Una empresa láctea de la provincia de Santa Fe logró elaborar y patentar un queso probiótico, recomendado para personas que tienen el sistema inmunológico deprimido. El producto, único en el mundo, fue desarrollado a partir del trabajo conjunto de la empresa con investigadores de las universidades nacionales del Litoral (UNL) y de Tucumán (UNT) y del Centro de Referencia para Lactobacilos (Cerela) de Tucumán.
El bioqueso producido en Santa Fe tiene características únicas ya que logra utilizar un producto sólido como vehículo de cultivos probióticos. Los autores del trabajo premiado fueron Jorge Reinheimer y Gabriel Vinderola del Programa de Lactología Industrial (Prolain) de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la UNL, las doctoras Gabriela Perdigón y Marta Medici del Cerela, y los ingenieros químicos Walter Prosello y Darío Ghiberto –ex alumnos de la FIQ– de la empresa Sucesores de Alfredo Williner SA.
El producto recibió en diciembre de 2003 fue premiado en el concurso que organiza la revista Industrias Lácteas Españolas, una de las más reconocidas a nivel mundial en la temática.
Jorge Reinheimer, uno de los coordinadores del equipo, explicó que “se denominan probióticos a una gran cantidad y variedad de microorganismos que, en este caso, pueden alojarse y sobrevivir en el tracto intestinal, y desde allí aportar o estimular efectos beneficiosos para la salud de las personas”. A diferencia de otros productos bio como el yogurt o la leche, el queso probiótico es un alimento sólido que “protege los microorganismos incluidos en él y permite que lleguen en mayor cantidad al tracto intestinal, lo cual favorece su colonización”, agregó Reinheimer.
“El bioqueso es muy recomendable para aquellas personas que tienen el sistema inmunológico deprimido, es decir, que tienen pocas defensas, lo cual suele ocurrir después de un tratamiento con antibióticos”, explicó el ingeniero Walter Prosello. “Para esas ocasiones, el queso probiótico es recomendable porque la colonización del tracto intestinal por bacterias benignas es necesaria para mantener una barrera biológica contra la invasión de microorganismos indeseables”, agregó Darío Ghiberto.
Según Reinheimer el producto puede ser consumido por personas de todas las edades. “Se necesitan unos 50 gramos diarios para que el organismo pueda aprovechar los beneficios del queso probiótico”.
Para identificar el producto, la empresa desarrolló un packaging especial “en el que se explican todas los elementos que contiene con la descripción de los cultivos incluidos”, explicó Marcelo Magni, gerente de Marketing y Relaciones Públicas de la empresa.
A partir de un acuerdo rubricado en 2003 y renovado en julio de 2004, la compañía Sucesores de Alfredo Williner S.A. participa del programa Padrinos UNL, a través del cual empresas e instituciones de la región brindan su apoyo al desarrollo de la educación pública.