«Una puerta a otros mundos»

Un grupo de jóvenes proyecta documentales en un centro cultural de Burzaco para difundir temáticas que consideran están “invisibilizadas”. “Nos parece que es importante generar espacios de calidad, libres y gratuitos para mostrar que se puede vivir de otra manera”, sostienen los creadores de Alondras para espejos.

Sergio Sánchez

Girar la murada a mundos escondidos a través del arte para construir una sociedad más justa y con lazos mejor consolidados es el eje que se propone el cineclub documental Alondras para espejos, un espacio cultural forjado por un grupo de jóvenes de Burzaco.

Aunque la idea de crear un espacio para proyectar cine documental gratuito y abierto a la comunidad comenzó a girar por la cabeza de Guillermo Gugliotti y un grupo de amigos en 2008, la iniciativa se concretó recién un año después, cuando pudieron juntar el dinero para comprar un proyector. “La meta es empezar a ver realidades que no se ven, que están invisibilizadas o naturalizadas”, explicó a AUNO Gugliotti.

Es que los jóvenes de Alondras para espejos encuentran en el cine una vía “para cambiar la mirada”, esa que muchas veces parece apuntar para lugares únicos, homogéneos, producto de la concentración del arte en muy pocos sectores de la sociedad.

Por eso, los creadores difunden producciones audiovisuales, primordialmente de directores argentinos, que propongan temáticas ocultas o banalizadas por los grandes medios de comunicación. Así, algunos de los ciclos tuvieron como eje a los pueblos originarios, la educación, la participación popular y las problemáticas de género.

“El mes pasado hicimos un ciclo sobre género. Los medios de comunicación influyen en la desvalorización de la mujer y la muestran como un objeto. Además, estamos en democracia pero desaparecen personas todo el tiempo y otras están reducidas a condiciones de esclavitud. Y esas cosas no se ven”, argumentó Gugliotti el por qué de los tópicos que eligen para los ciclos.

Sin embargo, la intención de Alondras… no es sólo proyectar documentales sino generar un debate crítico donde todas las voces tienen el mismo valor. “Tratamos de crear un espacio para compartir y formar otra mirada que incluya todas las cosas que pasan. Por eso, suele haber mucha charla después de las proyecciones”, contó el joven y rememoró el enriquecedor debate que se armó durante el ciclo “Educación” del cual participaron bachilleratos populares y agrupaciones estudiantiles.

Ante la falta de un espacio propio, Alondras… comenzó a proyectar en 2009 en casas particulares y más tarde en la plaza Manuel Belgrano, donde organizaron ciclos de cine latinoamericano.

“Ahora estamos haciendo los ciclos en un centro cultural de Burzaco llamado ‘El Derrumblé’, pero volveremos a las plazas cuando comience el calorcito”, se entusiasmó el chico que, aunque suene curioso, estudia programación de computadoras y no una carrera relacionada con las artes audiovisuales.

Nada hubiera sido posible sin la ayuda conjunta de los vecinos del barrio y organizaciones culturales y comunitarias de la zona Sur que aportaron su granito de arena. “Lo primero que hicimos fue contactar a otras organizaciones y comenzar a descubrirnos entre todos. Luego se fueron sumando vecinos que propusieron películas y ciclos”, recordó Gugliotti y enseguida confesó: “Nos cuesta mucho que la gente que no tiene nada que ver con ningún centro cultural u organización venga a ver una peli”.

El proyecto se mantiene en pie gracias a una “suma de voluntades” y la principal forma de difundirlo es a través de la participación activa en otros espacios populares. “Lo que más nos ayudó fue ir a los centros culturales, no sólo a dejar la publicidad, sino a participar de las muestras, recitales y talleres. Eso hizo que nos relacionemos de una manera efectiva y que la gente comenzara a venir al cineclub”, evaluó.

Sin embargo, los creadores de Alondras… reconocen que la meta es lograr que “el público en general tenga como opción concreta ir a un centro cultural para ver una película, como lo hace en cualquier sala” comercial. “Es fundamental que existan alternativas. Pero el cine barrial está desvalorizado y despreciado. Por eso, nos parece que es importante generar espacios de calidad, libres y gratuitos para mostrar que se puede vivir de otra manera y que la vida puede ser distinta”, deseó Gugliotti y sentenció: “Más allá de que el cine se puede disfrutar, también sirve para pensar, para mover las neuronas; no es sólo para distraerse”

A poco más de un año de su formación, el cineclub ya cuenta con más de 200 títulos de productores argentinos, latinoamericanos y de otros continentes. “Los títulos nos van llegando de boca en boca o nos los recomiendan. Como una manera de ayudar al cine documental, compramos muchas películas. También tratamos de estar en contacto con los directores. En la Feria del Libro Independiente y Autogestionada (FLIA) conseguimos mucho cine latinoamericano”, detalló.

*Alondras para espejos proyecta todos los sábados a las 20 en el centro cultural Derrumblé, E. de Burzaco 716, a una cuadra de la estación de trenes de Burzaco. La entrada siempre es libre y gratuita. Los ciclos pueden consultarse en www.alondrasparaespejos.com.ar

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AUNO-08-09-10

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