El cimiento básico de la Nación

El escritor y periodista Raúl Scalabrini Ortiz poetizó sobre el nacimiento del peronismo en _Tierra sin nada, tierra de profetas. Devociones para el hombre argentino_. Se trata de un libro olvidado por la crítica y las carreras de letras de las universidades nacionales. Este año se cumplen 70 años de ese hecho.

Horacio Raúl Campos

Lomas de Zamora, octubre 15 (AUNO) – “Eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación; el espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo”, escribe Raúl Scalabrini Ortiz al celebrar el 17 de octubre de 1945.

Lo dice en su libro Tierra sin nada, tierra de profetas. Devociones para el hombre argentino, Buenos Aires, Editorial Reconquista, 1946.

Aquella frase es suficiente prueba para descartar equívocos sobre la interpretación de uno de sus famosos libros: El hombre que está solo y espera, Buenos Aires, Gleizer, 1931.

“Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto”, escribe en la primera página de ‘Tierra sin nada’. Allí está esa famosa y acrecentada metáfora sobre el nacimiento del peronismo.

Felizmente, Scalabrini no cayó en la trampa del nativismo conservador, ni de otras estéticas trasnochadas xenófobas y discriminadoras que fatigan los libros de consagrados escritores argentinos.

Por eso, pudo escribir con excelente literatura: “Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir. Descendientes de meridionales europeos iban junto al rubio de trazos nórdicos y al trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún”.

Describe después: “Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de grasa, de brea y aceite”.

Ante esa noble acción colectiva, ¡cómo no iban a entrar en espanto escritores como Borges, las hermanas Ocampo, Bioy Casares o Cortázar y tantos otros!

De Avellaneda y de Lomas de Zamora

Asegura que aquello es lo que había soñado casi quince años atrás, que ese día el sol caía a pleno sobre la Plaza de Mayo, que la gran movilización popular de trabajadores se contaba por “varios cientos de miles” y que parecía una sudestada, terremoto, brisa fresca del río, el espíritu de la tierra.

“Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Yo mismo dentro, encarnado en una muchedumbre clamorosa de varios cientos de miles de almas”, escribe.

Los trabajadores procedían de “las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas, brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora”.

“Lo que había soñado e intuido durante muchos años estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifacético, pero único en el espíritu de conjunto. El hombre aislado es nadie. El espíritu de la tierra se erguía vibrando sobre Plaza de nuestras libertades”, escribe.

Bibliografía

-Raúl Scalabrini Ortiz, ‘Emoción para ayudar a comprender’, Obras Completas, Rosario, Editorial Fundación Ross, 2008, volumen I. Ese texto funciona como introducción de los versos de ‘Tierra sin nada, tierra de profetas’.

AUNO-15-10-15
HRC-SAM

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