Lomas de Zamora, julio 2 (AUNO).- En azul y con letras rojas, “Boccia Escobar”. A su lado, una de color naranja, “Alena Boccias”. Entre ellas, “Boccia de Moreno”. La lista podría seguir. Las banderas adornan a lo largo toda la pared del Polideportivo Municipal de Ministro Rivadavia, sede del Torneo Nacional de Boccias que finalizará mañana y del que participan delegaciones de todo el país.
La competencia, organizada por la Municipalidad de Almirante Brown, comenzó el viernes y reunió a alrededor de 240 deportistas de Bariloche, Puerto Madryn, Rosario, Mar del Plata, Escobar, Moreno y hasta cuatro participantes de Uruguay.
“La convocatoria ha sido muy buena”, comenta a AUNO el director general de Deportes de Brown, Jonathan Frisa, quien agrega que estas jornadas “refuerzan y dan valor” a un trabajo que se hace todo el año con los chicos con capacidades diferentes.
La pelota azul repta por el suelo. Su velocidad disminuye a cada centímetro avanzado y el lanzador, desde su silla de ruedas, sopesa minuciosamente el recorrido. Finalmente la pelota se detiene. El árbitro extiende una cinta métrica entre la bocha azul y otra pelotita blanca y revela su veredicto. Le toca tirar al equipo rojo.
El deporte, de una lógica similar al tejo, consiste en lanzar pelotas del tamaño de un puño tan cerca como sea posible de una bola blanca, que funciona como referencia. La disciplina fue rescatada de la antigüedad griega y se adaptó en la década del setenta para personas con parálisis cerebral y discapacidad motriz.
“Fue difícil llegar hasta acá, pero estamos muy contentos”, cuenta Lucía Barbosa, una de las cuatro chicas del equipo uruguayo que llegó hasta Ministro Rivadavia para competir. “Practico el deporte hace tres años y ésta es la primera vez que hacemos algo a nivel competitivo”, explica la deportista montevideana.
La competición se estructura por clases de discapacidad en tres categorías: BC1, BC2 y BC3. En la primera participan aquellos que pueden lanzar la bocha con las manos o con los pies con ayuda de un asistente. En BC2, los deportistas que tiran sin ayuda y en la BC3 los que precisan asistencia y realizan sus lanzamientos a través de una canaleta anexada a la silla de ruedas.
Santiago Guido, el técnico de la delegación uruguaya, aclara que el proyecto “es todo a pulmón”. Ellos gestionaron sus pasajes con ayuda del Banco de Previsión Social de Uruguay, pero los profesores, técnicos y ayudantes trabajan todos ad honorem. Los deportistas pertenecen a una escuela pública donde “el programa de boccia tuvo mucha respuesta”. “En esta oportunidad quisimos dar un paso hacia lo competitivo, pero manteniendo la idea de participación”, resalta Guido.
La pantalla electrónica se parte en dos. De un lado rojo y de otro azul. El resultado es claro: ganó el azul. Pero parece no importar. Los participantes de ambos equipos salen de la cancha y se acercan a una larga hilera de mesas donde compartirán la comida. Lucía, a sus cortos 12 años, sintetiza dónde está lo importante del encuentro: “Hoy perdimos, pero estar acá está buenísimo”.
AUNO-02-07-2016
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