“Cuando vos ponés a un chico a resolver situaciones complejas en espacios reducidos, se te hace mucho más fácil encontrar cuáles son sus habilidades”. La frase resuena con fuerza de la boca de Pablo Forte, quien fuera coordinador de scouting de Barcelona en Argentina durante siete años y que actualmente encabeza un proyecto similar en Banfield. El club catalán, considerado uno de los mejores clubes de fútbol de la actualidad, es dueño de un estilo de juego que se pule a partir de las etapas formativas. Un estilo que no sólo entra por los ojos por su estética, sino que es capaz de someter a los rivales con la tenencia de la pelota como arma principal. Una escuela de fútbol que jamás pierde de vista el componente lúdico del deporte.
“La clave para que los jóvenes encuentren sus caminos está en la capacidad que tienen para solucionar inconvenientes. Entonces, el formador debe pone en jaque los caminos fáciles. Por ejemplo, tenés que armar pequeños espacios dos contra dos o tres contra tres, buscando apoyo o sin ellos. O también armar una especie de loco. Además, la importancia está en el juego de posesión, durante más de una hora”. De este modo, la creatividad con la pelota está a la orden del día. “Hay que generar un programa de seducción en las instituciones que tomen aspectos de esta metodología. Ser capaces de mejorar día a día”, asegura.
Para Forte, la trascendencia está en el movimiento del balón. Allí está el pilar para capitalizar las facultades de cada jugador. “Lo importante es detectar a chicos basándose en situaciones que se dan en los partidos. Considero que no hace falta armar un partido de fútbol para observar las habilidades. Lo podés hacer en espacios más reducidos, para que la mayor cantidad de contactos en la que entra el futbolista con la pelota, uno pueda sacar más rápido las evaluaciones”, concluye.