(AUNO-TERCER SECTOR*) “Si se quiere aspirar a superar la crisis, se deben instrumentar acciones estructurales, que cambien la relación entre los miembros de la comunidad y amplíen las posibilidades de conseguir el sustento con el propio trabajo”. Esta es la principal consigna del modelo de autoabastecimiento alimentario a nivel urbano para 500 familias que lanzó el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) con el apoyo de la Universidad Nacional de San Martín.
El plan alimentario contempla las características de la dieta para una familia conformada por dos adultos, una persona mayor de 65 años y tres menores de 18 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) sobre la población de la denominada Villa 3, Barrio Fátima, que es el tipo de grupo familiar al que está orientado el modelo. Además, se definen los alimentos a producir, las modalidades de producción, la capacitación de mano de obra desocupada y la inversión que se necesita.
“La idea es no subordinarse a las reglas del mercado”, sostiene el presidente del INTI, Enrique Martínez. Subsistir sin mercado “a través de la relación de trabajo voluntario con la tierra y con otros compatriotas representa un cambio cultural sustancial, porque permite asumir una visión distinta del poder propio y como reflejo, una visión distinta del poder económico o político”, agrega.
Para llevar adelante el programa, cuya inversión es de alrededor de 150 mil pesos, el INTI cuenta con la colaboración de la Universidad Nacional de San Martín y el apoyo de organizaciones de la sociedad civil como Cáritas, AMIA, Banco Social GESOL.
Mediante este proyecto se prevé atender la dieta completa de las 3 mil personas que participan en la cadena de valor de producción de pan, prepizzas y empanadas; pastas secas y frescas; hortalizas; carnes rojas y blancas; leche, yogur y queso blando. “Se produce lo más fácil de elaborar para tener un excedente en la producción, venderlo y así poder comprar lo que no es factible de producir: papas, arroz, frutas, pescado, huevos, aceite y grasa”, explica Martínez.
El modo de producción de cada alimento varía en cuanto capacitación, lugar e inversión. Así, el autoabastecimiento de leche y productos lácteos se realiza a nivel domiciliario a través de la instalación de un tanque comunitario receptor de leche cruda refrigerada, de 2 mil litros de capacidad, con suministro diario de leche, y la posterior elaboración, tanto para el consumo de leche fluida, el yogur y el queso fresco.
En cuanto a la elaboración de pan y pastas, se requieren 5 personas que cumplan una jornada laboral completa de 8 horas cada uno en una instalación comunitaria. La calificación del personal que se necesita es mínima: “Con la escuela primaria se puede llevar adelante esta propuesta, solo es necesario un maestro panadero que supervise el trabajo”, detalla un informe del INTI.
Las carnes rojas y blancas se obtienen a través de la instalación de una carnicería que “no trabajará para el mercado” y que se abastecerá de medias reses y pollos a precio de frigorífico.
El autoabastecimiento de hortalizas es quizás la producción más importante que plantea el modelo que el INTI propone. Alrededor de 20 a 25 miembros de una comunidad deberán trabajar 25 horas por semana en una chacra comercial y recibir a cambio las hortalizas para suministrar a 500 familias. Este intercambio se establece mediante un bono de trueque que le permite a los trabajadores contar con el consumo mensual de hortalizas, tanto en la misma chacra, como en centros mayoristas o minoristas, previamente adheridos a este sistema. Para eso pretenden contar con un núcleo de productores del área rural de Buenos Aires, que cuenta con 8 mil pymes agropecuarias, y también del área metropolitana que involucra a 40 municipios además de la Ciudad de Buenos Aires, y comprende 1.300.000 hectáreas.
“La única desventaja del nivel urbano es el nulo contacto con la tierra”, se lamenta Martínez. Para superar ese problema desde el INTI se plantea una red de capacitación y asesoramiento que tiene a Internet como principal soporte, además de material gráfico. “La plataforma informática incluirá un espacio de consulta y vínculos a especialistas en diferentes temáticas (producción, nutrición, organización del trabajo)”.
“Si esto tiene acompañamiento fuerte por parte del Gobierno, va solo”, se entusiasma Martínez. Después de comenzar la experiencia en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, el INTI proyecta aplicar este modelo a nivel macro: “La idea sería que se beneficien 400.000 familias de Córdoba, Santa Fe, el noroeste, noreste del país, entre otras regiones. Son 2 millones de personas, y la inversión sería de 150 millones de pesos”.
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* Agencia Universitaria de Noticias y Opinión.
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