“Demostramos nuestra alegría, música y color. Pero no podemos dejar de decir que el hambre es un crimen”, dijo Mario con el micrófono en su mano, y esa fue la señal para que unos veinte chicos recorrieran las paradas de colectivos de Puente La Noria y comenzaran a repartir volantes con la consigna que denuncia la pobreza y exclusión en que se encuentran 9,5 millones de pibes menores de 18 años en el país, según lo afirman datos publicados por el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo.
El lanzamiento en Lomas de Zamora de la campaña “El hambre es un Crimen” tuvo lugar en esa zona que une el partido con la Capital Federal. Es la primera de una serie de actividades previstas en distintos puntos del distrito para las próximas semanas.
Decenas de transeúntes se detuvieron a ver la polvareda que levantaban los pequeños murgueros de “Los locos de Fiorito” y “Los piratas”, también de ese barrio lomense, que bailaron al compás de bombos y platillos mientras otros chicos repartían volantes en la terminal de colectivos.
“Te juego a quién reparte más”, apostó Matías, de 8 años, a otra pequeña de su edad, ambos con sendos manojos de volantes y ganando lugares en las filas de pasajeros. Los dos son miembros de organizaciones sociales que están a cargo de la campaña. Pero hubo otros pibes que se les sumaron ocasionalmente: los que suelen repartir estampitas a diario en esas paradas y jóvenes de la asociación civil El Palomar.
No bien bajaban del colectivo, los pasajeros recibían el volante. Lo mismo ocurría con quienes cruzaban el puente peatonal que une la terminal con Ingeniero Budge. Hubo quienes lo leyeron y otros que no. Pero el objetivo se cumplió: “Construir pequeños escalones de un puente que va a unir a organizaciones de todo el país para luchar contra el hambre, una lucha que tiene más años que el Puente La Noria”, graficó Diego Chicchizola, miembro de la fundación Pelota de Trapo.
La concentración tuvo lugar a metros del Riachuelo, en una plaza que no era más que un gran círculo de tierra donde los coloridos bailarines danzaban y se apropiaron del micrófono para cantar: “En el país/ no puede haber/ ni un solo pibe sin comer/ Mueva, mueva”. Y el son apuraba la caminata de la gente.
Para contrarrestar la realidad que las organizaciones denuncian en su campaña con los índices oficiales positivos de la economía nacional, Mario Espínola, titular de Chicos del Sur, dejó en claro que no cree en las estadísticas porque “si a nosotros nos dicen que el 10 por ciento de los trabajadores hoy está desocupado y en mi barrio junto a 10 personas y les digo que solamente uno no tiene trabajo, se me cagan de risa”.
Los censos “dicen que siete de cada diez chicos viven bajo la línea de pobreza. Es decir: todos, menos tres. Matemáticamente es lo mismo, pero el corazón se estruja de otra manera”, añadió Diego con un tum-tururum-tum-tum de fondo.
Karen, de 13 años, Gonzalo y Martín, de 11, fueron los voceros de los protagonistas de la jornada.
-¿Porqué vinieron?
-Por los derechos de los chicos –respondieron a coro.
-Y porque no hay para comer. Y eso está mal –agregó Karen.
-Tenemos compañeros de la escuela que van a juntar cartón, piden pan en las panaderías. Y eso te da bronca –añadió Gonzalo.
A las dos horas, el sol se puso anaranjado. A Noelia Mesenguicer, una de las colaboradoras de esa institución, le pareciò que “hacen falta campañas como ésta, si nos unimos entre todos vamos a llegar lejos”.
Los bailarines de las murgas decidieron guardar energías para el próximo escalón de ese puente que el año próximo llegará a Plaza de Mayo, en una nueva marcha nacional del Movimiento de los Chicos del Pueblo.
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