“Néstor vive”, decía la pintada. No era una pancarta, tampoco una bandera enorme, ni un improvisado cartel pegado con goma en algún espacio de la Plaza de Mayo. No.
La invectiva popular, ante la ausencia de papeles o trapos donde escribir lo que sentía en ese momento, se las ingenió para pintar en el asfalto de las calles que rodean a la Plaza de Mayo esa leyenda, que no es una leyenda, sino casi una declaración de principios contraria a la muerte.
El “Néstor vive” era resistir lo irreversible, no admitir la muerte, apostar por la vida si se quiere. ¡Cómo no! ¿Y de qué manera podría vivir Néstor? Tal vez en la política.
Así fue como una multitud había salido desde los barrios de la Capital Federal y otros llegaron en colectivos y en trenes desde localidades del conurbano bonaerense y ya antes de llegar a la histórica plaza entonaban estribillos contrarios a Julio Cobos y de respaldo a Cristina Fernández.
La mayoría no podía salir del estupor ante lo irreversible, otros preferían recordar a algún opositor y no pocos hasta desafiaban con pancartas en la que proponían un mandato más de la jefa de Estado.
Los más aguantadores atravesaron la medianoche bajo las cabrilleantes luces de la Plaza de Mayo, otros preferían volverse por las diagonales y por la Avenida de Mayo y se perdían por penumbrosas calles rumbo a los últimos barrios porteños o hacia localidades vecinas más allá de la General Paz.
A partir de la media tarde del fatídico día en que se realizaba el censo del bicentenario las columnas de jóvenes kirchneristas fueron las primeras en llegar a la Plaza y las que estaban dispuestas a trasponer las horas límites del día para participar en unas honras fúnebres que pretendían eternas o rápidas.
Todas las expresiones del abanico del oficialismo estuvieron en la Plaza de Mayo, otros llevaron sus propios banquitos para permanecer y hasta se los vio marchar tomados del brazo a los principales funcionarios del gobierno nacional, con sus rostros estupefactos por el imprevisto desenlace.
Entre los textos que se podían leer en banderas o en simples papeles pegados a la Pirámide de Mayo con cintas figuraban leyendas que hacían referencia a la militancia kirchnerista, a Evita y a Perón, a alguna medida adoptada por el oficialismo; otras simplemente decían “Gracias” o recordaban a viejas expresiones utilizadas por el peronismo de otros tiempos como la tan mentada “Volveré y seré millones”.
El homenaje al patagónico, que descolgó los cuadros de los dictadores del colegio militar, que enfrentó a grupos económicos nativos, que retó a los españoles apenas asumió como Presidente y visitó España, trascendió las fronteras y los principales diarios y mandatarios del mundo expresaron sus opiniones ante la mala noticia generada en un lejano y cercano país llamado Argentina.
AUNO 28-10-10
FL-HRC