“Nada de lo que pasó en Cromañón es casual, sino que es un emergente de otras cosas.” Esta fue una de las conclusiones que, en la voz del periodista Nelson Castro, aunó a los familiares y sobrevivientes de la “masacre” del boliche de Once durante una charla de la que participaron intelectuales de distintos ámbitos de la escena pública.
“¿Qué es Cromañón?” fue el eje y disparador del primer encuentro del proyecto “Pensar Cromañón”, que lanzó un grupo de sobrevivientes y allegados a las 194 víctimas nucleados en la organización “Los pibes de Cromañón”, y otras agrupaciones de familiares.
La iniciativa propone “la creación de un ámbito de encuentro del pensamiento y construcción de una cultura ciudadana frente a la corrupción” a través de la interpelación a intelectuales, artistas y comunicadores sociales que elaboren caminos de reflexión, explicaron los organizadores.
La apertura del debate, que tuvo lugar en el Hotel Bauen, estuvo a cargo de uno de los responsables de la organización y hermano del joven fallecido Julián Rozengardt, Diego, para quien “Cromañón es la evidencia más cruel de todo lo que hemos construido mal como sociedad”.
Los panelistas de este primer encuentro fueron los periodistas Nelson Castro y Claudia Acuña, el legislador porteño Héctor Bidonde y el filósofo Tomás Abraham.
Aunque los tres prepararon sus exposiciones por separado, todos coincidieron que en el “crimen” de Cromañón hay tres responsables principales: el “sistema político corrupto, los grandes medios formadores de opinión y la sociedad zombie y anestesiada”.
“La máquina Cromañón fabrica silencio, impunidad y muerte y está formada por varios eslabones”, definió Claudia Acuña. Para la periodista, esos eslabones son “el sistema judicial garante de impunidad, el sistema político trucho y corrupto, los grandes medios de formación de opinión que desfiguran discursos, y la sociedad misma, especialmente los adultos”.
En relación con este último ítem, Abraham coincidió en que la gente “sufre de la amnesia” provocada por los medios que “desinforman” con el fin de que la gente “se olvide de todo”. En este sentido, añadió que en Cromañón “triunfó un sistema de inseguridad sustentado por coimas y corrupción”.
Por su parte, Bidonde denunció que el boliche donde murieron 194 jóvenes “fue el reflejo de la ineficiencia y corrupción que caracterizó al área de control del gobierno de la ciudad y a la gestión de (Aníbal) Ibarra en general”. Pero para el legislador, también hay otros “responsables”.
El gerenciador del boliche de Once, Omar “Chabán y (la banda de rock) Callejeros comparten responsabilidades en lo que atañe al show en sí. Chabán debía conocer su local como nadie y saber qué se podía hacer y qué no. Y desde ya la misma banda que publicitaba sus recitales como ‘show de bengalas’”, sentenció.
Otro punto clave del debate fue la reacción “adversa o casi nula” que tuvo la sociedad ante el hecho, y las razones por las que mantiene cierto hermetismo frente a los reclamos de los familiares.
Para Abraham, la sociedad “no pudo entender bien de qué se trató” la tragedia porque “los medios la presentaron desde un principio como un accidente, algo que le podía pasar a cualquiera y al que no se le puede buscar un culpable”.
En este sentido, Acuña propuso que para hacer frente a problemas como “la masacre” de diciembre de 2004 “debemos entender que nada de lo que hagamos o dejemos de hacer puede resultar indiferente a otras personas, y que no hay lugar que nos pueda resguardar de los problemas que nos atañen como sociedad”.
Otro de los costados del debate tuvo que ver con la educación y su importancia como herramienta para concientizar a los jóvenes acerca de la tragedia; de hecho, uno de los padres consultó a los panelistas acerca de cómo podrían hacer los familiares para acercarse a la sociedad y “concientizarla”.
“Ya lo están haciendo y desde sus comienzos”, fue la respuesta de Claudia Acuña. “Recuperar la calle como lugar de discusión es muy importante”, añadió.
Tomás Abraham coincidió con la periodista y agregó que “es mejor que la lucha sea pacífica, para no darle qué hablar a nadie”.
La charla fue la primera de seis que están programadas hasta fines de septiembre, en el auditorio del Hotel Bauen. Como no podía ser de otra manera, la emoción estuvo a flor de piel durante las dos horas del debate. Y el cierre estuvo a la altura de las circunstancias.
“Los pibes de Cromañón, presentes. Ahora y siempre”, fueron las últimas palabras que fueron gritadas por casi todas las personas que estaban en el recinto para darle un punto final a la discusión que intentó instalarse para no borrarse nunca más.
AMB-AFD