Un taller para curar el miedo a olvidar

Sebastián Medina La psicóloga Ivanna Más dicta el taller de la memoria para la tercera edad, una actividad subsidiada por el PAMI que se da en forma gratuita en distintos centros de jubilados. El taller, que apunta a estimular todas las funciones cognitivas, es un espacio donde los abuelos exteriorizan los miedos y angustias. En […]

Sebastián Medina

La psicóloga Ivanna Más dicta el taller de la memoria para la tercera edad, una actividad subsidiada por el PAMI que se da en forma gratuita en distintos centros de jubilados. El taller, que apunta a estimular todas las funciones cognitivas, es un espacio donde los abuelos exteriorizan los miedos y angustias.

En diálogo con AUNO, contó que la propuesta nació a partir de la cantidad de personas de la tercera edad que tiene problemas con la memoria. “La mayoría no tiene problemas graves de memoria sino que a determinada edad se trata más de un miedo a olvidarse de las cosas importantes. Lo que suelen olvidarse los abuelos es de cosas cotidianas, más que nada porque están pensando en otra cosa y no están prestando atención”, explicó.

-¿El taller ayuda a vencer el miedo a olvidar?
Sí, los ayuda, pero es algo progresivo con el transcurso del tiempo. Por lo general les cuesta mucho en un principio, pero después se abren y van dejando todo eso atrás. Pero, todos los casos son distintos y a algunos les cuesta más que a otros entregarse. Igualmente, nadie le escapa a sus emociones. Tarde o temprano eso termina aflorando en nuestro taller y en el centro en general.

-¿Los abuelos se sienten abandonados?
Sí, totalmente. Cuando empecé a trabajar para el PAMI me pedían con énfasis que no falte. A mí me llamaba la atención que prioricen la presencia antes que el contenido del taller, después lo entendí. Los abuelos van siempre al centro, no faltan por nada y para ellos es muy importante que uno esté ahí. Y pareciera que se encuentran con esa compañía que estaban buscando.

-¿Cuánto pesa la soledad al momento de decidir ir al centro?
Creo que mucho. La mayoría de los que vienen están transitando diferentes duelos. Comparten mucho entre sí sobre duelos y enfermedades. El centro es muy bueno porque les brinda compañía para atravesar esos procesos que son muy angustiantes, y que no hay forma de revertirlos. Acá se encuentran con gente que pasó por situaciones parecidas y sienten que alguien los entiende. Además sirve de mucho porque, por lo general, la gente mayor es reacia a ir a un psicólogo de forma particular y en la casa no pueden exteriorizar porque sienten que molestan.

-¿Crees que el entorno los deja de lado?
Sí, la familia en general lo hace todo el tiempo. No es que uno sea malo, sino que la rutina hace que les restemos tiempo a los abuelos. Cuando todos trabajamos y estamos ocupados en otras cosas, las personas mayores suelen sentirse un estorbo. Hay otros que vienen a ocupar el tiempo y a no pensar en cosas que los hagan decaer anímicamente.

-¿Por qué los hombres participan menos en las actividades de los centros?
Pienso que los hombres tienen otra dinámica. En general, les cuesta hablar más de ellos y tampoco les parece importante. En los momentos más introspectivos o emotivos suelen cerrarse o hacer chistes para no entrar en detalles. En este centro (San Martín de Valentín Alsina) solo tuve a dos hombres y hoy solo continúa uno. El hombre que sigue, llegó para acompañar a la mujer, ella sí tiene problemas de memoria. Eran muy unidos, pero finalmente los pude separar dándoles distintas actividades, y funcionó. También, creo que es un tema cultural. Las mujeres cuando recién se conocen ya se cuentan sus vidas, se abren más. Eso no pasa con los hombres.

-¿El vacío que puede generar la jubilación suele provocar enfermedades?
Puede ser así. Por un lado está lo biológico, uno se puede ir atrofiando si permanece mucho tiempo inactivo. Por el otro, el hecho de dejar de practicar ciertas actividades puede provocar que la persona se olvide cómo hacerlas.

AUNO-23-1-15
SM-SAM

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