Stolbizer: “La peor opción para la UCR es un acuerdo con Lavagna y Duhalde”

La dirigente criticó a Alfonsín por entender que cometió “errores” en la conducción del partido. Señaló que tiene “coincidencias”con Carrió, pero aclaró que al ARI le “falta ejercicio democrático interno”. En declaraciones a la Agencia Auno, aseguró que no renunciará a la UCR porque eso sería “entregarles el partido a los demás”.

No está con los unos, ni con los otros. Y por el momento no quiere dar el brazo a torcer. “Presiones no me faltan”, dice, esbozando una media sonrisa, señal de que pese a todo mantiene el buen humor. La número dos del radicalismo nacional siente que el partido va por el camino equivocado. Sin embargo, se niega a romper con la cúpula e irse. “No tengo por qué entregarle el partido a ellos”, asegura. Una abogada que saltó a la fama en las elecciones de 2003, cuando contra todos los pronósticos cosechó medio millón de votos y rasguñó el 12% de adhesiones.
Esa revelación le dio prestigio, independencia y hasta ciertas características de rebelde dentro del Comité Nacional. Rasgos que fue afianzando con el paso del tiempo y que ahora le permiten ser la principal voz de oposición dentro de la propia UCR. Y hasta se anima a cuestionar desde adentro al ex presidente Raúl Alfonsín: “Cuando él dice algo, nadie se anima a contradecirlo”, aclara
La secretaria general de la UCR, Margarita Stolbizer, critica a quienes ven en las candidaturas “soluciones mágicas” para el partido y advierte que “la peor opción” para el radicalismo es cerrar un acuerdo electoral con Roberto Lavagna y Eduardo Duhalde.
—¿Por qué? – Porque veo con preocupación cómo la UCR aparece casi desintegrándose, en una situación en la que cada uno termina buscando opciones por conveniencia. El partido ha renunciado a discutir políticamente cuál es el país que quiere construir y en lugar de eso discute una candidatura pensada en términos de salvación y de supervivencia.
— ¿Así considera a la candidatura de Lavagna? – Muchas veces critiqué el hiperpragmatismo de los que querían arreglar con Kirchner, pero ahora la peor respuesta, la peor opción que se podía encontrar era terminar intentando un acuerdo con Lavagna y con Duhalde, porque Duhalde está detrás de esto. El Comité del partido venía haciendo una oposición fuerte al Gobierno y resulta que ahora elegimos para que nos represente al ministro estrella de la administración Kirchner, el ministro que podría haber sido el candidato de Kirchner.
— ¿Qué actitud debería adoptar la UCR entonces? – Creo que estamos haciendo todo al revés: hay que discutir cuál es el proyecto de país que uno quiere, después definir quiénes piensan igual y recién entonces elegir quiénes son los candidatos. En cambio acá hay una desesperación, un fanatismo por pensar en Lavagna o Kirchner como soluciones mágicas para nuestros problemas políticos y electorales, y el problema del radicalismo no se resuelve con una candidatura.
—¿Qué razones argumentan los radicales pro Kirchner y los pro Lavagna para buscar esos acuerdos? – Las únicas razones que esgrimen son que vamos a poder tener más concejales y diputados. En la discusión dentro del partido te dicen: “Bueno, pensá que Lavagna a la gente le gusta, que con él se puede hacer oposición y nosotros podríamos mantener espacio,
si no, podemos perder diputados, perder los municipios”. Y yo me pregunto: ¿para qué queremos hoy nosotros tener un candidato que nos mejore las chances? ¿Para tener un diputado nacional más? Es una locura.
— ¿Qué pasaría si Lavagna finalmente no acepta ser candidato bajo la estructura de la UCR? ¿No sería un costo muy alto para el partido? – Sí, pienso que sí, pero lo que ocurre es que Lavagna ya es candidato. La reunión que se hizo esta semana de los duhaldistas y los radicales fue una demostración de que Lavagna ya tiene asumida su candidatura. Y además, en la UCR muchos cometen este tipo de errores y parece que nadie paga ningún costo.
— ¿Cuál es su situación personal dentro de la UCR? – Yo creo que en estos días hay muchos a los que les gustaría que yo no esté en el partido, así que salen a decir “se va a ir, se va a ir del partido”. Y eso es un reduccionismo para no hacerse cargo de las cosas que han hecho que muchos se fueran del partido antes que yo.
