Lomas de Zamora, septiembre 12 (AUNO).- Luego de más de dos años al frente del primer Centro de Formación Profesional dirigido a los comúnmente denominados “patovicas”, Oscar Castellucci presentó su renuncia al cargo de director de la institución envuelto en una “profunda desazón y tristeza”. La decisión “nada fácil” se basó en que el Sindicato Único de Trabajadores de Control de Admisión y Permanencia de la República Argentina (Sutcapra) “se va distanciando de los principios alentados, especialmente en el ámbito de la capacitación obligatoria que impone a los trabajadores de control de admisión y permanencia la Ley 26.370”, que rige la actividad a nivel nacional.
“Fundamento esta decisión en que no he aceptado esa designación ni a título honorífico ni con carácter testimonial, sino para ser protagonista de un cambio profundo en la cruel e injusta realidad de esa nocturnidad que me golpeó brutalmente en diciembre de 2006 con el asesinato de Martín”, expuso en su carta de renuncia.
Hace aproximadamente un mes, el gremio que nuclea a los “patovicas” firmó un convenio con las cámaras empresarias de boliches y con la Agencia de Acreditación de Competencias Laborales, que depende de la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense, mediante el cual los trabajadores del sector que pudieran acreditar sus competencias a través de una especie de “‘examen’ de práctica laboral que es tomado por evaluadores ajenos al Centro de Formación”, que lleva el nombre de Martín Castellucci, el joven asesinado por el patovica y boxeador José Segundo Lienqueo Catalán cuando intentaba ingresar a La Casona de Lanús junto a sus amigos aquella noche del 3 de diciembre de 2006 en que la vida de Oscar cambió para siempre.
A pesar del dolor, Castellucci no se quedó estancado y dio origen a una fundación para evitar que lo mismo pudiera sucederle a otros jóvenes. A partir de esa necesidad de cambiar una sociedad que atenta contra los adolescentes, el padre del joven estudiante de Veterinaria encabezó una lucha con la que se logró que se sancionaran leyes que reglamentan el trabajo de los controladores de admisión y permanencia, lo que no sólo evidenciaba una mejora para aquellos que salen a divertirse un fin de semana, sino que también era el punto de partida para transparentar y legislar en un terreno oscuro en todos sus aspectos: el negocio de la noche.
Presentación de antecedentes penales, aprobación de un curso en el que se enseñaba desde primeros auxilios hasta técnicas de neutralización de la agresión física (Tenaf), inscripción en un registro nacional de patovicas y la certificación de que el trabajador estaba en relación de dependencia con el boliche eran algunos de los requisitos que buscaban dejar de lado los aspectos turbios del negocio de la noche que le causó la muerte a Martín.
Otro de los puntos que llevaron a Oscar Castellucci a tomar la decisión de abandonar el cargo de director del Centro de Formación Profesional Nº 420 fue la falta de apoyo por parte de Sutcapra y de la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense a la tarea de educar a quienes deben encargarse de la seguridad y protección de los jóvenes. Las características de la institución fueron “poco y nada comprendidas por las autoridades educativas que asumieron la gestión en diciembre de 2011. Si se ha perdido de vista esto, se ha perdido de vista el objetivo”, explicó el titular de la Asociación Civil Martín Castellucci, en su carta de dimisión dirigida al secretario general del sindicato, Leandro Nazarre.
El documento en el que deja asentada su dimisión sostiene: “No abandono la lucha que me impone la memoria de Martín, simplemente buscaré nuevas herramientas para concretar el sueño que él me impuso. Como suelo decir, cuando uno percibe que frente a su caminar hay más piedras que camino, y además el camino no va hacia donde uno se esfuerza y cree que debe ir, ha llegado la hora, simplemente, de buscar otros para seguir adelante en los que, seguramente, volveremos a encontrar espacios comunes de acción”.
PT-AFD
AUNO-12-09-12