“Nunca me voy a ir de Brown”

En un tiempo en el que el fútbol parece estar irremediablemente dominado por el mercantilismo, Pablo Vico, entrenador de “El Tricolor”, emerge como alguien que se esfuerza en nadar contra la corriente. Hace 14 años que trabaja y vive en el club donde jugó y dirigió inferiores. Hoy, está al frente del equipo que lidera el campeonato de la Primera B Metropolitana. “Aquí nací y aquí me voy a morir”, remarcó el DT en un diálogo con* AUNO*.

Lomas de Zamora, diciembre 20 (AUNO).- Pablo Vico, el entrenador de Brown de Adrogué, líder del campeonato de la B Metropolitana es un fiel exponente del amor que un hombre del fútbol puede llegar a sentir por una club. Es que el lugar en el mundo de este técnico está literalmente en la institución de la zona Sur del GBA, pues reside en un monoambiente que se encuentra en el predio que aloja a la cancha del equipo.

A lo largo de 14 años, Vicó trabajó con las diversas categorías de la entidad, y por su amor incondicional a “El Trico”, se convirtió en un auténtico referente para la los hinchas.

– ¿Por qué piensa que a la gente le llama la atención su forma de ser?
-Vivo por mi pasión. Hace más de 14 años que trabajo de lo mismo. A la mañana entreno con el equipo de Primera, al mediodía a corto para almorzar en una parrilla que queda a unas cuadras y a la tarde tengo mi segundo trabajo en las canchas de tenis del club. A algunos les llama la atención mi rutina, pero es por mi forma de ser. Vivo pendiente de lo que pasa en Brown. Empecé acá en el baby y seguí hasta ser técnico de los profesionales.

– ¿Y qué es lo que lo llevó a vivir en el club? – Fue la vida. Yo tenía una familia, pero como todo matrimonio que sufre un desgaste, me separé. Viví casi tres años en una pensión, y la verdad que se trató de una situación triste. Los dirigentes del club me preguntaron si quería quedarme acá y tratar de cuidar, de mantener el lugar. Y acepté sin dudarlo. Antes de estar r en una pensión, preferí quedarme donde me siento más cómodo.

– ¿Qué experiencias son las que más lo marcaron en lo futbolístico? – Y… estuve a punto de jugar en River. Después de estar dos años en Brown me vendieron a Temperley. Tuve una racha de muchos goles en pocos partidos. Había contactos con gente de River. Me seguían de otros equipos como Vélez y Argentinos. Me sentía reconocido. Pero bueno, tuve una lesión. Me rompí el tobillo y estuve parado ocho meses. En mi lugar, fue otro jugador, que estaba siendo observado.

– ¿Por qué Brown se destapó este año? – Hace más de dos años y medio que venimos trabajando con un mismo proyecto. Ahora salió a la luz todo lo que se venía trabajando y construyendo. Muy en silencio y de a poco. Esto viene en crecimiento. Se están dando los resultados con mucho sacrificio. Si bien estamos pasando un buen momento, tenemos los pies sobre la tierra. Nuestro objetivo es tratar de superar la campaña del campeonato pasado, que fue la mejor que hicimos en la historia. Pero no puedo decir que vamos a ser campeones, todavía es algo que no puedo prometer.

– ¿Le conviene al mundo del fútbol que ascienda un equipo chico como Brown?
-Uno pensaba que por ser un club chico nos iban a tratar de voltear, como se dice vulgarmente, pero lo cierto es que el campeonato pasado y éste, en los cuales Brown tuvo una participación importante, el club no sufrió ningún perjuicio. Nunca se dio una situación como para que uno piense que me querían tirar abajo al equipo, o algo así. Desde mi lugar, te puedo decir que Brown está disputando un campeonato de igual a igual con los más grandes y hasta ahora no tuvimos ningún problema.

– ¿Cómo es la relación con su pareja? – Se llama Doris. Ella comparte mi pasión, cobra las cuotas, lava la ropa de inferiores, trabaja con el tenis igual que yo. Es algo raro para la gente, estamos siempre a la par. No es habitual. Llama la atención. Si no estoy, ella se ocupa de lo que sea. El club es como una familia y nosotros seríamos como los padres de todos los pibes que andan por acá.

– Hablando de familia, ¿hijos?
-Tengo dos. Una hija de 29 que trabaja en la aduana, y un hijo de 33 que es dueño de una pollería. Gracias a Dios no están relacionados con el fútbol. Y los hijos de mi actual pareja, son como míos, y suelen estar en el club, tampoco tienen nada que ver con el fútbol.

– ¿O sea que está contento de que hijo no se haya dedicado a jugar al fútbol?
Por un lado sí, pero por el otro no. El jugó un tiempo en las inferiores de Los Andes y después en Ferro. Quizás hubiese necesitado que lo acompañara un poco más, pero a veces la situación de un padre separado es complicada. No haber estado más a su lado es que me reprocho. Igualmente, tengo una buena relación con mis chicos. Vienen a la cancha, y están contentos por el momento que estoy pasando.

-¿Cómo se vive el post-partido?
-Termina el partido y quedamos exhaustos, mi mujer está en boletería y yo que estoy en la cancha sufriendo. Una vez que todo termina, solamente pienso en dormir y en armar al equipo para la fecha siguiente. Me doy cuenta que no disfruto porque siempre estoy pensando en lo que viene.

-¿Y antes del partido?
-Las 24 horas antes de un partido no existo. Doris me puede estar hablando, pero no la escucho. Vivo pensando en el partido, preparando la charla técnica, pienso en cómo hablarles a los jugadores y esas cosas. Durante un partido, puedo fumar cinco o seis cigarrillos en media hora. Porque aparte soy hincha del club, lo vivo como técnico y como fanático. Por lo general, dos o tres días antes, me pongo a ver videos sobre el rival de turno. Mi cuerpo técnico es así también.

-¿Percibe que hay un furor en Adrogué y las localidades vecinas por el momento que atraviesa Brown en el campeonato?
-La otra noche fui a la feria de las colectividades en Calzada y fue una locura. Hoy, uno camina por Adrogué y todo el mundo está con la camiseta del equipo. Estoy recibiendo mails de gente de Chicago, de Atlanta, de Boca que apoyan la campaña. Es algo que a mí me llama mucho la atención. A veces, no me doy cuenta de lo que estamos generando. “Ojalá muchos técnicos tuvieran la humildad tuya”, me dicen por la calle. Soy así, no vendo humo. Un tipo de Temperley el otro día me felicitó en esa feria, una cosa muy extraña, cada dos pasos me paraban. El otro día quise comprar un llaverito de Brown, y no había más. Estaban agotados. Me da vergüenza que me pidan fotos. Hace poco vino un chico a pedirme un autógrafo y pensaba: “¿Qué le pongo?”. No sé qué hacer en esas situaciones. A veces, Doris se enoja, me deja solo y se va.

-¿Su futuro está en Brown? – El día que vos no me vean en Primera división, voy a estar trabajando con los chiquitos de la misma manera y con las mismas ganas que ahora. A mí, de acá, no me saca nadie. Tres pesos no me van a cambiar mi vida, y menos a esta altura. Soy de Brown y no me voy a ir a ningún lado. No pienso traicionar mis pensamientos, de acá no me muevo. Quiero ser feliz, estar tranquilo, vivir en donde me siento más cómodo, sufrir y llorar por este cuadro. No es que lo digo de la boca para afuera. Lo digo de verdad. Uno tiene que ser agradecido de la gente que le dio una mano en un momento difícil. En Brown nací, y en Brown voy a morir. Es así.

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