«Los destrozos estuvieron dirigidos a que no sigamos haciendo el diario»

Así lo expresó el periodista y delegado de Tiempo Argentino Alejandro Wall, quien relató cómo vivieron los trabajadores el ingreso de una patota que provocó destrozos en la redacción. Para la abogada que lleva adelante la causa “hay un claro vínculo con el poder” ya que la Fiscalía dejó a Mariano Martínez Rojas, supuesto dueño del diario, irse “sin siquiera verificarle el domicilio”.

María Eugenia Muzio

Lomas de Zamora, julio 05 (AUNO).- “Los destrozos estuvieron muy dirigidos a la idea de no poder seguir haciendo el diario”, expresó Alejandro Wall, periodista y delegado gremial de Tiempo Argentino. La patota comandada por el supuesto nuevo dueño del diario, Mariano Martinez Rojas, no destrozó mobiliario al azar: su objetivo fueron cables de red, conexiones con el servidor y archivos fotográficos que quedaron arruinados.

Luego de cuatro horas, los trabajadores del diario pudieron ingresar al edificio que comparten con Radio América para socorrer a sus tres compañeros que habían quedado adentro cuando el grupo del empresario que irrumpió esa madrugada comenzó a agredirlos y a romper las instalaciones con palos, cadenas y navajas, según informaron los periodistas.

“La policía los cuidaba, no nos dejaba entrar”, contó a AUNO Gimena Fuertes, redactora del semanario cooperativo. “Enseguida los que no estábamos allá y colegas de otros medios fuimos a hacer presión para poder entrar”, narró Wall. “Ingresamos tres compañeros con tres policías y seguía la patota ahí con Martínez Rojas. Este hizo una serie de amenazas, tuvo un diálogo con la policía y lo dejaron ir”, cuestionó.

El empresario está imputado junto a las 10 personas que se presume que lo acompañaron y deberán declarar en las próximas 48 horas. Sin embargo, según los trabajadores de Tiempo, los integrantes de la patota eran 20 y vieron como cuatro de ellos se escapaban. Vecinos del edificio ubicado en Amenabar 23 denunciaron que escucharon ruidos en los techos de sus casas, por lo que se presume que algunos de pueden haber escapado por las viviendas linderas.

El papel de la policía hizo ruido: los intrusos se fueron escoltados por la Policía Federal y sus patrulleros permanecieron en la puerta durante el incidente. María del Carmen Verdú, abogada que lleva adelante la causa por los destrozos, aseguró que “hay un claro vínculo con el poder” ya que la fiscal Verónica Andrade dejó ir a Martínez Rojas “sin siquiera verificarle el domicilio”. “La policía lo identificó, lo entrevistó y lo dejó ir”, aseveró.

A pesar del impacto por este nuevo golpe, no es la primera vez que los trabajadores sufren la violencia del empresario: hace quince días la misma patota había irrumpido en Radio América para tomar la antena de transmisión. Los trabajadores tuvieron que dejar a la fuerza de hacer sus programas, por lo que la radio ahora solo transmite música.

Dolidos, conmocionados, envalentonados aún más; los periodistas que ya llevan dos meses como un proyecto autogestivo, relataron y profundizaron en todo lo sucedido con una edición especial del diario que salió hoy; mientras que a las 13.30 habrá una asamblea especial de Sipreba en la puerta de la redacción “contra la patota, por los puestos de trabajo y la libertad de expresión de Tiempo Argentino y Radio América”.

Los trabajadores de la radio y del diario siguen sufriendo las consecuencias del vaciamiento del Grupo 23, que dejó de pagarles hace seis meses y del que nunca fueron desvinculados legalmente. Desde hace un tiempo intentan dilatar el desalojo del inmueble que abandonaron sus anteriores dueños, Sergio Szpolski y Matías Garfunkel.

El secretario general de SiPreBa, Fernando “Tato” Dondero, opinó que Martinez Rojas “dice ser dueño, pero que nunca demostró ser propietario de nada”. “Cuando supuestamente compró los medios nunca pagó los sueldos ni el alquiler que debían los anteriores dueños. Si fuera el dueño como dice ser, no entraría con navajas a romper todo”, agregó.

A pesar de tener una redacción aniquilada, de enfrentar un supuesto propietario que los amenaza constantemente y un Estado que mira para otro lado, y con el esfuerzo que implica sostener un diario autogestivo, los trabajadores siguen siendo dueños de sus palabras y hoy habrá un Tiempo en todos los kioscos.

AUNO 05-07-2016
MEM-AFG

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