La Copa Davis, por fin, es argentina

Hito histórico para el tenis nacional, que consiguió su primera “Ensaladera” bajo el liderazgo de un Juan Martín Del Potro avasallante y gracias al memorable triunfo de Federico Delbonis en el quinto punto que definió la serie por 3-2 ante Croacia, en Zagreb.

Joaco Talmon

Lomas de Zamora, noviembre 28 (AUNO).- Final de la Copa Davis. Quinto punto de la serie. Dos sets arriba. Cinco a dos. Cuarenta a cero. Federico Delbonis está a un punto de lograr una hazaña en Zagreb, Croacia. A un punto de entrar en los libros del tenis mundial, de inscribir su nombre en la gran historia del deporte argentino. El primer servicio se dirige hacia la humanidad del gigante Ivo Karlovic. El croata devuelve con displicencia, como una suerte de obsequio para el argentino. Las distancias entre ese tiro y la frase “tomá y hacelo” son ínfimas. Delbonis prepara uno de sus golpes finales. Se arquea y ejecuta el zurdazo. La pelota toma altura y se va ancha.

Final de la Copa Davis. Quinto punto de la serie. Dos sets arriba. Cinco a dos. Cuarenta a quince. El público local aprovecha para alentar a su jugador, que luce cabizbajo y serio pese al error rival. La hinchada argentina no quiere ser menos y gira la perilla del volumen hacia la derecha para demostrar presencia. El capitán Daniel Orsanic, sin quitarle la mirada de encima a Delbonis, extiende su brazo derecho en dirección hacia el público y hace un gesto con la mano para pedir calma. El primer servicio toca la red y sale disparado hacia la línea de fondo de la pista. Los croatas celebran e intentan desorientar al argentino. Ansiedad, suspenso, alegría, emoción: sustantivos abstractos diametralmente opuestos ocupan un espacio privilegiado en la psiquis del azuleño, que todavía tiene una gran oportunidad en su zurda.

El segundo servicio entra en el cuadrado de recepción del croata. Hasta ahí, objetivo cumplido. Karlovic intenta una derecha arriesgada, al cuerpo del rival. La pelota vuela en un viaje interminable. Delbonis retrocede un paso y vuelve a retroceder otro. Calcula la trayectoria y se prepara para apuntar. No hace falta. La pelota pica más allá de la línea de fondo. Ya está. Delbonis se deja caer al suelo. En un abrir y cerrar de ojos, ya no está solo: una montaña celeste y blanca formada por los jugadores, el entrenador, el cuerpo técnico, los masajistas, emerge en el Arena Zagreb. Fue. 6-3, 6-4 y 6-2 y más de dos horas de partido para que Delbonis terminara de construir en el quinto punto de la serie y tras un domingo inolvidable la hazaña más importante del tenis argentino.

“Ya está en casa, donde tiene que estar. Nunca pensé que se podía perder esta final. Tarde o temprano iba a estar”, afirma Delbonis, empapado y con los ojos rojos. “Jugué con el corazón. Gracias a Juan Martín (Del Potro) jugué el quinto punto y se lo agradecí no bien llegué al vestuario”, reconoció el muchachito de la película, a sabiendas de que el otro gran héroe del fin de semana había sido la Torre de Tandil.

Los muchachos hicieron historia y todavía no son conscientes de lo que generaron. “Ojalá que el día de mañana esto sea una inyección muy grande para los chicos que juegan al tenis y que quieran ser profesionales, es importante que todos los argentinos sepan que, si se quiere, se puede”, lanza Delbonis.

El ansiado sueño finalmente se concretó. Argentina gritó campeón y pasó a formar parte de un selecto grupo de 15 países que obtuvieron la Copa Davis.

El viernes de esperanza y el sábado de bronca

Todo había comenzado el viernes. Como si se tratara de un guiño del destino, allí emergió con fuerza la figura de Delbonis. El oriundo de Azul iba a ser el elegido por Orsanic para enfrentar al número uno del equipo croata y sexto del ranking mundial, Marin Cilic. En un encuentro en el que la lógica y la sorpresa se repartieron el protagonismo, ya que los dos primeros sets se los llevó Cilic con absoluta autoridad. Sin embargo, un exceso de confianza sumado al cansancio acumulado del croata (89 partidos en el año entre singles y dobles) permitió mostrar el mejor nivel de Delbonis, que logró llevarse los dos sets siguientes para forzar a un quinto. Allí, el número seis sacó a relucir su mejor nivel y logró llevarse el primer punto de la serie: 6-3, 7-5, 3-6, 1-6, y 6-2.

