(AUNO).- Un equipo de especialistas encabezado por el bioquímico Fernando Goldbaum, investigador del CONICET y director del Laboratorio de Inmunología Estructural y Molecular del Instituto Leloir, comenzó la investigación hace 10 años. En aquel entonces detectaron una proteína altamente contagiosa (llamada BLS) en la Brucela, que es la bacteria que transmite la brucelosis. A partir de ese momento, los científicos comenzaron a estudiar a la BLS en profundidad mediante técnicas bioquímicas y biofísicas, y junto con la ayuda de los avances de la ingeniería de proteínas pudieron modificarla con facilidad.
El primer paso permitió saber cuál sería el objetivo de la investigación: “Nuestra intención es desarrollar vacunas contra diversas enfermedades. Pero en el caso especifico de la brucelosis hemos probado que esta estrategia es muy efectiva en un modelo experimental, y ahora deberemos probarla en estudios de campo”, señaló Goldbaum.
El preparado que aspiran descubrir sería preventivo, lo que implica que se inyectaría en aquellos animales que aún no están infectados. Al respecto, el bioquímico explicó que “la estrategia más efectiva es la de prevención del desarrollo de la enfermedad en animales, puesto que sin animales infectados desaparecería la enfermedad y dejaría de ser contagiada a los seres humanos.
La brucelosis es una zoonosis muy contagiosa (o sea, una patología que padecen los animales y que es trasmitida al hombre) que se encuentra especialmente en cabras, vacas, cerdos o perros. Su forma de contagio suele ser por la piel o por vía alimenticia, en el caso de que las personas consuman carne de algún animal enfermo o incluso en leche o queso mal pasteurizado. Su sintomatología inicial es la fiebre, el dolor en las articulaciones sacroilíacas (en la parte inferior de la columna vertebral) e inflamación de los ganglios. En los casos más graves puede producir una infección grave en el endocardio (conocida como la endocarditis) o neumonía.
Goldbaum explicó a AUNO que existen otros grupos de científicos que buscan desarrollar nuevas estrategias contra esta enfermedad. “Hay grupos muy buenos investigando en Estados Unidos, Francia y España, y por suerte también en la Argentina, donde hay grupos de excelente nivel internacional”, destacó.
Claro que en los países desarrollados la brucelosis no es un problema que afecte a sus economías y mucho menos a sus sociedades. En cambio, en Argentina se estima que se pierden anualmente entre 60 y 100 millones de “agrodólares” a causa de este trastorno, a la vez que no existen datos concretos sobre la cantidad de personas infectadas, aunque sí se sabe que los más expuestos son los veterinarios y los trabajadores de los frigoríficos.
Respecto de los plazos que maneja el grupo de biólogos, bioquímicos y biotecnólogos, Goldbaum no quiso arriesgar una fecha. “Sí podemos fijarnos metas para los experimentos que tenemos que hacer, y podríamos en un par de años tener una visión mucho más clara, si es que nuestra vacuna funciona o no en animales grandes como las ovejas”. Es por ello que ahora, los trabajos que los especialistas desarrollan en el campo probando la vacuna tendrán la última palabra.
AUNO. 25.07.05 EAP/EV