La pelea por hacer visible a la comunidad de refugiados e inmigrantes afro

El Instituto Argentino para la Diversidad e Integración busca la inserción de inmigrantes y refugiados africanos. En diálogo con AUNO-Tercer Sector, su fundador, el congoleño Nengumbi Sakuma, destacó logros y habló de cuentas a saldar: “Las herramientas están, pero Argentina quiere seguir siendo un país blanco”.

Sabrina Améndola

Nengumbi Celestin Sakuma es un refugiado congoleño que llegó a la Argentina en 1995 perseguido por un gobierno dictatorial. Su vida corría peligro y la oportunidad que se le presentó fue recalar en nuestro país. Con las enseñanzas de una difícil adaptación, en 2007 fundó el Instituto Argentino para la Diversidad e Integración (Iarpidi), con el objetivo de facilitar la inserción e integración de miembros afro en nuestro país.

Esos objetivos, que parecen al alcance de la mano, se encuentran obstaculizados por las prácticas discriminatorias que aún prevalecen en el campo laboral, la salud y la educación. Y por los problemas para acceso igualitario en el ejercicio de sus derechos culturales y políticos.

En diálogo con AUNO-Tercer Sector, Sakuma no sólo mostró un amplio conocimiento de la historia argentina, sino también de las falencias del presente para los refugiados africanos en el país. “La principal inquietud es la de conseguir la documentación, además de poder acceder a un trabajo decente. La discriminación, el racismo, el hostigamiento policial en la calle, el acceso a una educación formal, el acceso a la salud, son otros de los temas recurrentes de consulta en la asociación”, detalló.

¿Cómo surgió la idea de fundar Iarpidi?

El instituto nació a fines de 2007 como una respuesta a la violación de los derechos humanos de los solicitantes de refugio, refugiados, inmigrantes africanos y afrodescendientes en Argentina. Es la continuidad del trabajo que venía realizando Forefa (Foro de Refugiados en la Argentina) en los años 90, con la idea de demostrar el incumplimiento de la asistencia efectiva a estas personas por parte del Estado argentino. En 2005 hice el cambio de ciudadanía y recibí la argentina, lo que me permitió tener mayor participación política. Al año siguiente, un grupo de refugiados nos autoconvocamos y fundamos el Foro de Refugiados, fui electo presidente y comenzamos a realizar un trabajo de concientización para que el Estado tome cartas en el asunto e implemente políticas de integración, algo que no ha ocurrido en su totalidad hasta el día de hoy. Finalmente en 2007 fundé Iarpidi.

¿Cuáles son las principales líneas de trabajo de la asociación?

La promoción y protección de los derechos humanos, de solicitantes de asilo y de refugiados, por un lado, y de inmigrantes africanos y afrodescendientes, por el otro. Investigar las distintas formas de discriminación social, apuntar a una línea de trabajo contra el racismo político e institucional que llevan a la exclusión. En este contexto, todo el trabajo comienza por la concientización y, es por eso, que desde la institución fomentamos la participación en charlas y talleres para llevar adelante una discusión sobre la temática. También apuntamos a la creación de proyectos que impulsen el bienestar de aquellas personas víctimas de prácticas racistas, sobre todo, porque este país adquirió obligaciones internacionales en lo que hace a la lucha contra el racismo. Desde Iarpidi creemos que la integración es fundamental. Somos muchos y diferentes, pero vamos juntos.

¿A qué obligaciones internacionales hace referencia?

A la Convención de Ginebra de 1951 sobre el Estatuto del Refugiado, al Protocolo de Nueva York de 1967 y, a nivel regional, la aceptación de la Declaración de Cartagena sobre Refugiados de 1984, que amplía o profundiza el concepto de refugio y da fundamento al estatuto de refugiado en Argentina. Los países que ratificaron esos convenios se comprometieron a brindarle protección internacional a solicitantes de refugio y a refugiados. También, la lucha contra el racismo está en el Programa de Recomendación de Durban de 2001, que promueve “la eliminación de toda forma de discriminación racial”. Aquí hay antecedentes con la creación del Inadi y con la elaboración del Plan Nacional contra la Discriminación en 2005. Las herramientas están, pero Argentina quiere seguir siendo un país blanco.

¿Por qué cree que ocurre esto?

