María Eva Sanz es socia fundadora y presidenta de la Asociación Mutual “Grupo Buenos Ayres”, una entidad que lucha contra la violencia familiar que surgió hace 15 años a partir de la idea de un grupo de profesionales de la Universidad de Buenos Aires. Estudió Trabajo Social en la UBA y luego se especializó en Violencia Familiar y Técnicas operativas. A lo largo de su carrera publicó numerosos escritos acerca de la violencia familiar y de género. Además, supervisa junto con otros profesionales el programa “Asistencia a hombres que ejercen violencia hacia su pareja” que cuenta con el apoyo del Consejo Nacional de las Mujeres.
Más de 20 años de trabajo avalan los dichos de una mujer atravesada por la lucha contra la violencia familiar y de género. Su oficina luce repleta de carpetas que reflejan años de investigación. Es el lugar donde desde hace 15 años recibe el grito de auxilio de hombres y mujeres que llegan con distintas problemáticas, aunque todos unidos por la necesidad de un cambio en su vida.
La sede principal de la Asociación Mutual “Grupo Buenos Ayres” se erige en la Avenida Meeks 265, en Lomas de Zamora. Fue la primera que abrió sus puertas. Desde hace un mes y medio, la Ciudad de Buenos Aires, también tiene su centro de atención en Corrientes y Callao. “Hoy estamos en otro momento histórico de la violencia de género, donde hay espacios para atender la problemática en las mujeres”, resaltó Sanz. E insiste en que, a pesar de los avances logrados en los últimos tiempos, aún queda algo pendiente: la lucha contra el patriarcado. Y se mostró optimista: “Se necesita un cambio cultural y estamos en el camino”.
Sanz se manifestó de acuerdo con las políticas públicas que se implementaron en los últimos años así como también con el rol que cumple el Estado en la prevención de la violencia de género y la asistencia a las víctimas. Sin embargo, la mutual comenzó a darse cuenta de que en los últimos dos años “no había contención para los hombres que quieren recuperarse” al analizar el marco de la problemática.
Para Sanz, la sanción de Ley 26.458 en 2009 con el objetivo de dar “Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres”, fue positiva a pesar de los reclamos que surgen en torno a su aplicación y la falta de presupuesto. “La ley es lo mejor que nos pasó pero vemos que eso no está en la cabeza de las personas. Hace poco escuché a un juez decir que los hombres estaban enfermos”, aseguró indignada.
-¿Qué legado dejó la realización de la marcha #NiUnaMenos?
-La movilización fue buena como expresión. Pero no se empieza ni termina en una marcha, ni tampoco es un hito. No salva vidas. Creo que fue parte del proceso que se va dando. Se unieron voluntades de muchísimos sectores. Así es como surge el cambio.
El cuestionamiento sobre la falta de presupuesto para implementar la ley fue uno de los que se hicieron escuchar el 3 de junio en la concentración frente al Congreso, así como también el cuestionamiento a la nula existencia de estadísticas. Al respecto, advirtió que “no es sólo con más dinero que se resuelve la problemática”. “Se necesita también la conciencia y lleva tiempo que se instale en las personas”, afirmó.
En los últimos días, se conocieron los primeros datos oficiales del Registro Único de Casos de Violencia contra la Mujer (Rucvm), que se desprenden de un trabajo conjunto entre Indec y Consejo Nacional de las Mujeres. Al menos 55 mujeres de más de 14 años denunciaron ser víctimas de violencia de género por día. Y si de cifras se trata, la Casa del Encuentro demostró, a través de documentación periodística, que en los últimos siete años más de 1.800 mujeres fueron asesinadas.
-¿Cómo se logra el cambio?
-Se cambia con militancia y desde todos los sectores simultáneamente. Desde la aplicación de la perspectiva de género en todos los ámbitos. Todo tiene que ir sumando en un mismo sentido y una misma dirección.
-¿Considera que la sociedad está en el camino correcto para lograrlo?
-Sí, creo que esto se va dando, soy optimista. Pienso en el 2000 y en hoy. Ahora se salvan muchísimas más vidas. En aquel momento, cuatro mujeres por mes se morían en Ingeniero Budge. Hoy no pasa. Siguen muriendo mujeres, sí, pero hay muchos más recursos para poder salvar vidas. No creo que hayan aumentado los casos, sino que se cortó con la naturalización. Además, el foco de los medios hace que se vean más. Antes, los casos ocurrían igual pero no se hablaba de femicidios sino de crímenes pasionales o muertes por algún tipo. Estaban ocultos. Ahora salen un poco más a la luz.
-En casos de violencia de género es frecuente escuchar la denuncia de víctimas que no han sido socorridas por la Policía luego de accionar el botón antipánico previamente otorgado por la Justicia. ¿Por qué, a pesar de tener una orden de asistencia a la víctima, ocurren estas cosas?
-A veces se dice que tal policía hizo lo que hizo por no estar capacitado o tal juez no dictó una medida cautelar por no estar capacitado, y puede ser. Pero creemos que fundamentalmente hay gente que todavía adhiere al patriarcado. No es que no sepan cómo actuar.
-¿Entonces esto no tendría que ver con una falta de capacitación?
