Dorrego y la matriz de los golpes de Estado

Fue gobernador de Buenos Aires en dos ocasiones. Los hechos políticos que se conjugaron para el derrocamiento se parecen demasiado a los que se practicaron para llevar a cabo los golpes cívicos militares del siglo 20. También se hizo una furibunda campaña mediática.

Horacio Raúl Campos

Lomas de Zamora, junio 11 (AUNO) – Manuel Dorrego fue político, militar y legislador; participó en las guerras de la Independencia; estudió en Chile, fue gobernador de la provincia de Buenos Aires en dos oportunidades y cuando se desempeñaba en ese cargo fue derrocado por un golpe de Estado.

Primer líder popular, democrático y federal de la historia de la Argentina, Dorrego nace el 11 de junio de 1787 en Buenos Aires y es fusilado el 13 de diciembre de 1828 en la localidad bonaerense de Navarro por orden de Lavalle y de civiles del partido Unitario.

Entre quienes apoyaron e idearon ese hecho figuran los unitarios Julián Segundo de Agüero, Salvador María del Carril, los hermanos Florencio y Juan Cruz Varela, Martín Rodríguez, Ignacio Álvarez Thomas y Valentín Alsina, entre otros.

Fue gobernador de Buenos Aires en 1820 y entre 1827 y 1828. Era hijo del comerciante portugués José Antonio do Rego y María de la Ascensión Salas, tenía cinco hermanos y en 1803 ingresó al Real Colegio de San Carlos y en 1810 está estudiando en la Real Universidad de San Felipe, Chile.

Al regresar de Chile, Dorrego se incorpora al naciente Ejército y después lucha al mando de Manuel Belgrano en el Ejército del Norte, ocasión en que es ascendido al grado de coronel, jerarquía que ostentó hasta los finales de sus días; y así fue que participó en las decisivas batallas de Salta y Tucumán.

Las personas del pueblo lo llamaban a Dorrego “padrecito de los pobres” y el golpe en su contra se llevó a cabo por medio de una alianza política entre un sector del Ejército, liderado por Lavalle, y civiles conservadores enrolados en el partido Unitario.

El plan de su gobierno se podría resumir de la siguiente manera: control de precios de productos básicos, reducción de la deuda pública, extensión de la frontera agrícolo-ganadera, defensa del territorio nacional, intento de contar con una constitución federal, defensa de la minería y enfrentamiento al capital financiero inglés.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en ocasión de una reunión de la Unasur en 2010 para respaldar a su colega de Ecuador, Rafael Correa, lo había bautizado a Dorrego como “el primer bolivariano”.

La trayectoria singular de Dorrego en la historia política de la Argentina hizo que la Presidenta de la Nación crease oficialmente el 21 de noviembre de 2011 el “Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego”.

La matriz de los golpes de Estado

Los investigadores e historiadores coinciden en advertir que esa matriz que se registró a finales de la década del 20 del siglo XIX se repitió después en todos los golpes de Estados dados a gobiernos populares en el siglo XX: 1930, 1955, 1966 y 1976.

“El golpe de diciembre de 1828 es la matriz de la mayoría de los golpes de Estado del siglo XX”, señala Hernán Brienza (10). Este escritor y periodista hace también una importante referencia sobre la campaña mediática unitaria llena de insultos que precedió a ese golpe contra Dorrego, que incluso se vio obligado a sancionar una ley de medios.

Tal vez por esa política de la historia (redactada por Mitre, especialmente) según la cual lo ocurrido en el siglo XIX estuvo a manos de héroes, semidioses e inhumanos imposibles de imitar, se fosilizó la idea de que los golpes de Estados habían empezado en la Argentina en el siglo XX con el del 30 dado a Hipólito Yrigoyen.

“(…) En el siglo XIX hubo un impecable golpe de Estado; es decir el derrocamiento de un gobierno elegido y sostenido por el pueblo a manos de un de un caudillo militar y sus asesores civiles. Ese golpe es el que le dio Lavalle a Dorrego”, escribe José Pabló Feinmann (143).

Ese mismo escritor advierte que Dorrego fue derrocado y luego fusilado a raíz de la impericia política: “No manejó bien la paz con Brasil, no tejió una trama sólida con las provincias, no supo consolidar un poder que le era indispensable ante los enemigos que lo acechaban. Tal vez –y éste fue su mayor error- no alcanzó a sospechar que tenía tantos enemigos”. (143)

Bibliografía

José Pablo Feinmann, La sangre derramada. Ensayo sobre la violencia política, Buenos Aires, Planeta, 2006.
Hernán Brienza, El loco Dorrego. El último revolucionario, Buenos Aires, Marea, 2013.

HRC 11-06-14
AUNO