Los próceres de la Generación del `80 –como Domingo Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, y José Ingenieros- proyectaron una Argentina donde no debían existir “negros”, en términos de grupo étnico, si bien físicamente existían y en un amplio número. En su dicotomía “Civilización y barbarie”, Sarmiento señalaba como bárbaros a los afro, indios y gauchos; discurso que quedó en el imaginario argentino y que se transmitió de generación en generación. En la actualidad, la presencia afro no existe ni siquiera en los manuales escolares. A los chicos no les enseñan que hubo población afro en Argentina. Se estima que en 1778 en la provincia de Santiago del Estero, el 50 por ciento de la población era afro; mientras que Buenos Aires tenía un 30 por ciento y Tucumán un 42 por ciento. En promedio, Argentina contaba con un 50 por ciento de población afro.

A partir de este ocultamiento, ¿cree que el racismo es más fuerte en Argentina que en otros países de la región?

Sí, porque por más pequeñas que sean existen comunidades afro en otros países de América y aquí eso no se ve. Este fue un país donde hubo mucho mestizaje, aquí hay gran cantidad de afrodescendientes, de los cuales un gran porcentaje niega su descendencia africana. Entonces, revertir esta cuestión requiere de mucho trabajo por parte de los políticos, quienes deben ser los primeros actores de lucha contra el racismo.

¿Realizan charlas y talleres de concientización?

Hasta ahora el trabajo era interno con investigaciones y notas que se subían nuestro sitio web. A partir del año pasado comenzamos a dar charlas en los colegios, con la idea de fomentar una línea de trabajo a favor de la integración. Este año, fuimos a un colegio, pasamos un video de Naciones Unidas que decía: “Declarate defensor o defensora de los derechos humanos”, coincidiendo con Día mundial contra la Discriminación Racial y el racismo, que se conmemora cada 21 de marzo, luego conté mi historia personal y los chicos me hicieron preguntas. Además, ofrecimos una charla que incluía a diez panelistas de distintas comunidades: judío, boliviano, wichí, qom, afro, donde cada uno de ellos contaba algo para concientizar y luchar contra el racismo. Además, hacemos reuniones en ámbitos del Estado, como la Defensoría de la Nación, el Ministerio de Educación de la Nación y la Secretaría de Derechos Humanos, porque son ellos los que tienen la posibilidad de cambiar las cosas.

¿Cuáles son las principales inquietudes con las que llegan a la institución miembros de la comunidad afro o afrodescendientes?

Para los refugiados, la principal inquietud es la facilidad para conseguir la documentación, además de poder acceder a un trabajo decente. La discriminación, el racismo, el hostigamiento policial en la calle, el acceso a una educación formal, el acceso a la salud, son otros de los temas recurrentes de consulta en la asociación. Es claro que si un derecho humano está afectado, los otros también lo estén. En los afrodescendientes y africanos es muy recurrente el tema del racismo que en Argentina es constitucional, ya que el artículo 25 de la primera parte de la Constitución Nacional, después de la reforma de 1994, sigue fomentando la inmigración europea, lo que constituye la promoción implícita del racismo.

¿Cómo es la inserción laboral para integrantes de la comunidad afro?

Es muy difícil. Cuando un africano llega a este país se le niega la posibilidad de acceder a un empleo digno y estable. El pensamiento aquí es que el negro sirve para trabajos pesados, ya sea para trabajar en la construcción o en el restaurante lavando platos, es decir, que lo pesado, lo no dignificante es para el negro. Nadie llama a un afro por su nombre por más de que lo conozcan, siempre le dicen: “Vení negro hacé esto”. Los primeros que llegaron trabajaron en la construcción y recibían un trato humillante, discriminatorio. Por eso, como alternativa de trabajo muchos comenzaron a vender en la calle, trabajando varias horas. La venta callejera comenzó en 1998 cuando dos muchachos, uno de Malí y otro de Sierra Leona, empezaron a ofrecer remeras con diferentes diseños y colores, que se hacían en la década del `70 con la cultura hippie; después se sumó un muchacho de Senegal vendiendo obras de arte en madera. Como el negocio empezó a andar bien comenzaron a vender bijouterie que compraban en el barrio de Once, y en el 99 se sumaron algunos que antes pertenecían a la construcción. Ese mismo año, la Comisión Católica le empieza a dar dinero a la gente para iniciar un microemprendimiento, unos 400 pesos para comprar la mercadería. Así, la venta ambulante empezó a duplicar en las calles, con el agregado de ventas de carteras, cinturones y billeteras en los últimos años, aunque hoy ya no reciben esa ayuda material. Detrás de esto no hay ninguna mafia, es la única manera que la gente tiene para ganarse la vida.

