(AUNO*) Según ese informe, durante el último año, la recolección de botellas de plástico PET aumentó a 238 millones de unidades, de las que se obtuvieron 10.250 toneladas de materia prima reciclada para reutilizar en otras industrias.
La industria de reciclaje del PET ha crecido en los últimos años gracias al incremento de programas municipales de recolección diferenciada de residuos, destacó ARPET, que los impulsa en todo el país y ya abarcan a más de 40 comunas de todo el país.
Otro indicador que demuestra el crecimiento de la reutilización de PET es que en 1997 la relación entre el PET fabricado y el reciclado era de apenas un 1,11 por ciento, mientras que en el 2002 ese porcentaje subió al 8,91 por ciento: se fabricaron 115 mil toneladas de PET y se reciclaron más de 230 millones de botellas de este material. Esto significa que no sólo aumento la cantidad de PET reciclado, sino que también el porcentaje que representa el PET reciclado comparado con la materia virgen.
“El crecimiento de unidades recicladas es debido al aumento de la conciencia ambiental en el conjunto de la población. Una modesta acción de cada familia o individuo, al estar inscripta en un programa municipal, se transforma en beneficios de indudable importancia para el conjunto de la sociedad”, explicó el director ejecutivo de ARPET, José Pronato.
Además, resaltó que numerosos municipios del interior del país cuentan desde 1991 con plantas de diferenciación de residuos urbanos. Allí se realiza la recolección diferenciada posconsumo, que permite mejorar el medio ambiente, reducir costos sociales y obtener volúmenes rentables de productos reciclables.
Los primeros municipios que implementaron la eliminación de los basurales a cielo abierto y la incorporación de plantas de recolección diferenciada fueron Laprida (1991), Trenque Lauquen e Intendente Alvear (1994). En la actualidad también han incorporado plantas los municipios de San Nicolás, Rincón, Pergamino, Rivadavia, Bragado, Tapalqué, Rauch, Juárez, Dolores, Barker, Bahía Blanca, Coronel Pringles, Suarez, Pigüé, y Puán, entre otros.
Pronato explicó que para poder implementar un proyecto de recolección diferenciada de residuos en una localidad “hay que hacer un programa que tenga tres patas: primero, que exista en la comunidad un pequeño consenso sobre la conciencia ecológica; segundo, que el proyecto tenga algún tipo de factibilidad económica; y tercero, que el decisor político, que generalmente es el intendente, esté convencido del tema”.
Una vez tomada la decisión política “hay que generar la conciencia ambiental en la población”, indicó Pronato a la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión, y explicó que de ello se encargan principalmente las asociaciones civiles locales.
En tal sentido Pronato se lamentó de que “a las asociaciones y los gobiernos municipales les cuesta ponerse de acuerdo a la hora de implementar políticas comunes” y por esta razón a veces se tardó más de dos años para poder comenzar la implementación de estos programas en algunos municipios.
“Una vez generada la conciencia ecológica en la población, hay que pasar a la eliminación del basural a cielo abierto”, indicó Pronato, quien destacó que una buena gestión de los residuos “permitirá mejorar las condiciones de sanidad, reducir los costos de recolección, generar puestos de trabajo y proveer a la población con una mejor calidad de vida a partir de la disminución de enfermedades infectocontagiosas derivadas de residuos peligrosos domiciliarios”.
AUNO 01 04 03 DC mar
(*Agencia Universitaria de Noticias y Opinión)
Universidad Nacional de Lomas de Zamora