El segundo turno lo esperaba a Del Potro, el as de espada de la Argentina, frente a 211 centímetros de fibra croata. Es que Karlovic es el jugador con mejor saque en la actualidad, algo que respalda con un elocuente récord: logró 11.572 aces y es el tenista con mayor cantidad de saques sin devolución en la historia del deporte. Delpo fue paciente, no se ahogó luego del segundo set que cedió en el tiebreak y a puro derechazo y con un saque estable selló la contienda. Fue 6-4, 6-7 (6), 6-3 y 7-5 para el oriundo de Tandil. Así, la serie repartía un punto para cada equipo.

Llegaba el sábado y la acción del dobles. Croacia, visiblemente favorita, tenía en Ivan Dodig (número 13 del ranking de dobles) y en Cilic una fórmula demoledora para hacerse con el tercer punto de la serie. Del otro lado, Juan Martín Del Potro y Leonardo Mayer pretendían dar la sorpresa, que nunca llegó. El partido se definió en tres sets: 7-6 (2), 7-6 (4) y 6-3.

Del Potro, la hazaña antes de la hazaña

El domingo comenzó con el duelo que enfrentaba a las dos mejores raquetas de los equipos: Cilic por un lado y Del Potro por el otro. La actualidad indicaba que el croata estaba con más ritmo y mejor físicamente. Su clasificación a la Final del ATP Tour y sus recientes victorias ante Andy Murray, en la final del Masters 1000 de Cincinnati, y ante Novak Djokovic, en los cuartos de final del Masters 1000 de París, colocaban al europeo como claro favorito.

Para Del Potro, en cambio, se trataba del acto final de un 2016 que lo volvió a tener como protagonista en el circuito al cabo de un ascenso meteórico desde febrero, desde cuando escaló algo más de mil posiciones en el ranking mundial al saltar del puesto 1042 al 38 tras la seguidilla de lesiones en sus muñecas que lo alejaron de la gran escena. Su veloz progreso lo llevó a cumplir metas insospechadas: medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río (triunfos ante Djokovic y Nadal), campeón del ATP 250 de Estocolmo, cuartos de final del US Open y el acceso a la final de la Copa Davis (triunfo clave ante Murray en el partido más largo de la historia de la Copa Davis). Pero lo mejor estaba por venir.

Y eso que el domingo arrancó con viento en contra. Cilic tomó más riesgos y se puso dos sets arriba en algo más de dos horas para dejar a la Argentina al borde del abismo. Sin embargo, Del Potro no se entregó y con la paciencia que siempre lo caracteriza resurgió y se llevó los dos sets siguientes.

Los fantasmas aparecieron con más fuerza que nunca para Cilic, ya que dos días atrás pasó por la misma situación frente a Delbonis. En aquella ocasión ganó, pero en esta Del Potro no lo perdonó y por primera vez en su carrera revirtió un partido en el que estaba dos sets abajo. La chapa marcó un 6-7 (4), 2-6, 7-5, 6-4 y 6-3 para un triunfo que, horas atrás, se creía imposible y que después, se transformaría en el paso fundamental para obtener la Copa Davis. El siguiente capítulo ya es historia.

El recorrido, siempre lejos de casa

El camino comenzó en marzo, en el Ergo Arena, un importante estadio para 15 mil espectadores, ubicado en Gdansk, Polonia. La superficie elegida fue el cemento, la predilecta para los polacos. Guido Pella cantó victoria sobre Michal Przysiezny y después Mayer dio cuenta de Hubert Hurkacz. Viernes victorioso para los argentinos. El sábado presentaba a la fórmula Lukasz Kubot y Marcin Matkowski, el dobles del equipo europeo y su punto fuerte. La pareja polaca prevaleció sobre la formación integrada por Carlos Berlocq y Renzo Olivo, lo que dilató la definición de la serie hasta el domingo. Pero Mayer silenció Gdansk al vencer a Przysiezny para depositar al equipo en cuartos de final.

La ruta de viaje indicaba un nuevo destino: Italia, con dos importantes singlistas (Fabio Fognini y Andreas Seppi), que además contaban con experiencia en dobles. El equipo argentino, revitalizado con la inclusión de Del Potro, que sólo jugaría el dobles por decisión de Orsanic, que prefirió no apurar la vuelta del tandilense, todavía lejos de su plenitud física en pleno retorno tras la última operación.

El héroe de esta serie fue Delbonis, quién le ganó a Seppi por 7-6 (4), 3-6, 6-3 y 7-6 (3) en la apertura y luego dio cuenta de Fognini, por 6-4, 7-5, 3-6 y 7-5. El azuleño, que todavía no imaginaba el regalo que le tenía preparado el destino, aportó dos puntos vitales que, sumados a la victoria del dobles de Del Potro- Pella sobre Fognini-Paolo Lorenzi (6-1, 7-6 (4), 3-6, 3-6, 6-4) allanaron el camino hacia las semifinales, donde esperaba Gran Bretaña, en Escocia y con Andy Murray como estandarte.

