Este estudio sostuvo que la soja es deficitaria en muchos nutrientes y por su alto contenido en filatos interfiere en la absorción del hierro y zinc, y además no posee calcio, por lo que su consumo en niños menores de 5 años está desaconsejado, ya que por estas características, “interfiere en el desarrollo hormonal de los menores”. La organización sostuvo además que la producción en escala de este cereal favorece la concentración de la tierra y la expulsión de los pequeños productores agrícolas del país.
La soja contiene además hormonas vegetales denominadas como isoflavonas estrogénicas que “afectan el crecimiento”, según el estudio, que añadió que “su consumo resulta nocivo para las mujeres embarazada, ya que puede producir malformaciones uterinas e incrementar también el riesgo de contraer cáncer de mama y útero”.
Pese a estas contraindicaciones, el Estado Nacional recibe y distribuye soja como parte de sus planes de emergencia alimentaria. De esta forma, “se difunde la ingesta entre los niños de un alimento que posee bajos niveles de emergía y que es deficiente en cuanto la absorción de minerales”, señaló en declaraciones a la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión, Silvana Bujan, coordinadora del RENACE.
En ese sentido, consignó que la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (AAPRESID) mediante un plan denominado “#732;soja solidaria”#8482; asiste a varios comedores infantiles del país con este alimento.“Al donar solamente el 1 por mil de su producción anual (estimada en 30 mil toneladas por año) los impulsores de esta campaña buscan posicionarse como socialmente responsables. Pero su verdadera intención es consolidar el consumo de soja en la población. No pretenden terminar con el hambre sino abrir nuevos mercados. Lo preocupante es que el Estado Nacional desarrolle políticas funcionales con estos intereses”, acusó.
Por su parte, Ezequiel Schnayder, vocero de AAPRESID, en diálogo con AUNO, negó las acusaciones y resaltó que la campaña intenta “instalar al cereal como un complemento alimentario”. Consideró además que es preferible “que las personas de bajos recursos consuman soja ante de que se mueran de hambre”.
RENACE aseguró que el modelo agropecuario argentino se basa en la producción de soja genéticamente modificada con el propósito de tolerar el agroquímico ROUND UP, producido por la empresa estadounidense Monsanto, que tiene también derechos de propiedad sobre la semilla de soja.
“Esta semilla, más los insumos necesarios junto con una serie de insumos, constituyen un paquete tecnológico que aumenta la dependencia de los agricultores con respecto a esta compañía. Este control disminuye la capacidad de decisión de los pequeños productores que terminan elaborando un poroto que en el primer mundo se utiliza mayormente como forraje, es decir que sirve para alimentar el ganado de los países centrales”, explicó.
El estudio remarca a modo de conclusión que bajo este modelo, el campo argentino se convierte en “un gigantesco monocultivo de soja transgénica. Lo que atenta contra la seguridad alimentaria del país y lo torna vulnerable a los vaivenes de las economías internacionales y las exigencias sanitarias de los mercados”.
AUNO 2-9-03 mar lc
Critican que se favorezca el consumo de soja
Aunque posee sustancias que desequilibrarían el sistema hormonal de los niños y las mujeres embarazadas, el Estado Nacional y algunas asociaciones privadas desarrollan una política de asistencia alimentaria en base al consumo de soja, según denunció un estudio difundido por la Red Nacional Ecologista (RENACE).
Por Leonardo Castillo