“Hay una cacería absurda contra los cultivadores de marihuana”

El presidente de la organización “Cogollos del Oeste” e integrante de la conducción del Frente de Organizaciones Cannábicas Argentinas (FOCA), Facundo Rivadeneira, consideró que la flamante ley sobre el uso medicinal de la marihuana significa un avance. Sin embargo, sostuvo que existe una persecución hacia los cultivadores y enfatizó: “No somos narcos”.

Rodrigo Núñez

Joven, militante y “usuario” de marihuana, ese es el término que utiliza para definir su relación con el cannabis. Así es Facundo Rivadeneira, uno de los conductores del FOCA y líder de la asociación civil “Cogollos del Oeste”. A los 30 años, lo desvela la lucha por eliminar la prohibición del cultivo de marihuana. Habla en plural, como si en cada respuesta estuvieran todos sus compañeros de lucha atrás. “Creemos que todos los problemas son generados por la prohibición”, sostiene y no duda: “Nosotros elegimos utilizar una planta que nos hace bien”.

¿Cómo llegaste a militar y a formar la organización?

– En 2017 cumplimos seis años. Empecé a ir a marchas que de a poco iban creciendo y reunirme con activistas. Entonces empezamos a formar “Cogollos” en nuestra área geográfica, el oeste del conurbano y la Ciudad. El primer objetivo era agruparnos para poder contenernos, generar una red de ayuda. Así conformamos un grupo de trabajo y comenzamos a hablar e informar sobre el cannabis.

¿Qué te proponés con esto?

– Nuestra meta es generar un cambio social y legislativo, y a ese cambio se llega con información. Hoy en día, tenemos exceso de información y la gran mayoría es falsa. Creemos que todos los problemas son generados por la prohibición, y la base de nuestra lucha son los derechos humanos, algo que se está perdiendo bastante en estos días.

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¿Cómo es ser cultivador de marihuana hoy en nuestro país?

– Necesitamos que dejen ya de allanar a los cultivadores, como primera medida. Queremos la regulación total del cannabis pero necesitamos que dejen de allanar a los compañeros. Esto es una cacería absurda, como el caso de Adriana Funaro, que la liberaron una semana antes de la última marcha por la legalización de la marihuana y la pudimos tener con nosotros. No puede estar sucediendo esto.

Mencionaste la marcha mundial de la marihuana que se hizo el sábado 6 de mayo. ¿Se vivió un clima especial por la cercanía con la sanción de la ley del uso medicinal del cannabis?

– Tuvimos una marcha muy linda, mucha unión, mucha organización, a diferencia de años anteriores. La mesa que articuló la movilización estuvo conformada por más de 10 organizaciones y eso es fruto del trabajo interno. Se logró un buen alcance mediático. Por suerte, el tema está cada vez más instalado en los medios. Más allá de la ley que tenemos, se está visibilizando al cultivador, en un contexto que nos está asustando por la criminalización.

En ese sentido se te ve comprometido con el caso de Lautaro Ferraro.

– Lautaro es un pibe como cualquiera. Tiene 25 años, trabajador. Se dedicaba a cultivar y lo allanaron porque tuvo problemas con un vecino que lo denunció. Tenía 38 plantines, algo relativamente normal para cualquiera que trabaje con cannabis medicinal. Ayudaba a su mamá con el aceite que extraía. Forma parte de esta red de cultivadores que la misma ilegalidad formó. Muchísimas personas necesitan el aceite de manera urgente. Es la misma historia de siempre, te agarran y te tratan de narcotraficante, y eso no existe. No somos narcos.

¿Qué opinás de la nueva ley?

– Celebramos un nuevo avance, que se haya instalado el tema, que haya habido un cambio. Es una ley corta, que le falta mucho, pero abre las puertas para la investigación y tenemos que encararlo desde la sociedad civil con el involucramiento de todos. Nos va a permitir investigar ya sea desde el INTA, el CONICET o las universidades públicas. Esto va a generar que la discusión avance.

¿Qué le falta a la ley?

– Que a la par de la ley tenemos compañeros detenidos, incluso promotores del cambio de ley, que hablaron con médicos para pedirles que alentaran que el proyecto llegara al Congreso, pueden ser detenidos con la reglamentación actual. La ley establece un registro de usuarios, esperemos que se reglamente y que las familias tengan fácil acceso a poder hacerlo. Pero también necesitamos la figura del cultivo solidario y el cultivo asociativo porque son las otras aristas de esta realidad. Los usuarios se nutren de estas modalidades, que requieren la participación colectiva, lo cual es ignorado por la ley.

O sea que el acceso es demasiado limitado.

– Está buenísimo que se importe, que el Estado lo produzca, pero para garantizar completamente el acceso democrático a la medicina tenemos que contar con todas las formas de acceso.

¿Cuál es tu visión del modelo implementado en Uruguay? ¿Es aplicable en Argentina?

– Lo primero que puedo decir es que nadie tiene la fórmula. No podemos tomar ningún proyecto, ninguna reglamentación como panacea. Porque, por ejemplo, el cannabis legal en Uruguay entró como una estrategia de reducción de daños de otras drogas y lo primero que se habilitó fue el autocultivo personal y los clubes de cultivo. Recién 4 años después se está por empezar a vender en farmacias. En ese sentido es completa, pero del lado del cannabis medicinal tiene fallas porque al tardar tanto no pudieron ponerse a estudiar y avanzar en lo que es investigación y en garantizar el acceso desde el Estado.

Entonces, no la tomás como ejemplo.

– Es una ley buena, se pueden copiar cosas. Los cultivadores ya están registrados, más allá de algunos problemas en el interior con allanamientos que terminaron en nada luego en las fiscalías. El tema es que hay limitaciones que acá deberíamos discutir, como el límite de 45 miembros en los clubes. En Barcelona hay clubes de hasta 15 mil miembros. Leyes tenemos en todo el mundo para mirar.

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¿Por qué considerás que hay sectores que siguen afirmando que ustedes hacen “apología de la droga”?

– Eso es producto de 80 años de prohibición. Esto es un paradigma social, un paradigma cultural. Tenemos dos o tres generaciones que nos antecedieron que pensaban que éramos unos drogadictos, que éramos locos, a todos nos ha pasado en la familia. Pero los paradigmas se van derrumbando, vamos evolucionando y adquiriendo más información. Hoy en día esto ya no es tan así. Los sectores que hablan tan peyorativamente sobre los usuarios de cannabis tienen un grado intencionalidad. No creo que venga de la ignorancia. Una cosa es no entender, que falte información, y otra cosa es no querer ver la realidad.

En lo cotidiano, la frase “la marihuana es la puerta de ingreso a drogas más pesadas” está muy difundida.

– Error. La marihuana, en muchos casos, es la puerta de salida para drogas más pesadas. La marihuana no tiene componentes que generen una dependencia psico-física como tiene la cocaína, el tabaco o el alcohol. El usuario que consume marihuana de forma habitual tiene un hábito de consumo, no una adicción. Es como elegir tomar una gaseosa o un café. Si hablamos de drogas de inicio, el azúcar es la adicción primaria y todas las porquerías que nos venden. Nosotros elegimos utilizar una planta que nos hace bien, no nos hace mal.

¿Y por qué creés que se dice eso de forma tan generalizada?

– Porque es una de las drogas que se consumen en la adolescencia, entonces es muy fácil. Es una gran falacia. Incluso hay estudios, y experiencias que nosotros vivimos, que sostienen que la marihuana es salida de drogas pesadas. Hay proyectos que no nos dejan implementar sobre reducción de daño a través del cannabis, por ejemplo en chicos adictos al paco.

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