-No. Por mas capacitación que reciba, si la persona no cree en lo que le ocurrió a una mujer o no tiene la perspectiva de género, que no es un eslogan sino ver la desigualdad de poder que existe entre hombre y mujer, estas cosas van a seguir pasando más allá de toda la teoría que se reciba. Estos estragos tienen que ver con una adhesión fuerte al patriarcado.
Al hacer referencia a este nuevo contexto en cuanto a la problemática de género, donde existe contención por parte del Estado para las mujeres víctimas, Sanz se enorgullece al decir que a partir de un convenio realizado por el Consejo Nacional de las Mujeres hace dos años, se pudo llevar adelante la primera experiencia de grupos pisco-socio-educativos en hombres que ejercen la violencia hacia su pareja. Se trata de un esquema de trabajo con el que a partir del apoyo económico del organismo nacional se logró formar a profesionales para el tratamiento de hombres violentos.
-¿Cómo funcionó el programa?
-Se estableció un dispositivo cerrado. Se trabajó durante 16 sesiones con un mismo grupo con profesionales a cargo. Se abordaron distintos temas, se realizaron ejercicios con los varones y luego se realizó una evaluación al respecto. Ese análisis desembocó en un informe, que se transformó en el libro de la Red de Equipos de Trabajo y Estudio en Masculinidades “RETEM”, “Violencia Masculina en Argentina”, que tendrá su presentación oficial el 2 de noviembre en los Tribunales de Lomas de Zamora.
“Desde siempre estuvimos abocados a poder dar una respuesta a aquellos hombres que tienen ganas de cambiar, que dicen que el patriarcado también los afecta porque los imposibilita a hacer personas enteras. Esta primera socialización cultural también afecta a los hombres, no solo a las mujeres”, sostuvo Sanz.
Considera que existe un “mito respecto de la enfermedad” que se le adjudica al victimario porque sostiene que se trata de un término que es “funcional al patriarcado”. Por ese motivo son rigurosos con la asistencia de los grupos de hombres con los que trabajan. Sólo se les permiten dos ausencias justificadas a las reuniones.
“Si uno comete un error, se va a decir que el tratamiento no funciona y que es verdad que la violencia es una enfermedad, entonces, siempre les remarcamos que hay una gran responsabilidad de su parte para no hacer quedar mal a sus compañeros, pero también de no hacerlo con el proceso de cambio cultural”, señaló Sanz.
-¿ Por qué existe un proceso de admisión para ingresar al programa?
-Este grupo que se maneja con técnicas cognitivas conductuales y tienen ciertos requisitos. Entre ellos, no consumir alcohol, no ser adicto a una droga porque requiere de mucha voluntad. Y la voluntad con el alcohol y las drogas se va por eso es que realizamos entrevistas previas al ingreso.
-¿En qué consiste el documento de confidencialidad con el asistido?
-Entre otras cosas, se deja por escrito que en caso de gravedad estamos autorizados a contactarnos con la pareja; que lo que se habla dentro del grupo queda allí; que el material que surge puede ser utilizado científicamente para exposiciones y demás. Y, sobre todo, el compromiso de la no violencia.
Los hombres son derivados a la Asociación Mutual “Grupo Buenos Ayres” por otros actores comprometidos, entre ellos, la Defensoría General de Lomas de Zamora, el Juzgado de Garantías 8 del Departamento Judicial de Lomas de Zamora, a cargo de Gabriel Vitale, iglesias —sobre todo evangélicas— y otros establecimientos como, por ejemplo, las escuelas. “Los grupos son de 10 personas y hay gente de todas las edades, desde veinteañeros hasta adultos mayores que ejercen violencia sobre sus parejas”, cuenta Sanz.
-¿Sufren recaídas los hombres que son asistidos?
-Sí, sabemos que de una no lo pueden lograr. Cuando esto se da son los mismos compañeros los que le recuerdan a esa persona que había firmado un compromiso de no violencia. Lo que podemos comprobar en el último tiempo es que las recaídas que van teniendo no son tan graves como la anterior.
-¿De qué manera notan que el grado de recaída es menor cuando la persona está en tratamiento?
-Nos damos cuenta, por ejemplo, porque si ingresaron por una golpiza mayor a lo mejor la recaída es un insulto o una degradación verbal. Hay una esperanza como para decir que se puede frenar la violencia física.
-¿Es fácil cortar con la violencia?
-No. El ciclo de la violencia se sigue repitiendo durante mucho tiempo porque se construyó en un proceso de vida de la pareja y aunque se separen no se corta. Por eso vuelven a la casa de la mujer o no cumplen con las medidas judiciales. Es algo que hay que desprocesar. El tratamiento, por ello, es obligatorio durante un año con opción a extenderse por otro más.
*-¿Hay muchos casos de deserción en el programa?-
-Algunos vienen por recomendación del abogado y cuando logran avanzar judicialmente abandonan. Todas las personas son distintas. Cuando hay voluntad, se puede. Nos da mucha satisfacción cuando logran cambiar.
-¿Se puede erradicar la violencia de género?
-Sí. Hay que seguir en este camino. Hay que revisar estereotipos creados tanto en hombres como mujeres en esta sociedad patriarcal. El proceso es lento pero se puede.
*Nota realizada para la materia Taller de Periodismo Gráfico
AUNO 05-10-15
TM-MFV