Las cirugías contra la obesidad mórbida –aquella que genera enfermedades asociadas y que afecta a quienes tienen un sobrepeso de más de 40 kilos-, se transformaron, según los especialistas, en la única forma de controlar un mal que puede reducir la expectativa de vida en un 10 por ciento y que amenaza con volverse endémico.
La cantidad de casos de obesidad aumenta en el mundo a un ritmo que hace que los médicos la consideren la primera epidemia no infecciosa. En la Argentina, el 35 por ciento de la población tiene sobrepeso, y el 3,5 por ciento, más de 1,3 millones de personas, sufre de obesidad mórbida o severa. Para estos casos, sostienen los expertos, las dietas alimentarias y el ejercicio físico resultan insuficientes, y la única solución es la cirugía bariátrica, como se denomina a las intervención destinadas a la lograr la disminución de peso.
Según un trabajo realizado por el equipo de cirugía del hospital Ramos Mejía, está comprobado que el tratamiento para la obesidad con dietas alimentarias, medicamentos y ejercicio físico es efectiva en el 80 por ciento de los casos, pero en el largo plazo los pacientes vuelven a ganar peso. En ese mismo trabajo, sostienen que “la cirugía demostró ser el único tratamiento para la obesidad mórbida que tiene buenos resultados a largo plazo”.
Los encargados de las cirugías bariátricas del hospital Ramos Mejía advierten que “el tratamiento quirúrgico de la obesidad no tiene una finalidad estética sino médica, el objetivo de la cirugía es prevenir o tratar las graves consecuencias que provoca la obesidad mórbida”.
Quienes padecen de obesidad mórbida tienen altas probabilidades de sufrir otras complicaciones, como diabetes de tipo 2, elevada presión sanguínea, enfermedades cardiovasculares y problemas respiratorios, las cuales pueden acortar en un 10 por ciento la expectativa de vida.
Para saber si un paciente es obeso y cuál es su grado de obesidad, los especialistas calculan su Índice de Masa Corporal (IMC), que se obtiene al dividir su peso por el cuadrado de su altura. Un IMC de entre 30 y 35 indica obesidad, entre 35 y 40 se considera obesidad severa, y más de 40 es obesidad mórbida o hiperobesidad.
Generalmente se indica cirugía para quienes tiene un IMC mayor a 40, o para quienes tienen un IMC de entre 35 y 40 y sufren alguna enfermedad asociada a la obesidad.
Existen diferentes tipos de cirugías bariátricas, pero el más utilizado en la actualidad, por su simpleza y efectividad, es la colocación de la banda gástrica ajustable. Esta operación comenzó a utilizarse en 1987 y consiste en colocar una especie de cinturón de un material sintético alrededor del estómago. De este modo, se crea una pequeña cavidad en la parte superior y un pasaje estrecho hacia la parte más amplia. El objetivo es reducir el tamaño del estómago para que el paciente sienta sensación de saciedad ingiriendo una menor cantidad de alimento.
Aunque no hay datos oficiales en el país, se cree que desde 1994 la colocación bandas gástricas aumentó fuertemente debido a que empezó a realizarse por vía laparoscópica. Ese método permite realizar la intervención por medio de pequeñas incisiones y sin necesidad de abrir el abdomen, lo que facilita la técnica y disminuye el riesgo. Con laparoscopía, en los casos tratados en el hospital Ramos Mejía la operación dura unos 90 minutos, con un tiempo de internación de sólo un día.
El efecto de la banda gástrica es la disminución de la cantidad de alimento recibido. Con la operación, el estómago, que tenía una capacidad de entre 4 y 5 litros, pasa a tener una capacidad de entre 70 y 100 mililitros, 40 veces menos que antes de la cirugía. La meta a alcanzar es una pérdida que va del 50 al 75 por ciento del sobrepeso.
A pesar de su efectividad, la colocación de la banda gástrica no tiene efectos mágicos. La intervención quirúrgica es sólo una parte del tratamiento, que deberá continuar con una cuidada dieta para no eliminar los efectos de la operación.
En efecto, luego de la cirugía es necesario que el paciente siga un estricto régimen que logre cambiar su conducta alimentaria. Para ello interviene un equipo interdisciplinario de nutricionistas, endocrinólogos, psicólogos y psiquiatras.
En la Argentina, el sistema de salud pública ofrece cirugías bariátricas desde hace cinco años y en tres hospitales de la Capital Federal: en el Ramos Mejía y en el Vélez Sarsfield, pertenecientes a la Ciudad de Buenos Aires, y en el Hospital de Clínicas, que pertenece a la Universidad de Buenos Aires, en donde los pacientes deben pagar entre 1000 y 1500 pesos de gastos hospitalarios además de los 2500 dólares que cuesta la banda gástrica ajustable, que tiene la ventaja de que se puede graduar sin volver a intervenir al paciente.
En los hospitales porteños, en cambio, la intervención es gratuita y la banda, que es fija, tiene un costo de 500 dólares.
AUNO 12-07-04 LL/EV