Por Rubén Telechea*
En los últimos tiempos muchos jóvenes “descubrieron” a Fito Páez con motivo de la gira emprendida al cumplirse treinta años de su emblemático disco El amor después del amor, pero sobre todo por la exitosa serie donde se relata parte de su vida.
Parece entonces una buena ocasión para recordar un detalle casi desconocido u olvidado de su trayectoria artística que une a un músico de tamaña jerarquía con la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Cuando la última dictadura cívico-militar tuvo la alocada idea de recuperar nuestras Islas Malvinas por la fuerza, mientras allí se desarrollaban los combates, en el continente se realizó una buena cantidad de actividades para enviar ayuda a los soldados. Tiempo después se conocería que nada de lo reunido llegó a destino, pero esa historia no es motivo de esta nota.
Entre esas movidas, hubo una muy significativa que fue un multitudinario concierto de rock, que se llevó a cabo en el estadio de Obras Sanitarias, al aire libre ,el 16 de mayo de 1982. Allí participaron casi todas las bandas y solistas de mayor éxito por aquella época.
Se calcula que hubo unas 80 mil personas. Para tomar dimensión, hasta ese momento el “logro” de una banda de rock era llenar un Obras cerrado (alrededor de 5000 personas).
Al ser con un fin solidario, se pedía que quienes asistieran colaboraran llevando alimentos no perecederos, frazadas, ropa de abrigo y algo que hoy probablemente sería impensable: cigarrillos. Todo para ser enviado a los soldados.
A partir de tamaña repercusión, en gran medida inesperada, se decidió replicar a menor escala el evento. Surgió entonces la idea de que algunas bandas se presentaran en determinados lugares con el mismo fin solidario. Uno de los sitios elegidos fueron las universidades.
Así fue que Juan Carlos Baglietto, de gran éxito en ese momento, se presentó un día de fines de mayo de 1982 en el gimnasio de la Escuela Normal Antonio Mentruyt de Lomas de Zamora donde se daban las clases de la Facultad de Ciencias de Económicas de la UNLZ, que todavía no tenía sede propia.
La banda que lo acompañaba era conocida como “la de los rosarinos”, por ser todos originarios de esa ciudad y tuvo la particularidad de que la mayoría de sus integrantes serían luego solistas con suerte diversa: Silvina Garré, Rubén Goldín, Adrián Abonizio, Lalo de los Santos, Jorge Fandermole y un jovencísimo y carismático tecladista de apenas 18 años que ya comenzaba a destacarse por ser compositor de varios de los temas de Baglietto, quien además le dio la posibilidad de cantar un par de canciones, como ocurría en todos sus shows.
Era ni más ni menos que Fito Páez. Unas 200 personas, de las cuales la mitad no eran estudiantes de la facultad pero se habían enterado por el “boca en boca”, tuvieron el privilegio de disfutar ese evento, hoy histórico. Yo, que era un joven docente y graduado de la casa, fui uno de ellos.
*Docente de Técnicas de Valuación (Facultad de Ciencias Económicas) y Economía General (Facultad de Ciencias Sociales)
LT