(AUNO) A principios del siglo pasado se podía encontrar los caldenes en amplias zonas del centro del país. Los indios mapuches utilizaban su fruto para alimentarse. Más tarde, durante las dos guerras mundiales, su madera sirvió para reemplazar al carbón que venía de Inglaterra y utilizarlo como combustible. Hoy se usa la madera para carpintería fina o sostén para los alambrados de los campos. Pero si permanece de pie en la tierra, logra erosión de los suelos.
Las utilidades del caldén (o huitru en lengua mapuche) son tan variadas como interesantes desde lo económico. Es por ello que la empresa Forestal Agropecuaria Candelaria Sociedad Anónima (FACSA) quiere incursionar en su explotación en la provincia de La Pampa. Y buscan hacerlo pronto: ya se han reunido con funcionarios de la gobernación para desarrollar esta actividad en la localidad de Victorica, al noroeste de la provincia y muy cerca del límite con San Luis, en la que ya están realizando el negocio.
Sin embargo, este árbol único en el país y símbolo de la provincia de La Pampa –a tal punto que se encuentra en el escudo provincial–, necesita de importantes cuidados y precauciones, lo que obligaría a sancionar una nueva ley de bosques en la provincia para su preservación. Eso es lo impulsan la Asociación Ambientalista Alihue y la Asociación Indígena Willy Kalkin, con el fin de que este negocio no se convierta en una tala indiscriminada y provoque la desaparición de una especie única en el mundo.
En este sentido, Germán Canuhe, representante de la Asociación Willi Kalkin, sostuvo que “la ley que existe actualmente en la provincia no sirve, al igual que la ley nacional”, porque no pone límites a la explotación. El dirigente indigenista explicó que el caldén “es una especie de difícil reproducción, que tarda muchos años en llegar a su adultez. Por eso queremos que se tomen las precauciones necesarias para su explotación”. “Es el único pulmón que tenemos en la provincia y no queremos que desaparezca”, enfatizó.
Es que año tras año la cantidad de hectáreas que ocupa el caldén se reduce. Aunque todavía no se trate de una especie en extinción, el ecosistema del caldenar en su estado virgen ya casi no existe. Además, cada año se talan 2.500 hectáreas de bosques de esta especie –solamente en La Pampa- para dar paso a la actividad agrícola y ganadera. Hoy sólo quedan unos dos millones de hectáreas de los siete millones que había en 1900.
Según Canuhe, “no conocemos una manera adecuada para que la explotación del árbol no termine en una tala indiscriminada, dada su difícil reproducción”. “La propuesta de la empresa apunta a la neta comercialización de una madera noble pero difícil de reproducir. El bosque del centro de la Argentina no puede ni debe desaparecer”, enfatizó.
Es que a pesar de que la semilla de esta especie germine a la semana de que fuera sembrada, se necesitan unos 50 años para que alcance un porte mediano y de 70 a 80 para ser útil como madera. Además, el caldén puede llegar a vivir alrededor de 700 años.
El caldén es un árbol robusto que puede llegar hasta los 12 metros de altura, con arrugas en su corteza, espinas en sus ramas y unas chauchas dulces que los mapuches utilizaban como alimento. Es una especie única en su tipo y tan autóctona que en ningún lugar del mundo que no sea el centro de Argentina se lo encuentra.
Canuhe comentó que el objetivo que persigue la asociación es “impulsar una nueva ley de bosques en La Pampa que sea el marco al que deba ajustarse cualquier empresa que quiera explotar nuestros bosques, y que participe toda la ciudadanía en su elaboración para que todos seamos guardianes de su correcta aplicación”.
AUNO 02-09-04 EAP