Lomas de Zamora, noviembre 26 (AUNO).- “Es en italiano… Creo”, le dice una señora a otra. “Sí sí, es en el Italiano casi siempre”, contesta la otra. Y el resto del público supone lo mismo. Desde el prejuicio instalado, cuesta pensar que la gente de Llavallol sea adepta a la ópera, al igual que el resto del conurbano bonaerense. Su clasificación elitista, la barrera idiomática y el alto costo de las entradas para ver un espectáculo de esta calidad son obstáculos que pocos tienen ganas sortear.
Pero… “Ya que la gente no va al Colón, el Colón va a los barrios”, comenta con una sonrisa Mónica Boffino, la organizadora que impulsa junto a Cayetano Pitrella, Pablo Truchljakk, Diana Gómez, Matías Wilson y otros alumnos de la carrera de canto lírico del Conservatorio Julián Aguirre, una nueva modalidad que busca justamente de eso: llevar el Colón a los barrios.
La obra elegida fue “Rigoletto”, con escenas de la ópera de Giuseppe Verdi, un drama de pasión, engaño, amor filial y venganza. Y ahí es cuando parte la barrera se rompe. Boffino acto por acto explica en un castellano coloquial de qué se trata, qué sucede. Y Rigoletto se transforma en un drama cotidiano que representa a muchos de los vecinos que están sentados. La otra parte de la barrera termina de fracturarse cuando el Teatro Cosmopolita, el renovado nodo cultural de la localidad de Llavallol, expone estas obras de forma gratuita, ya que forman parte de las actividades que tiene programado el Centro de Análisis y Elaboración de Políticas Públicas (CAEPP). Y logra que más de 200 vecinos, en jeans y zapatillas, aplaudan un espectáculo de alta calidad. Y lo aplauden de pie, sin recato y cuando lo consideran. Interrumpen al pianista, interrumpen a los demás cantantes, pero a nadie le molesta.
“Participé en un concurso internacional de ópera en Austria, y salí dentro de los 30 mejores cantantes del mundo”, cuenta con orgullo Pablo Truchljak, protagonista de esta ópera interpretando al “Duque de Mantua”. Actualmente pertenece al Colón, y se podría decir que es todo un exponente de este género en Argentina.
Es simpático y tranquilo. Expresa las diferencias con Europa, y explica que “para ellos es su música” por eso es mucho más natural que se exponga, y acá “hay que hacer este tipo de cosas, como traducirlas”. Intenta poner a la ópera en un nivel terrenal, y aclara que “es un género popular, en realidad porque cuenta historias que exponen a la vida misma”.
Resalta también la importancia de estas actividades de integración con la comunidad, porque para él “hay artistas muy buenos dentro de esta disciplina en Argentina, y necesitan espacios para mostrar su arte”, por lo que remarcó que “esta es la forma de comenzar, que la gente se empape en el tema y sean más los que quieran escuchar este tipo de música”.
Boffino estuvo en los mejores teatros del mundo. Hoy está en el Cosmopolita, con la misma seriedad y compromiso. Defiende (y difunde) su profesión, y el género artístico, a muerte. Vecinos la vienen a saludar, la abrazan, la felicitan.
Ella fue la voz en castellano, el puente entre el italiano y lo entendible. “En realidad en un género que se lo considera mayor, de elite, y no es así, en realidad no tiene difusión (¿la ópera pasó a ser under?), y es una lástima porque integra varias disciplinas simultaneas, y produce un efecto muy fuerte en la gente”, afirma.
Se toma su tiempo y agradece al Conservatorio, ya que les dio la posibilidad de armar este espectáculo, incluyendo voces de estudiantes. Sonríe, siente que cumplió con un público exigente. Se debe tener talento para que aplaudan de pie a un grupo de cantores que gritan en italiano. Ella asegura que “el público fue magnífico, no sabían si podían aplaudir, pero cuando les dimos el ok, no paraban. Ese es un aliciente importante para el artista: siempre estamos esperando la revolución en la gente”.
El aplauso final llega, y los artistas piden hacer un “brindis sin copas”, y cantan un tema más. Todos acompañan con palmas. Luego, la gente marcha a sus casas. Sabe que presenciaron un espectáculo que solo podrían encontrar en el Colón, pero esta vez en el barrio. Se van despacio, contentos. Se van pensando que la ópera, más allá que hoy estuvo para ellos, es para las clases altas. Pero se van silbando sin saberlo el “Brindis de la traviata”, de Verdi. Esa tonadita está en la cabeza de todos, y lo estará el día siguiente, y el siguiente. Será un silbido de elite, sonando en las calles de Llavallol.
AUNO 26-11-2014
EEN-AFG