¿Cree que la gente discrimina por ignorancia o por miedo al otro?

Nunca se discrimina ni por ignorancia ni por miedo al otro. Esas dos teorías son falsas. Se discrimina porque el europeo instaló la teoría de la superioridad racial, el que discrimina lo hace porque se siente bien considerando que es mejor. El europeo instaló el tema de la superioridad racial y al otro no hay que darle la dignidad humana, entonces por no darle la dignidad humana no hay que facilitarle el acceso o el bienestar socioeconómico, porque el racismo pasa por la economía. Si alguien lo quiere llevar a nivel internacional ahí verá que los países prósperos se llaman primer mundo y el resto es la periferia o los países subdesarrollados que sufren la discriminación de los países avanzados.

Una de las líneas de trabajo de Iarpidi apunta a erradicar el racismo a nivel institucional. ¿Alguna vez sufrió actos de discriminación racial en alguna institución pública?

Sí, muchas veces los miembros afro somos atendidos con indignación. Me pasó en el hospital Penna, donde una recepcionista tuvo actitudes racistas para con mi persona. Era una enfermera me trató muy mal en varias oportunidades y negaba mi atención en la guardia. Hice llegar mi queja al director del hospital, la sancionaron disciplinariamente y siguió sólo como enfermera.

¿Cuántas personas de la comunidad africana viven en la Argentina?

Es una gran pregunta. Como nunca fueron censados no se sabe cuántos afro hay en la Argentina. Con la nueva inmigración, por estimaciones de la Conare habría algo así como 10 mil personas. En el censo de 2010, en las grandes ciudades con 50 mil habitantes sólo el 10 por ciento de los censistas salieron con el formulario ampliado donde existía la pregunta sobre afodescendencia o pueblos originarios, eso implica que de cada diez afro en las ciudades grandes, uno sólo fue censado como afro y nueve no lo fueron. Debería ser obligatorio que salgan con ese formulario pero fue una decisión deliberada del país para no hacer ver tantos afro. Entonces, se estima que en el último censo hubo más o menos 150 mil africanos y afrodescendientes encuestados. Y que de esto apenas 0,04 serían afrodescendientes, unas 11 mil personas. Dentro de ese número hay uruguayos, afrobolivianos, afrocolombianos y africanos. Por eso, de africanos estimo que estaremos rozando los 10 mil.

¿Cómo se financia la asociación? ¿Reciben algún tipo de ayuda?

No, no recibimos ayuda económica, salvo un proyecto audiovisual que presentamos al Gobierno porteño y ganamos el año pasado, que nos otorgó un subsidio pero sólo destinado a ese fin. Entonces, las pocas personas que somos –unos diez socios- aportan 30 pesos por mes y solventamos gastos menores y realizamos el trabajo desde mi casa, porque en diciembre del año pasado perdimos un espacio que teníamos en comodato en la avenida San Juan al 2400. En estos momentos no podemos ir a pagar un alquiler de 1500 pesos o más. Tengo pensado escribir una carta dirigida al Gobierno de la Ciudad contándoles nuestra situación.

¿De qué países provienen los inmigrantes africanos que arriban a Argentina?

La llegada de africanos a este país fue variando. La última tendencia –de 2002 en adelante- es de Senegal. Desde ese momento la comunidad afro más grande de Argentina son los senegaleses. Antes llegaban desde Nigeria, Liberia y Malí. Los que somos pocos estamos dispersos, los congoleños no llegamos a ser 30, pero los senegaleses llegan a 3500, y la tendencia es que cada miembro de la comunidad se agrupe, como una forma de cuidarse de los abusos, de fortalecerse. Los últimos que arribaron al país provienen de Ghana y de Costa de Marfil.

¿Por qué eligió como logo de la institución el sol de la Bandera argentina?

El logo marca el territorio nacional argentino, por la bandera de este país. El sol con la cara del ser humano promueve el principio de la igualdad y la no discriminación para fomentar la integración, ya que cuando el sol sale, sale para todos y todas. El sol no discrimina.

Cómo contactarse:
http://iarpidi.org/
info@iarpidi.org

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