Alarma por casos de triquinosis en Buenos Aires

Ante un pico de casos en distintas comunas bonaerenses de esta enfermedad transmitida a partir del consumo de chacinados de “elaboración casera”, las autoridades provinciales recomendaron no consumir esos productos y lanzaron una campaña de prevención.

(AUNO).- La falta de ascepcia en la producción de chacinados y embutidos derivados del cerdo es la principal causa de los casos de triquinosis que se han detectado en los últimos dos meses en las localidades de Bahías Blanca, Chivilcoy, Santa Teresita y Ayacucho. Ante esta situación, las autoridades sanitarias de la Provincia de Buenos Aires lanzaron una campaña de prevención, y recomendaron a la población no consumir productos de ‘elaboración casera’.
La crianza de cerdos en basurales, su faenamiento y la ingesta de productos sin que medien los debidos controles sanitarios termina por favorecer la aparición de brotes de esta enfermedad. En los meses de invierno, muchas familias carnean animales aprovechando las bajas temperaturas para no utilizar cámaras frigoríficas, y esto favorece la irrupción de focos infecciosos.
“Esta enfermedad se manifiesta de forma endémica, y en forma de brote, ya que en el momento de consumir un producto, lo hacen varias personas en un mismo tiempo y lugar. Las personas que compran y consumen estos productos caseros, sin el control sanitario correspondiente, se enferman en un lapso de un mes en un mismo partido o ciudad”, explicó Jorge Bolpe, Jefe de Zoonosis Rurales del Ministerio de Salud de la provincia.
La triquinosis es una enfermedad producida por el parásito Triquinella Spiralis, que al ingresar al organismo se aloja en los músculos. Si no se trata a tiempo puede provocar desórdenes gastrointestinales, dolores musculares, edemas faciales y lesiones cardíacas.
En la Argentina, la principal fuente de infección es la carne de cerdo. En muchos casos, estos animales son alimentados con residuos que contienen el parásito. Al ingresar en el organismo de una persona que ha consumido un producto contaminado, la larva de la Triquinella se reproduce con gran rapidez, y se aloja luego en los músculos del diafragma, la lengua, los párpados y el ojo.
Durante la primera semana posterior a la ingesta, quien contrajo la Triquinosis padece un desorden gastroinstentinal severo que se manifiesta en forma de diarrea. Días después, aparecen dolores musculares e hinchazones en los párpados. También produce picos de temperatura y un estado similar al gripal.
Los afectados padecen estos síntomas durante un mes o 45 días, ya que la enfermedad evoluciona por sí sola y es curable. La triquinosis se diagnostica a partir de algunos datos que surgen de la sangre del afectado.
La gravedad de la enfermedad dependerá de la ingesta, y cuanto más elevada es la carga parasitaria en el alimento, más graves serán los síntomas. En ocasiones pueden provocar alteraciones cardíacas e incluso la muerte.
En el tratamiento para curar esta enfermedad se recetan medicamentos antiparasitarios específicos que eliminan las larvas, cuando están en la fase intestinal, y así se limita la presentación de los síntomas.
“Al ser la Triquinosis una zoonosis, hay que enfocar el problema desde el punto de vista veterinario y como una cuestión de salud pública. Primero se debe vigilar la aparición de la enfermedad. Luego realizar los controles y, por último, llevar a la justicia a quienes violen los procedimientos sanitarios contemplados por la ley para la producción de chacinados y embutidos”, afirmó Bolpe.
La tarea de prevención consiste en alimentar bien al animal durante su crianza. Es fundamental que no coma basura y que no conviva con ratas, ya que son ellas, en muchos casos, agentes transmisores de la Triquinosis.
Además, según lo establece la ley provincial, se exige un control de la res faenada, ya sea a nivel comercial o familiar para verificar que la carne no esté infectada. Se trata de un análisis de muy bajo costo -15 pesos – que permiten a un veterinario verificar que el animal esté sano.
En cuanto al consumo, Bolpe señaló que “se debe desconfiar sistemáticamente de todos los productos que se denominen como ‘caseros’, a menos que se tenga la certeza de que fueron correctamente analizados.
“Lo que recomendamos es no comprar en los puestos o carritos ubicados a la vera de una ruta que ofertan salames o chorizos. Esos puestos son muchas veces difusores de la enfermedad. Es responsabilidad de los municipios el efectuar controles bromatológicos que exige la ley.”, puntualizó.
AUNO 1-7-03 lc mar

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