100 años del Club Monte Grande: López Da Silva, tres generaciones de pasión por el rojinegro

El Club Atlético Monte Grande celebra este 21 de agosto su centenario. Tras el cese de actividades por la pandemia, el Club recupera su esplendor con actividades que crecen día a día. La historia de un Club, desde la mirada de la familia López Da Silva.

La historia de un club marca constantemente el sentir de una comunidad, y los habitantes de Esteban Echeverría celebran un hito histórico en su barrio: el centenario del Club Atlético Monte Grande. “Me propuse ser el presidente del centenario del Club, saqué las energías visualizando el centenario”, se decía Luis, desde el inicio de los preparativos por los 100 años del rojinegro, en un contexto en el que llegar a esos años de actividad barrial no es muy común. 

Hablar del Club Atlético Monte Grande es hablar de familia, de pasión, y de continuar su legado con esos valores. Luis López Da Silva, presidente de la institución desde 2017, pasó toda su vida en Yrigoyen 77, sede del CAMG, siguiendo a su padre quien, entre otros cargos de Comisión Directiva, fue prosecretario del club.

“Uno deja mucho y tiene mucho más valor cuando lo hacés en una institución donde estás ad honorem, se viene a destinar tres o cuatro horas diarias por el bien de la comunidad, porque me lo inculcaron mis padres. Mi padre fue jugador de básquet en el Club, fue la primera generación de López Da Silva. Me inculcó eso. Fue dirigente cuando yo era chico, fue prosecretario, durante muchos años viví eso, transcurrió toda mi vida, conocí a mi mujer, formé una familia dentro de lo que es el club, lo hacés porque se da naturalmente y lo sentís tu segunda casa”, rememora Luis. 

Primitiva sede social adquirida en 1945

El presidente de la institución destacó que en 2017 asumió “en un club que venía muy bien, saneado y con una tendencia al crecimiento”, previamente se desempeñó como vocal principal y tesorero del club. En diálogo con AUNO manifestó que “no visualizó ser dirigente” porque una vez que se retiró del básquet profesional a los 38 años, quedó como encargado de ese deporte. “No tuve tiempo de pensarlo”, dice.

Mientras Luis quedaba como encargado del básquet, Justo, uno de sus hijos, ya jugaba en el premini. En la actualidad, Justo juega en el primer equipo del club y es el entrenador de una de las categorías más chicas. “En los últimos años, el básquet fue uno de los deportes más importantes del club, estamos en la competencia más dura que se puede estar en todas las categorías, el mejor nivel en primera, el mejor nivel de los sub23, las inferiores arrancamos en el mejor nivel y ahora estamos en el segundo pelotón, los clubes más fuertes son los más grandes como Boca o Lanús que se cortan solos para arriba y estamos emparejados en el segundo nivel”, analizó sobre el presente de los equipos en los que compite. 

Justo resaltó que “lo más importante es el desarrollo de los más chicos” debido a que de 10 a 13 es cuando más absorben y más horas tienen que pasar en el club”. El jugador y entrenador reconoció que cuando tienen 15 o 16 suelen emigrar a otros clubes “por una cuestión de salario o proyección casi profesional”.

“La idea es que la pasión se mantenga y ver que juegan al básquet, porque les gusta y no porque tienen que hacer un deporte. Me enfoco en transmitir pasión, porque juegan mejor cuando les gusta lo que se hace y no porque los padres les dicen que tienen que venir, que pase a ser ‘me gusta jugar al básquet y por eso, me voy al club’”, explica. 

Justo aspira que los chicos le recuerden a los padres “veinte minutos antes” que tienen que ir al Club, como le sucedía a él con Luis, que los domingos si tenía que estar en la cancha 10:30, desde las 7 le pedía a su padre que lo lleve a jugar. “Era insoportable su pasión”, cuenta Luis entre risas.  

