Lomas Zamora, octubre 23 (AUNO)- “Escribo sobre lo que me preocupa y me duele”, reflexiona Martín Elizalde, cantante, compositor y pianista. No es un recién llegado al mundo de la música, pero eligió dar vuelta el cassette, ponerle fin a una carrera de casi 20 años con la banda Falsos Profetas para lanzarse como solista. Con su voz nostálgica, algo tanguera, y canciones en las que prima el “cronista de derrotas cotidianas”, el sábado 31 de octubre presentará su disco “La distancia perfecta” en el Centro Cultural Click, de Temperley.
Elizalde habla como si buscara siempre la palabra exacta para cada frase, con una tranquilidad que en este mundo de urgencias es casi envidiable. Quizá eso también tenga que ver con “la tranquilidad” de haber pasado gran parte de su niñez en la ciudad rionegrina de Viedma y en Gualeguaychú, Entre Ríos, donde también vivía su abuela.
“Tuve una infancia feliz, al aire libre, cerca del mar y la playa, lugar al que me gusta volver. Me vine a Buenos Aires en la adolescencia, empecé a estudiar música en una ciudad con mucha influencia del rock nacional. Hoy, a la distancia, creo que esa mezcla de paisajes, como de estilos musicales de diferentes regiones del país, se reflejan en cada una de mis letras”, resalta.
En plena adolescencia, se anima a dar los primeros pasos en la música con un grupo de amigos. Nacía Falsos Profetas. Pasaron 18 años y 5 discos en conjunto. Pero algo empezó a nacer en este cantante que lo empujó a transitar nuevos caminos. En 2010 edita su primer CD “Amores de Trinchera”, y en el 2013 se anima con “Chaparrón”, que contó con la producción de Acho Estol (La Chicana).
“Chaparrón fue un disco experimental, de quiebre, que rompió con mi propia estructura de trabajo porque no soy un tipo que vaya por la vida experimentando. Soy bastante obsesivo con mi trabajo”, expresa. En noviembre de 2014 dos recitales fueron el broche de oro del “inolvidable adiós de una banda de amigos de toda la vida”. “Cuando ya no hay esa química creativa es el momento de poner punto final”, concluye.
Hoy enfrenta a nuevos vientos con “La distancia perfecta”, disco compuesto de 13 canciones de su propia autoría, y que fue grabado en su estudio. “En este disco quise unir dos mundos: el del rock urbano, que era el espíritu de la banda, y ese costado experimental de los discos anteriores, la lírica, y el tango”, afirma Elizalde y cuenta cómo fue sumergirse en un proceso que se presentaba como un desafío: cada canción fue escrita y grabada un mismo día.
“El objetivo fue captar, en un único día, esa primera impresión en cada canción; ir a lo inmediato en la esencia, tanto de la música como de la letra, saliéndome de los atascos para reinventarme al experimentar en otras aguas”, resume.
En este proceso, Elizalde apunta que “siempre es difícil encontrar cuál es la distancia exacta entre uno y todo lo demás. Por eso me propuse que no haya separación entre el proceso de grabación y el de hacer canciones. Todo fue muy simbiótico y un proceso de trabajo muy intenso y puro. Y me dí cuenta que esa distancia perfecta no existía entre mis canciones y yo porque me tuve que hacer cargo del disco y de las decisiones”.
“Los discos no se terminan, se abandonan, llega un momento que uno dice ´ya está bien´. Hay una búsqueda de ansiedad, de urgencia por trabajar cosas nuevas y entonces el disco empieza a pesarte porque ya cumplió tus expectativas”, sentencia.
“La Distancia perfecta” vio la luz en junio de este año. “Escribo sobre las cosas que me preocupan y me duelen como el paso del tiempo, la soledad, las contradicciones del ser humano, la preocupación. No me interesa bajar línea con mis letras ni que sean crípticas o enroscadas”, explica, y agrega que el desafío fue ser “menos pretencioso” y escribir canciones como un “cronista de lo que siento y vivo desde un costado sencillo. Porque lo más difícil es ser sencillo, escribir con un lenguaje simple y directo y que eso termine transformándose en poesía y música”.
De Viedma a Temperley
El 31 de octubre, a partir de las 22, Elizalde presentará en el centro cultural de Avenida Meeks 1387 su último disco en un recital íntimo y acústico, de piano y guitarra. “Tengo una expectativa muy grande porque la posibilidad de llevar mis canciones a otros lados siempre es gratificante y, sobre todo, porque implica conquistar un público nuevo, que siempre es un desafío”.
También será volver a un viejo amor porque el año pasado, este mismo escenario fue testigo de uno de los últimos recitales de Falsos Profetas. “Hay una mezcla de sensaciones porque vuelvo a un lugar que me trae lindos recuerdos. Busco divertirme en cada presentación y creo que eso lo logro porque se genera un clima muy interesante con el público. Estoy seguro que así será”, expresa.
AUNO 23-10-2015
CG-AFG