Con el objetivo de facilitar la reinserción laboral de ex consumidores de drogas prohibidas que están terminando con su proceso de rehabilitación, una organización de Esteban Echeverría aplica un sistema de asociación de pequeños productores integrado por un centenar de personas en recuperación que los liga comercialmente para que puedan acrecentar sus posibilidades de empleo.
La iniciativa es de la Asociación Civil para el Estudio, Prevención y Tratamiento de las Adicciones (Acepta), de Monte Grande, entre cuyas tareas incluye el trabajo de jóvenes en huertas orgánicas, venta de plantines, abono y lombrices.
La idea es paliar una realidad cuyos índices precisan –-según datos de Acepta— que en la actualidad habría más de 100 mil jóvenes adictos a diferentes drogas prohibidas. Alrededor de 45 mil son los consumidores en la provincia de Buenos Aires. De esta cantidad, el 60 por ciento accede a que su familia lo lleve a un centro de rehabilitación.
“Nuestro proyecto, además del asistencial, se dirige a asociarnos con pequeños productores con el afán de generar puestos de trabajo para las personas que se encuentran en proceso de rehabilitación; ya que una de las causas del fracaso de los tratamientos es que cuando terminan las personas no logran insertarse laboralmente, no sólo por la falta general de empleo sino porque son discriminados por su enfermedad”, comentó Luis Silva, director de los espacios terapéuticos de Acepta.
En Avellaneda, la asociación Revivir desarrolla una serie de microemprendientos similar para que los pacientes se sientan resguardados y no se frustren a la hora de buscar un empleo.
Esta entidad cuenta con emprendimientos de gastronomía, fábricas de pastas, criaderos de vacas y de caballos. Mientras que ACEPTA dicta cursos de informática y tiene planificado crear durante este año un programa de radio con los pacientes que estén en la última faceta del proceso de rehabilitación.
Durante el proceso de rehabilitación, el joven establece proyectos de vida a corto plazo e incluye la reinserción social, laboral, de relación o estudios. “Los objetivos se irán sosteniendo a través de la contención familiar y la disposición que cada paciente presente”, indicó el subdirector de Revivir, Guillermo Tonini.
Al comenzar el proceso de recuperación, todo el entorno acompaña la terapia, ya que “uno de los pilares fundamentales para la rehabilitación es el acompañamiento responsable de sus seres queridos, teniendo más posibilidades de superar la adicción”, explicó Silva.
Sebastián tiene 20 años, asiste Revivir desde hace ocho meses, su experiencia dentro de la adicción le ocasionó soledad, destrucción del vínculo familiar, pérdida de valores y trabajo, empeoramiento paulatino de su salud, destrucción física y mental, entre otros dramas. “Hoy estoy lejos de la adicción y toda la angustia que me provocaban mis perdidas se están diluyendo, disipando”, reconoció en diálogo con AUNO.
Cuando el proceso de recuperación llega a su faceta final, los miembros de la comunidad terapéutica se tienen que volver a enfrentar a sus propios miedos; uno de los principales, ser aceptados tal cual son.
El otro problema es que si la búsqueda de empleo se prolonga por varios meses puede ocasionarle grandes retrocesos y poner en peligro la recuperación.
Si todo marcha sobre rieles, la realidad es otra: “Luego de ocho meses de tratamiento, salí a buscar trabajo, en un mes logre ingresar en una tornería y poco a poco pude reorganizar mi vida”, contó Agustín, de 22, recuperado en Acepta.
El gran desafío que deben enfrentar los jóvenes para la reinserción “es aceptarse tal cual son, superando sus miedos por lo que fueron, conociendo sus fortalezas y apoyándose en el circulo familiar”, sostuvo Silva. Las entidades de rehabilitación “deberían ser tomadas como instituciones que hacen tomar conciencia de estas cuestiones”, concluyó.
EG-AFD
AUNO-16-04-08
locales@auno.org.ar