“La culpa fue mía, como jugador de básquet quería contagiar a todo el que venga atrás pero el domingo quería descansar y este fanático enfermo de básquet me despertaba tres horas antes”, cuenta Luis, y recuerda que al papá “también le hacía lo mismo” y que gracias a su fanatismo “él también se volvió fanático del CAMG”.

En la actualidad, el club cuenta con más de 3 mil socios, “casi recuperando la masa societaria antes de la pandemia”, de los cuales 2500 están al día, y “otros mil están en situación de morosos, pero no han solicitado la baja”. El mayor caudal de socios fueron alrededor de 5 mil socios activos durante la década del 80 cuando el Club llegó a estar en el mayor nivel en básquet y tuvo a dos norteamericanos jugando en la institución.

El futuro del Club y su legado

El presidente de la institución resaltó que en su gestión “lograron mantener la estructura” del club tras estar un año y medio cerrado por la pandemia, además de “mejorar el anexo donde están las canchas de tenis, seis canchas a nuevo y el cambio de todas las luminarias de los tres estadios por una inversión a luces led”.

Lopez Da Silva indicó que “el club quedó chico” porque al “ser céntrico no pueden crecer”, motivo por el cual “aspiran a crecer en el Anexo para poder seguir creciendo, enviando actividades como vóley o handball al otro polideportivo”. Además, destacó que luego de la pandemia “explotaron las escuelas de básquet, fútbol, patín y gimnasia artística”, y que “hay chicos en lista de espera para disciplinas como vóley y handball”. 

El mandamás de CAMG reconoció que “una materia pendiente del club es la inclusión para la tercera edad con actividades recreativas” o la ampliación de las disciplinas que tenían una rama masculina o femenina. “El próximo paso es tener básquet femenino porque nos lo están exigiendo, porque esas nenas van creciendo y no se quieren ir del club después de los 12, porque es su grupo de amigos, su cancha, su club, sus vestuarios y vamos a hacer todo lo necesario para ser inclusivos”.

El hijo del presidente y tercera generación de su familia en el club, sostuvo que la infraestructura del club “cambió mucho en los últimos 15 años”, y recordó que los integrantes del plantel de básquet bajaron entre todos “el camión en el que llegaron las maderas desde Santa Fe” al momento de cambiar el piso “de madera al piso por uno de madera flotante”. 

El rol de la familia en el club  

“El club es como la familia, te abraza y te acepta como sos, en el club no se discrimina”, enfatiza Luis al hablar de la importancia del rol social del club, y como el club es familia, nos remarcó que “no hizo falta hablar sobre el club” a sus hijos porque “están, ven los valores y se dan cuenta de lo que se hace”.

En el momento de ser propuesto para la presidencia del club, Luis reconoce que la primer respuesta fue “no, ni loco” debido a que su trabajo “no lo iba a permitir por la falta de tiempo”, pero también aseguró que “sin el acompañamiento de su mujer”, que es parte de la comisión de eventos, “no podría tener semejante responsabilidad”. “Mi mujer me pidió que agarre el cargo, porque estábamos todos los días en el club”, cuenta.

Justo, manifestó que uno de los motivos por el que no practicó otro deporte fue ver a su papá jugando en la primera. “Para mi hermano, Julian, fue imposible practicar otro deporte porque si no jugaba al básquet lo mataba porque necesitaba a alguien para jugar en mi casa también”, sostuvo.   

Las familias en el club suelen ser las mismas que están o estuvieron a lo largo de los 100 años, y Justo lo especificó mientras buscaba en una bolsa de carnets viejos del club al haber reconocido muchos apellidos parecidos a sus alumnos y entre esos carnets estaban el de “padres o tíos”.

El presidente del club puntualizó en que como integrantes de la Comisión Directiva “inculcan que sus hijos, el día de mañana tomen la posta y puedan ser directivos”, mientras que el deseo de su hijo Justo es “tener 40 años y que estén en el club sus hijos con los hijos de sus compañeros y que sus nietos estén con los hijos de sus jugadores”.

AUNO-21-8-22
SG-SAM

Dejar una respuesta