La influencia de las actividades humanas en los cambios climáticos en las ciudades

p>En una ciudad, tanto la distribución de espacios verdes como la de calles y edificios producen mayores precipitaciones, aumento de humedad y la temperatura. La influencia del hombre en los cambios climáticos fue uno de los temas que se trató en el ciclo “Buenos Aires Piensa” estuvo centrada en cómo la ciudad afecta a los cambios climáticos que se producen. También se explicaron las perspectivas futuras para el país y el mundo.

Por Esteban Perez

(AUNO*).- En la película “El día después de mañana” se observaba una catástrofe climática en la costa este de los Estados Unidos. A pesar de que lo que se estaba proyectando era una ficción, algunos puntos que no escapaban a lo que sucede en la vida real: las actividades de la población urbana influyen directamente en los cambios climáticos.

Luego de estudios realizados en la ciudad de Buenos Aires por científicos del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA), dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, se llegó a la conclusión de que “tanto las actividades de la población como industriales generan residuos que influyen en la atmósfera local”. Los resultados fueron expuestos en una de las charlas de “Buenos Aires Piensa”.

Según explicó Inés Camilloni, miembro del CIMA, los parámetros de la atmósfera local que se modifican son “la cantidad de radiación solar –insolación–, la velocidad de los vientos, la temperatura, la cantidad de humedad, la composición del aire y la precipitaciones”.

Al respecto, la especialista afirmó que “si nos alejamos de los centros urbanos, la temperatura tiende a disminuir, dando como resultado la formación de una isla urbana de calor”. Camilloni agregó que una de las razones por la que se forma esta “isla” es que existe en la ciudad “una mayor liberación de calor producto de actividades humanas, de contaminantes que llegan a la atmósfera y una reducción de la evaporación por reemplazar los espacios verdes por superficies construidas”.

En este sentido, comentó una experiencia realizada por científicos de la UBA y de Estados Unidos en la ciudad de Buenos Aires en marzo de 2001, en la cual se midió la temperatura en distintos puntos de la ciudad. Así, se llegó a obtener como resultado que “la diferencia de temperatura entre las zonas más frías y más cálidas era de 2.3 grados” y que “la diferencia de temperatura en la ciudad puede ser mayor de la que hay entre las zonas rurales y urbanas”.

A partir de estos resultados, la especialista sostuvo que “la zona más cálida no necesariamente era la zona más poblada, y esto fue porque cuando realizamos la experiencia, el viento transportaba la isla de calor que se generaba en la región más densa (el microcentro) hacia el sur de la ciudad”.

“Esto implica que si uno está en un parque puede que no vaya a disfrutar de las temperaturas más frescas, sino que esto está determinado por las condiciones de ventilación que existan en ese momento”, ejemplificó la especialista.

Otra de las conclusiones que expuso Camilloni fue que “hay más lluvias en las ciudades que en los sectores rurales”. La investigadora del CIMA argumentó que las razones son “la formación de la isla de calor -que acelera el ciclo del agua–, el efecto de obstrucción –en los que los sistemas que generan las lluvias se frenan en la ciudad y se desplazan con menor velocidad–, y la contaminación del aire”. “No sólo hay mayor cantidad de lluvias sino que hay más días del año en el que llueve”, sentenció.

Con respecto a lo que sucederá en el futuro, la meteoróloga pronosticó que “a partir de los escenarios que se reconstruyeron para los estudios, el clima mundial de los próximos 20 años en realidad ya está determinado: habrá un aumento de las temperaturas que irá de uno a cuatro grados”. En este sentido, Camilloni explicó que “no importa que hoy se controlen la emisión de determinados gases, ya que no influirán en lo inmediato”, aunque destacó que “sí va a importar para las generaciones futuras, luego del 2020”.

Para la Argentina, la especialista del CIMA vaticinó que “el aumento de temperatura no será muy marcado como en otros puntos de mundo”. Así, afirmó que “aunque la temperatura media no cambiará, sí se notarán veranos más largos, inviernos más suaves y una disminución de la amplitud térmica”. “También se notarán cambios más marcados en la Patagonia”, sentenció.

Según informó Camilloni a la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión (AUNO), “los cambios más importantes se darán en las lluvias: habrá un aumento del 23 por ciento en los siguientes 40 años en la pampa húmeda y norte de la Mesopotamia”. Esto genera lo que la meteoróloga definió como el “corrimiento de la frontera agropecuaria”, lo que significa que zonas que antes eran impensadas para el desarrollo de la agricultura, ahora lo sean.

AUNO. 17.11.04 EAP

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