Darío Volonté en Monte Grande, un concierto para no olvidar

Los vecinos de Esteban Echeverría se deleitaron con la visita del tenor que, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional, encabezaron la velada de inauguración del VIII Festival de Música Clásica organizado por la comuna.

Lomas de Zamora, 22 de junio (AUNO).- La escuela Naciones Unidas es grande. Está en una esquina, muy cerca de una avenida importante de la localidad de Monte Grande. Es tan grande que en su auditorio caben 800 personas sentadas, una orquesta sinfónica y el enorme Darío Volonté. En ella se inauguró el VIII Festival de Música Clásica de Esteban Echeverría.
El auditorio de la escuela estaba colmado de vecinos. Centenares de personas aprovecharon para disfrutar de un espectáculo de música clásica gratuita, que permitió la presencia de muchos que de otra manera no tienen acceso a este tipo de eventos. “Cuando se ofrecen espectáculos de calidad y nivel, la gente concurre y está ávida”, manifestó el tenor.

Cada año el Festival abre con la Sinfónica Nacional, pero esta vez tuvo la presencia del tenor. Y arrancó con la Orquesta Infanto-Juvenil de Esteban Echeverría dirigida por Mariela Acosta Liuzzi. Más tarde fue el turno del Coro Kennedy local, que debutó en el escenario de la mano de su director, Raúl Fritzsche.

Cerca de las nueve, llegó el turno de la Sinfónica. Uno a uno los músicos de la orquesta se ubicaban en sus puestos y se disponían a afinar sus instrumentos. Mientras tanto, por una puerta lateral entraba el intendente Fernando Gray, que después de hablar con algunos medios, se sentó en primera fila, junto a la secretaria de Cultura del Municipio, Natalia Garnero.

Ya todos los músicos estaban en sus asientos cuando ingresó por un costado el maestro Mario Perusso, director de la Orquesta. Luego del aplauso, batuta en mano, dio la orden y los músicos ejecutaron “Las vísperas Sicilianas”, de Giuseppe Verdi.

Siguieron luego una selección de la Suite Nº1 y Nº2 “La Arlesiana”, de Georges Bizet; el Intermezzo de la ópera “Manon Lescaut”, de Puccini; y la Danza Final “Malambo”, de la Suite “Estancia” de Alberto Ginastera.

La orquesta ejecutó cada pieza frente a un auditorio atento y expectante y el maestro saludó en varias oportunidades, como es costumbre, al violinista concertino Roberto Rutkauskas. Finalmente llegó el turno de Volonté. El maestro Perusso fue a buscarlo y lo acompañó al escenario. De caminar firme y mirada serena el tenor se abrió paso entre los músicos y se ubicó frente al público. Y aunque estaba rodeado por unas 800 personas y tenía detrás a la Sinfónica acompañándolo, cuando abrió su boca no existió nadie más. Sólo estaba él, con su voz y su sentir.
Darío Volonté debutó en 1999 en el Teatro Colón y su carrera fue en ascenso desde aquel día. Cantó en las principales operas del mundo bajo la batuta de grandes directores y fue el único solista en realizar dos bises en el Teatro Colón en los últimos 100 años.

“E Lucevan le Stelle” de la ópera Tosca de Giacomo Puccini fue lo primero que cantó en Monte Grande. Algunos pocos lo seguían en voz baja, pero todos escuchaban con admiración las piruetas de la voz. Cuando terminó se retiró del escenario para volver enseguida con “No Puede Ser” de la zarzuela “La tabernera del puerto”, de Pablo Sorozábal. Y ahora en español, lo conmovedor de su voz se acopló a las palabras que clamaban por el amor de una mujer desventurada. El final fue estremecedor. Los aplausos fueron esta vez, además de interminables, de pie.

Finalmente, llegó el turno de “O sole mío”, de Eduardo di Capua. Esta vez eran varios los que seguían la letra. Tanto era el entusiasmo que alguno que otro se pasaba y cantaba en voz no tan baja hasta que el espectador vecino lo codeaba para ubicarlo. Es que había que escucharlo a Volonté. Y vaya si se hizo escuchar.

Todo lo que vino después fue yapa. Una versión de “Aurora” puso al público echeverriano de pie nuevamente. Ya la despedida se acercaba. Volonté saludó a la orquesta, al maestro Perusso y al intendente Gray, que le otorgó una placa de honor por su destacada labor y su participación en el festival. Luego de agradecer al público, se retiró del escenario, con la misma calma con la que entró. Pero la gente pidió bis. Y Volonté no hizo oídos sordos. Volvió al escenario enseguida y repitió “Oh sole mío”.

Fue un recital corto. Eran las diez de la noche cuando los músicos abandonaron sus puestos. La primera fecha del VIII Festival de Música Clásica de Esteban Echeverría había terminado. Pero quedan cinco fechas más, en las que se interpretarán obras de Mozart, Piazzolla, Tchaikowski, y que contarán con la presencia de la soprano solista Gabriela Guzzo, la Orquesta del Conservatorio Julián Aguirre y la Orquesta de cuerdas de Monte Grande, entre otros.

JA-AFD
AUNO-22-07-11

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