Tres singlistas fueron los artífices de la victoria, también inolvidable, en Glasgow. Una evidencia de la unión y el reparto del protagonismo del equipo. En primer lugar, y respondiendo a una arriesgada y consensuada decisión táctica del capitán Orsanic (en la que consistía en poner a Del Potro frente a Murray el primer día), el tandilense obtuvo el primer punto en el partido más largo de la Copa Davis: 6-4, 5-7, 6-7 (5), 6-3 y 6-4 en cinco horas y siete minutos ante quien terminaría como el número uno del planeta. Luego, Pella venció a Kyle Edmund por 6-7 (5), 6-4, 6-3 y 6-2 y sumó el segundo punto. El dobles se quedó con las manos vacías, pero Orsanic volvió a apostar fuerte y optó por la estirpe copera de Mayer, que lejos de su mejor nivel supo cómo ingeniárselas para derrotar a Daniel Evans por 4-6, 6-3, 6-2 y 6-4. La final, la quinta, la que sería la vencida, ya estaba asegurada.

Las finales perdidas

Luego de muchos años sin alegrías, Argentina llegó por primera vez a una final de Copa Davis en 1981. Le tocó visitar tierras estadounidenses, pero volvió de Cincinnati con las manos vacías, pese a tener un super equipo conformado por Guillermo Vilas y José Luis Clerc, ambos entre los cinco mejores del mundo. El equipo nacional sucumbió por 3-1 frente al alto nivel de John McEnroe, Roscoe Tanner y Peter Fleming.

Un cuarto de siglo después, en 2006, el equipo argentino llegó a su segunda final. Esta vez, frente a la Rusia de Marat Safín y Nicolay Davydenko, otra vez de visitante. El favoritismo y las opciones de victoria estaban del otro lado, más allá del presente de David Nalbandian, que aportó sus dos puntos como singlista. La lógica operó en favor de los rusos, que ganaron el dobles y en el quinto punto se llevaron el trofeo en una serie más que pareja luego de que Safin superara a José Acasuso.

“La tercera es la vencida”, suelen arriesgar los especialistas en predecir el futuro. Y parecía que así sería para la Argentina en 2008, que llegó a la final y por primera vez la podría definir como local. España fue el rival en Mar del Plata, una sede muy discutida, con un Nalbandian en alto nivel y un joven Del Potro que crecía a pasos agigantados en el ranking mundial. La superficie elegida fue el cemento para favorecer el juego de los argentinos y perjudicar a los españoles, reyes del polvo de ladrillo. Era la oportunidad y más después de confirmarse la ausencia de Rafael Nadal. Pero no pudo ser: 3-1 para los europeos, liderados por un Fernando Verdasco intratable y un Feliciano López como gran complemento.

Lejos de rendirse, la Argentina llegó a su cuarta final en 2011. Otra vez el rival sería España, aunque la serie fue otra vez lejos de casa, en Sevilla y sobre polvo de ladrillo. El alto grado de dificultad determinó el destino de la serie: predecible 3-1 del equipo comandado por Nadal y secundado por David Ferrer frente a Del Potro, Nalbandian y Juan Mónaco.

Cinco finales esperó Argentina para el tan ansiado grito de campeón. Ningún finalista había esperado tanto. Ganó el equipo. Las eternas rivalidades ya no tienen espacio en esta hazaña. Los fantasmas de Vilas y Clerc, de Gaudio y Coria, de Nalbandian y Del Potro se fueron de viaje para nunca más regresar.

Las voces autorizadas

“Cuando se empezó a abrir la puerta del triunfo con la victoria de Juan Martín la emoción me ganó y no pude analizar más los partidos”, indica Martín Vassallo Arguello, ex jugador argentino de Copa Davis y número 47 ATP. “A principio de año pocos auguraban, de hecho me incluyo, que se podía ganar la Copa Davis, la verdad es que es un hecho histórico”, reconoce

“Dos líderes no acepta un equipo, ya sea de tenis o de fútbol; en el 81, con Vilas y Clerc estuvimos muy cerca; en Mar del Plata fue la que más cerca estuvimos pero los egos, como los de Nalbandian y Del Potro, no podían convivir, sus problemas terminaron afectando al equipo”, señala Carlos Junquet, ex capitán del equipo argentino de Copa Davis finalista en 1981. “Del Potro solo en el equipo fue muy importante; en general los jugadores saben cómo se sienten, cómo están sus compañeros, cómo están los rivales, por suerte salió bien”, remarcó.

“Orsanic es a los ojos de quienes no estamos en el círculo interno de AAT una persona que sabe leer muy bien los momentos; esto no significa que los que hayan estado antes no hayan tenido condiciones similares, pero me animo a decir que manejó a la perfección los condicionamientos que te impone el medio”, subrayó Victorio Imperiale, capitán del equipo argentino de Beach Tennis. “Hay que tener vocación para llevar adelante esa misión, y más en Argentina”, recalcó.

AUNO 28-11-16
JTZ-MFV

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