Apoyo a escuelas

Trece escuelas bonaerenses pertenecientes a barrios carenciados fueron premiadas por sus proyectos para mejorar la calidad educativa de los alumnos y combatir la deserción escolar. El subsidio lo otorga la Fundación Cimientos y llega hasta los 7 mil pesos

Por Sebastián Ochoa

(AUNO-TERCER SECTOR*) Desde los años en que la Argentina profundizó su crisis, la escuela pasó a ocupar un papel protagónico en la comunidad. Maestras y maestros no sólo deben ocuparse de enseñar sin materiales didácticos sino también calmar el hambre de los chicos que van al colegio para recibir un mate cocido con pan. Las necesidades generan vínculos diferentes a los tradicionales y la creatividad encuentra un terreno fértil donde crecer. Es el caso del colegio Nuestra Señora de Fátima, de Villa Soldati, que junto a otras 12 escuelas fue premiado por su proyecto de cooperativa escolar para mejorar la situación educativa de los alumnos de bajos recursos.
“En esta escuela se trabaja con chicos de un nivel socioeconómico muy bajo. Para solucionar este problema pusimos en marcha la cooperativa, de manera que ahora disponen de los útiles necesarios y pueden realizar excursiones, cosas que antes eran impensables. Buscamos inculcar la idea de que mediante el ahorro se puede conseguir mucho más. Y lo estamos logrando”, asegura María Cristina Bondarhuk, responsable del proyecto elegido por la fundación Cimientos, una ong que premia con ayuda económica las iniciativas nacidas en las escuelas.
La cooperativa se sostiene con una cuota mensual que va de cincuenta centavos a un peso por alumno. El colegio también creó una huerta cuyos productos son comprados, básicamente, por los maestros. El dinero de estas ventas, como el que se recauda a través de los acopios de papel y diario que se realizan en el establecimiento, se destina al fondo comunitario. Bondarhuk destaca que la propuesta tuvo repercusiones puertas afuera del centro educativo. Cuenta que a partir del proyecto, algunos padres se unieron para dar forma a microemprendimientos, como las madres de los chicos van al Mercado Central a pedir las frutas pasadas para hacer mermeladas.
La fundación Cimientos ayuda a alumnos de barrios carenciados a través de su programa Apoyo a Escuelas promoviendo proyectos tienen como fin mejorar la calidad educativa y evitar la deserción escolar. Su accionar también abarca la entrega de becas de 80 pesos mensuales a 1006 alumnos de sesenta escuelas del gran Buenos Aires, además de establecimientos de Comodoro Rivadavia, Corrientes, Córdoba, Formosa, Neuquen, Bariloche, Salta, Rosario y Santiago del Estero que la organización patrocina.
Ana Garat, directora de Desarrollo Institucional de la fundación, indica que el programa se originó a partir de una concepción de la educación vista como “una manera de apostar al futuro, resolver los problemas y no de brindar un mero paliativo”. Su tarea se sostiene gracias al aporte mensual de treinta personas, más la adhesión a la idea de empresas y organizaciones que incentivan económicamente al desarrollo del trabajo. El programa brinda a las escuelas premiadas un subsidio que puede llegar hasta los siete mil pesos por un año.
Otro de los proyectos premiados fue el del Comercial Nº 6 “América Crece”, de Villa Lugano, que busca ofrecer una salida laboral a sus alumnos a través del “montaje de un sistema administrado por chicos de tercero, cuarto y quinto año”, según explica Guillermo Moraca, profesor de Ciencias Económicas del establecimiento, e indica que lo que se hace es “concretar una experiencia laboral a largo plazo para que los chicos no terminen siendo necesariamente empleados, sino que puedan gestionar su propio microemprendimiento”.
Por su parte, la Escuela de Enseñanza Media Nº 208 de El Jagüel recibió una mención por un programa tendiente a proteger el ecosistema por medio de la aplicación de la lombricultura, entendida como una solución para los problemas contaminantes que apareja la basura. Con el fin de concientizar sobre el cuidado y mejoramiento de la calidad ambiental, los alumnos crían lombrices y mejoran la tierra de la huerta que tienen en la escuela.
También se reconocieron ideas que intentan disminuir la repitencia y la deserción escolar, y acelerar a la vez el proceso de alfabetización. Es el caso de la escuela 72 de Almirante Brown, que plantea llegar a estas metas mediante la incorporación de la familia en la tarea educativa. El mismo establecimiento fue elegido por un segundo proyecto que presentó y que consiste en valorizar las costumbres de las provincias argentinas mediante el intercambio cultural. Un enfoque similar es el que ofreció la EGB Juan José Paso, de Pergamino. Su moción propone intensificar “el conocimiento de los aspectos sociales, artísticos y sociolingüísticos relacionados con la formación de la Argentina moderna, incentivar el amor por las raíces, el sentido de pertenencia e identidad”.
Otra EGB de Pergamino, la escuela “Julio A. Roca”, mostró sus inquietudes a través de la iniciativa “Leemos con alegría”. En ella se busca fomentar la lectura por placer por medio de la intensificación de hábitos lectores. En la misma línea, la Escuela Media Nº 6 de Pergamino encontró a la cuestión una vuelta solidaria. “El libro leído” consiste en la formación de un club de lectores que graba libros para chicos ciegos o con disminución visual de una escuela de educación especial. En tanto “La escuela lee más”, del Instituto Manuel Dorrego, de Munro, recibió el premio por la construcción de una biblioteca escolar ambulante.

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Cómo comunicarse:
Fundación Cimientos, M.T. de Alvear 684, 9°Piso, Buenos Aires. Teléfono: 4312-7504, Email: info@cimientos.org.
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*Agencia Universitaria de Noticias y Opinión
Revista Tercer Sector

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