— ¿Y por qué no elige irse del partido y desarrollar sus ideas por afuera? – Porque no tengo por qué entregarle la UCR a los demás. Estoy convencida de que represento las ideas del radicalismo y además hay muchísima gente que piensa como yo. La gente está escandalizada por la negociación con Duhalde. Entonces siento que quienes se están yendo son ellos. Pese a que en términos formales sigan estando, son ellos quienes están abandonando las ideas del partido y lo entregan haciendo ese tipo de acuerdos.
— ¿Existen posibilidades de que usted se acerque a Carrió? – Todo el mundo sabe que formar una coalición con el ARI y el socialismo es lo que yo quiero. Pero no pienso irme al ARI ni en ser candidata del ARI. Tengo muchísimas coincidencias con Carrió, sobre todo en la reivindicación moral que hace de la política.
Pero no coincido con el ARI en la falta de un ejercicio democrático interno. Además, Carrió tiene una manía permanente autorreferencial. Es ella y el resto del mundo. Y no me parece que sean comportamientos que ayuden a la construcción de una coalición política.
— En caso de que nadie ceda dentro de la UCR y se mantengan firmes los acuerdos contradictorios con Kirchner y Lavagna, ¿qué actitud tomará usted? – En realidad hay que ver qué hace el partido. Yo, dentro de toda mi rebeldía, sigo siendo orgánica. Si el partido toma una decisión, no me gustará pero la acataré. Pero creo que es muy difícil que pueda haber una decisión del partido hoy que discipline y contenga a todos los radicales. El órgano más importante en términos de deliberación y de toma de decisiones es la Convención del partido, que se va a reunir en agosto.
— ¿Piensa que puede haber fracturas? – No, hoy siento que el radicalismo no tiene riesgos de fracturas, como pensaba antes, sino que tiene un riesgo de desintegración, porque cada uno sale a arreglar lo que quiere por su lado. Y esta es otra de las cosas que yo veo muy negativas del acuerdo con Lavagna: que legitima a quienes hablan con Kirchner. ¿Cuál va a ser el argumento de una parcialidad del partido para decirle a los gobernadores e intendentes que no pueden hablar con el Presidente, mientras ellos conversan con Duhalde?
— ¿Cómo es su relación con el presidente del partido, Roberto Iglesias?
— Tuvimos un entredicho. Yo me enteré de la reunión que tuvo con Lavagna y los duhaldistas un día después. Nadie me dijo ni una sola palabra. Iglesias había tenido una reunión la semana anterior solo con Lavagna y la segunda, a la que fueron los duhaldistas, se preparó con más tiempo. Me parece una torpeza que no me hayan informado, porque yo no iba a reclamar el lugar para ir, pero ni siquiera saber que la reunión se realiza rompe un poco las reglas de juego dentro del partido.
— ¿Qué papel cumple Alfonsín en este escenario de crisis partidaria?
— Yo tengo afecto, respeto y consideración política por Alfonsín, pero me parece que ha cometido errores en la conducción política del partido y en su liderazgo en los últimos tiempos. Pienso que debería tener un rol de referente, de figura de consulta y ubicarse por encima de los conflictos domésticos, en vez de pretender un dominio en las decisiones del partido, porque su actitud termina obturando la posibilidad de debate interno. Cuando Alfonsín dice algo, hay gente que se alinea automáticamente y no hay posibilidades de debate. Cuando él dice algo, nadie se anima a contradecirlo.
— ¿Cuáles son sus principales críticas al Gobierno de Kirchner?
— Kirchner ha tenido un profundo cambio en el ejercicio del poder después del 23 de octubre y el 10 de diciembre, cuando empieza a tener mayoría propia en el Parlamento. Llegó al Gobierno con una base política electoral mínima y en ese momento tenía gestos que nosotros valoramos positivamente. En cambio, después de la última elección observamos que se da la paradoja de que a mayor poder cobra el Presidente, la democracia más se debilita.
— ¿A qué se refiere?
— A que ahora el oficialismo no se siente limitado ni condicionado, ni siquiera por la Constitución. El poder del Presidente se ejerce abusando del poder delegado a través de la elección popular. Y a eso agrego además un Presidente que va demostrando intolerancia ante todos los que piensan distinto y que maneja con total discrecionalidad la administración y distribución de los recursos públicos.

ly-hrc

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