Lomas de Zamora, octubre 8 (AUNO).- Inmensos edificios crecen de la tierra como plantas y se amontonan como si quisieran tocar el cielo y devorarlo todo. Y una enorme mole rocosa vigila las tierras del sur con anteojos hechos de nube. No se trata de una película de ciencia ficción. Las escenas corresponden a los dibujos “Monstruo de cemento” y “Chaltén” realizados por Leonardo Occhipinti, un joven artista plástico porteño que desde hace dos años es un vecino más de Lomas de Zamora.
Aunque su principal actividad es el dibujo, Occhipinti no le escapa al mundo de la escritura. Porque sus libros son una suerte de relatos breves, cuentos y poesías acompañados por ilustraciones en las que predominan los diseños y estéticas de los pueblos originarios. “Me pasé mucho tiempo mirando dibujos precolombinos, es lo que más me inspira en cuanto al arte existente. En realidad, creo que hallé algo que me salía naturalmente, que me parecía que venía desde ahí”, explicó el dibujante.
Su taller es un gran cuadro: los dibujos cuelgan de las paredes, el tablero de dibujo no encuentra un rincón vacío y los cajones estallan de óleos, acuarelas y témperas. En ese espacio de creación conviven viejas historietas, afiches que realizó para la Feria del Libro Independiente y Autogestionada (FLIA), un cuadro con relieves que aún carece “de más personajes” y hasta una batería y una guitarra que descansa sobre el suelo. “Ahora no tengo mucho tiempo para tocar”, confesó el artista que conoció la serigrafía cuando estudiaba en el Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA).
“De pibe, cuando mis viejos se reunían con otras personas y los chicos se dormían, yo me quedaba dibujando”, recordó Leonardo. “Lo hacía como entretenimiento, pero después me di cuenta de que era algo ‘serio’, como para darle bola; y ahora cada vez trabajo más en esto”, explicó el artista que eligió autoeditar sus libros.
En 2009 publicó Gato Bombay, “un libro infantil que tiene buena llegada a los adultos”, consideró. Se trata de una pequeña publicación de bolsillo integrada por pequeños cuentos ilustrados de dos o tres páginas que fue inspirada en la literatura que el autor consumía de pequeño. “Está armado de una manera que los cuentos se interrelacionan entre sí y todos llevan hasta el último cuento”, detalló el autor.
“Siempre fui más dibujante que escritor. Pero trato de poner la palabra justa en cada una de mis obras. Porque es lo que mejor me sale. A veces quiero escribir algo muy largo y con diez palabras lo puedo decir igual. Entonces prefiero encontrar esas diez palabras”, explicó sobre uno de las características de su arte: la síntesis.
También incursionó en la historieta, pero no lo hizo de manera convencional, sino que dejó de lado el texto y se dispuso a contar sólo con dibujos. De esa experiencia nació su “Palomo” (2008), una historieta cuyo protagonista se mete a otro mundo a través de un tubo que más tarde se convierte en una serpiente. Sí, un guiño al clásico libro de Lewis Carroll. “Me propuse no usar palabras, sino tratar de expresar todo con el dibujo. El dibujo también se puede leer”, definió Leonardo y destacó con cierta sorpresa: “Cuando alguien lo mira siempre le agrega cosas que yo no pensé”.
Según cuenta, el ritmo acelerado de la ciudad es una de las cosas que más lo agotan. Por eso, cuando puede, busca refugio en los viajes, en lugares que lo pongan en relación con la naturaleza: Bolivia, el noroeste argentino y Perú fueron algunas de esas dimensionas paralelas que le permitieron escaparse y encontrar tranquilidad para dibujar. “Lo que más me inspira es la naturaleza en sí misma. Estar en frente de la montaña o de un río o en cualquier lugar de la naturaleza me caen las historias. Las vivencias, las percepciones, que a veces son sutiles y está bueno exagerarlas”, apuntó.
“Hay otros cuentos que me bajan. Hay cuento en los que me siento más dueño que otros. Me gusta sentirle que soy un canal, no el dueño de lo que hago, sino el canal por donde sale todo eso, la mano que lo transmite”, explicó.
SES-AFD
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