Escribió cientos de páginas en la Historia en Banfield, pero le faltaba una más. Esa que se le negó durante 19 años de carrera y 508 partidos con la camiseta verde y blanca. La carilla que finalmente el domingo pudo completar, esta vez, no desde adentro de la cancha, sino desde el banco de suplentes. Algo extraño para Javier Sanguinetti, acostumbrado a ser protagonista en varios de los momentos decisivos que el club disputó en los últimos tiempos.
En esta ocasión, le tocó vivir el título detrás de la línea de cal, como ayudante del entrenador Julio César Falcioni. Sin embargo, las sensaciones son las mismas. “Se disfruta igual o mucho más, aunque se sufre demasiado”, afirma en una charla mano a mano con AUNO en la que cuenta sus sensaciones y analiza los aciertos y errores de este Banfield, a horas de haberse consagrado campeón del Torneo Apertura 2009.
—¿Por qué fueron el mejor equipo del certamen?
—Fuimos un plantel completo. Tuvimos solidez, versatilidad, gol, mucho sacrificio y cuando fue necesario, también mostramos un buen nivel de fútbol. Por eso, no se puede discutir que Banfield fue un justo campeón. Nadie puede quitarle méritos a este plantel.
—¿Esto último es para quienes discutieron el estilo de juego del equipo?
—Acepto todas las opiniones por igual. Habrá incluso a quienes les guste más un equipo que otro, pero no se puede discutir a este Banfield como un merecido campeón. Siempre fuimos superiores a los rivales y en todas las canchas salimos a jugar de igual a igual.
—¿Entonces le gusta como juega Banfield?
—Me encanta. Sacar 41 puntos no es cosa de todos los días, tampoco tener la valla menos vencida y al goleador del campeonato (Santiago Silva). Son cosas que no pueden quedar afuera del análisis. Aparte, el equipo tiene jugadores de calidad. Contra Vélez, Godoy Cruz, por nombrar algunos partidos, desplegamos un gran nivel de juego.
—¿Pensaba que el título se podía lograr?
—La ilusión y la tranquilidad estuvo desde el primer día. Sabíamos que teníamos un buen plantel, un grupo de hombres comprometidos con un proyecto, que no se dieron nunca por vencidos, ni siquiera ante las situaciones más adversas. Por todo eso, creo que este grupo obtuvo un logro histórico al ganar un campeonato.
—¿Era el paso que le faltaba dar en el club?
—Disfruté muchísimos momentos felices en mi carrera. Tuve la suerte de conseguir cosas importantes, pero salir campeón de Primera División es lo más lindo que me podía pasar. Por eso, no me quedan palabras a la hora de agradecerle a (Julio César) Falcioni por darme la posibilidad de sumarme a este grupo, nada más y nada menos que como su ayudante.
No era lo que había pensado cuando anunció su retiro. Javier Sanguinetti quería seguir su camino en el fútbol, pero desde la función de manager o coordinador. Sin embargo, esa llamada sorpresiva que recibió de Falcioni, aquel sábado de febrero le hizo comprender que se encontraba ante una oportunidad que no podía desaprovechar. “Me asombró, pero acá estoy. Julio es el culpable de que yo haya conseguido esto”, cuenta con una sonrisa el “Archu”
—¿Qué recuerdos tiene de esa primera charla?
—Dijimos que íbamos a intentar hacer algo parecido a lo que se había logrado cuatro años atrás, cuando Banfield fue protagonista del torneo local y consiguió hacer una gran participación en las copas internacionales. Obviamente con las expectativas lógicas del caso, en un club que conocíamos bien y que no venía haciendo buenas campañas.
—¿Y cómo se logró ese cambio? Si la base de jugadores, a grandes rasgos, es casi la misma que existía en el torneo anterior, cuando Banfield tuvo muchos altibajos…
—Creo que Falcioni es el gran responsable de eso. Porque armó el equipo y lo diseñó con un nuevo estilo de juego. Recuperó a jugadores que no tenían su posibilidad como (Julio) Barraza y Sebastián Fernández. Sumó grandes refuerzos como el “Gallego” (Sebastián Méndez), (Roberto) Battión y (Marcelo) Quinteros. Le otorgó a este Banfield una identidad de lucha. Y el grupo demostró que se merecía lo que consiguió.
—Rescata muchas virtudes del equipo, ¿Cuáles serían los defectos?
—Sufrimos más de la cuenta. Quizá la presión, o la responsabilidad de estar ante una posibilidad única, nos pudo haber jugado en contra en el partido contra Boca. Aunque también hay que decirlo: en las últimas fechas, todos salieron a jugarse la vida cuando nos enfrentaban. Era como si se estuvieran ante un campeón mundial.
—¿Y no lo festejó como si hubiese conseguido una Copa del Mundo?
—Sí, totalmente. La emoción y el delirio, ahí, en la cancha de Boca, en el vestuario, y en el viaje hasta el Florencio Sola, fue producto de un grito que teníamos contenido. Vivir un campeonato con Banfield resultó una experiencia única, no importa en la función en la que me tocó estar. Fue como soñar despierto.
AUNO-15-12-09
NS-LDC
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