distrito 120.000 habitantes. Pero la ciudad de Buenos Aires, con 5 millones de habitantes, carece de ese servicio.
En el conurbano bonaerense, se está construyendo otra planta en Morón y existe una filtradora –que no es una planta de tratamiento- en Quilmes. En el interior de la provincia, existe también una planta de filtración en Mar del Plata, que es la única en todo el territorio bonaerense que desarrolló y puso en marcha una planta de compostaje a partir de los lodos obtenidos.
En Bariloche, hasta 1995, los líquidos cloacales eran depositados en el lago Nahuel Huapi. Pero como esa localidad vive de la atracción de ese lago, ese año se creó la planta de tratamiento. Esto desencadenó una discusión sobre lo que se haría luego con los lodos cloacales que se forman en el fondo de la planta, producto del proceso de depuración, y que son contaminantes.
Durante los dos primeros años, esos lodos eran depositados en el basural de la ciudad, bajo condiciones muy controladas de venteo, ya que los barros podían desencadenar explosiones debido a su composición. Pero la operación demandaba un importante presupuesto para su mantenimiento: unos 10.000 dólares por mes.
Ese control, de todos modos, no podía evitar la fermentación de los lodos acumulados, por lo que se producían olores nauseabundos, lo que generó una fuerte oposición de los vecinos.
A partir de entonces, un grupo de cinco investigadoras de la Universidad del Comahue propuso la creación de una planta de compostaje, como respuesta a estos problemas. Además, los lodos de esa ciudad corren con la ventaja de no poseer ni pesticidas ni metales, propios de las zonas industrializadas.
“El 90 por ciento de la Patagonia Argentina es un desierto, entonces tirar materia orgánica a un basural era un pecado mortal; sólo se conseguía colmatar un vertedero, o sea, llenar un lugar que podría ser utilizado con otro tipo de residuos, cuando en realidad vivimos en un desierto y necesitamos abono en cantidad”, explicó la directora del proyecto, quien además justificó de ese modo la idea de reciclar los barros cloacales.
En la actualidad, Argentina cuenta con cuatro plantas de compostaje más: la ya mencionada, en Mar del Plata y otras tres en la provincia de Corrientes. No las hay, por lo tanto, ni en la Ciudad de Buenos Aires ni en el Conurbano bonaerense, las áreas que más población concentran (11 millones de habitantes). “En el Area Metropolitana Buenos Aires, si bien existe una norma provisoria –que no se cumple- la mayor parte de los líquidos cloacales sin tratar son inyectados al Río de la Plata provocando una seria contaminación ambiental en las aguas”, enfatiza Mazzarino.
El control y supervisión del proceso de compostaje en Bariloche está a cargo de los profesionales de la Universidad Nacional del Comahue, mientras que el manejo de la planta es responsabilidad de la Cooperativa de Electricidad Bariloche, que es la propietaria.
La planta de compostaje ocupa 3 hectáreas en un campo de un empresario local, ubicado a 8 kilómetros al sur del centro urbano de Bariloche, sobre la margen derecha del arroyo æ#8216;ireco. Está al aire libre, lo cual dificulta el proceso fundamentalmente durante los inviernos porque son muy lluviosos y fríos.
El dinero que se obtiene de la venta del fertilizante, comercialmente denominado Vitaplanta, se invierte en el mantenimiento de la planta y en investigaciones de la Universidad del Comahue. Producto de ello, se comprobó recientemente que el compost puede ser utilizado para reducir el nivel de contaminación en suelos empetrolados, es decir, para descontaminar suelos, y también para recuperar tierras quemadas.
Las experiencias piloto que desarrollaron las investigadoras entre los años 1994 y 1997, y que permitieron comprobar la factibilidad de compostar toda la producción de lodos de la ciudad mereció el reconocimiento de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación.
AUNO 26-05-05 RC/EV