Monte Grande: Empresa social emplea jóvenes con discapacidad mental

El Centro de Formación y Producción Florihortícola “El Puente Verde” emplea a jóvenes con discapacidades desde hace ocho años. La entidad es una empresa social que se sustenta con su propia producción. Además de cultivar hortalizas, los jóvenes apadrinan plazas públicas1

Por Lucas Livchitz

(AUNO*) Creada en 1995 con la colaboración de algunas organizaciones no gubernamentales, funciona en Monte Grande el Centro de Formación y Producción Florihortícola para Jóvenes en Situación de Desventaja “El Puente Verde”, una “empresa social” dedicada a la capacitación e inserción laboral de jóvenes en situación de riesgo social.

Alrededor de treinta chicos con discapacidad mental leve o moderada, y también hipoacúsicos, que cuentan con un manejo mínimo de lectoescritura concurren a “El Puente Verde”, donde se capacitan y trabajan en tres actividades: mantenimiento de parques y jardines, producción de vivero, y huerta orgánica.

La entidad comenzó como una idea de Amalia Hermitte, quien en la actualidad es la directora general. En un principio se trataba sólo de un proyecto. Pero con ese germen de idea se contactó con una amiga en Italia para asesorarse y conseguir algún tipo de financiación. Así fue como se conectó con COSPE, una organización no gubernamental para la cooperación con el sur del mundo y el voluntariado internacional, a través de la cual consiguió la colaboración del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano.

Además, contribuyeron con la conformación de “El puente verde” la Asociación Italiana XX de Settembre y la Fundación Ambientalista del Plata. Por otra parte, la Municipalidad de Esteban Echeverría presta, mientras funcione el proyecto, un predio de cinco hectáreas en la avenida Jorge Newbery, kilómetro 28,5, en donde se encuentra la entidad.

“ ´El Puente Verde´ es una empresa social, donde además de los 31 chicos que se capacitan trabajan otras doce personas entre las actividades de administración y capacitación”, explicó Amalia Hermitte, su directora. También indicó que “la mayoría de los chicos llegan derivados de colegios especiales y a otros los traen los padres”.

Los jóvenes realizan actividades productivas. Cuando comienzan se desempeñan en las tareas de jardinería, para a medida que reciben capacitación avanzar hasta llegar a trabajar en la huerta orgánica.

Las tareas de mantenimiento de parques son apadrinadas por plazas, que son cuidadas por los chicos. También son instruidos en el diseño y conservación de fuentes, estanques y cascadas para luego ser contratados por empresas y particulares a quienes brindan sus servicios.

Por otra parte, las verduras que son producidas en la huerta orgánica son vendidas en Capital Federal y el sur del Gran Buenos Aires. Los mismos chicos preparan las cajas con un promedio de ocho kilos de verduras frescas que después son vendidas a veinte pesos y repartidas a domicilio. Esa producción se realiza sin ningún agroquímico, con la aplicación de técnicas de rotación de cultivos y control de plagas con preparados naturales. Del mismo modo, el Centro comercia de forma mayorista con viveros su producción de flores.

La directora del Centro señaló que “la mejor forma de colaborar con el proyecto es que si una empresa o un particular necesita hacer un parque o un jardín, en vez de contratar a otra empresa es bueno que se acerquen, porque así están colaborando con el fin”.

AUNO 9.5.03 LL CGL

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