“Sin derechos no hay democracia”

El 40 aniversario del último golpe Estado encontró a una multitud aferrada a los ideales de Memoria, Verdad y Justicia y en guardia ante los desafíos que se vienen. Plaza de pañuelos, banderas y bombos, pero también de buitres, reclamos y advertencias.

Juan Relmucao

Lomas de Zamora, marzo 25 (AUNO).- El otoño en Buenos Aires parece nacer en la Avenida de Mayo y en el aire frío de la calle hoy se agitan más que banderas, volantes, pancartas y hojas amarillas. Vibrando en los redoblantes, expresada en consignas de alerta y reflejada en expresiones agridulces aparece una sensación: la marcha, quizás más explícitamente que en otros años, se erige como una barricada o se cierra como un abrazo para cuidar conquistas históricas y hacer frente a desafíos inmediatos. Sobre el final de la tarde, la titular de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Taty Almeida, cristalizará la sombra proyectada sobre los cientos de miles que inundan el centro porteño. “Sin derechos no hay democracia”.

Se trata de eso, entonces. De exigir, como lo hace Estela de Carlotto durante su alocución, “que se terminen los despidos de los trabajadores que sostienen la política de Memoria, Verdad y Justicia”. De sentir nuevamente “una convocatoria a defender la democracia”. “La Memoria, la Verdad y la Justicia son una de las victorias que vamos a seguir defendiendo a diario”, remarca la presidente de Abuelas de Plaza de Mayo.

A 100 metros del escenario que da la espalda a la Casa de Gobierno, el director del área de Litigio del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Diego Morales, profundiza los conceptos de Almeyda y Carlotto: “Es una marcha muy relevante en un nuevo contexto político que hace confluir dos reclamos centrales : el trabajo y la justicia”.

“Las organizaciones de Derechos Humanos tendrán que enfrentar desafíos relacionados al sostenimiento de los juicios a los represores y a la situación de los derechos sociales que pueden ser vulnerados, pero también tendrán que debatir y actuar sobre temas como la protección del empleo o los efectos del pago de la deuda a los fondos buitre”, señala Morales.

No muy lejos el estandarte donde se agrupan el CELS un buitre de alambre y papel maché vuela sobre la movilización. La efigie es una de las tantas alertas que se encienden en Plaza de Mayo: a los clásicos carteles de “Nunca Más”, “Memoria, Verdad y Justicia” y “30 mil detenidos desaparecidos presentes” se suman consignas contra el protocolo de control de protestas impulsado por el Ministerio de Seguridad, contra los despidos masivos en el Estado, contra el ajuste y la devaluación, contra la visita del presidente norteamericano Barack Obama, contra todo lo que se sienta negativo y más: peligroso.

El compromiso de mantener la memoria viva

En el año del 40 aniversario del golpe de Estado la Universidad Nacional de Lanús abrió una Licenciatura en Justicia y Derechos Humanos. Para los estudiantes de la flamante especialidad la de hoy es la primera marcha que los ve agrupados bajo un estandarte y reconociéndose como actores centrales en el futuro de está temática en el país.

“Somos los primeros 54 alumnos de la carrera y vinimos con todo el compromiso de mantener la memoria viva. Estamos encaminados a defender los derechos humanos y luchar por su ampliación. Creemos que más que abogados, la Justicia necesita promotores de derechos”, afirma la estudiante Andrea Mossano.

Una de sus compañeras, Magdalena Grima, completa la idea: “Nuestro objetivo es formarnos para intervenir en los sectores más vulnerables de la sociedad y producir mayor justicia social. Creemos que en estos años va a ser muy difícil pero no vamos a bajar la bandera. Cuando se intente avanzar sobre las conquistas vamos a estar plantados. Pueden cambiar muchas cosas, pero la memoria no se cambia ni se negocia”.

Más cerca de la Pirámide de Mayo, Silvia y Marta comparten, como lo hacen desde hace décadas, la movilización. Para las mujeres –-militantes socialistas que durante los años de plomo sufrieron la desaparición de compañeros, amigos e incluso familiares— “la marcha tiene un significado más fuerte que otras porque se realiza bajo un gobierno profundamente antipopular”.

“A este gobierno lo eligió la gente, pero sus objetivos económicos son los mismos que los de la dictadura. Además, construye un sentido común antipopular que es muy difícil de desmontar y que tenemos que derrotar con argumentos y de manera conjunta. Muchas personas que han votado son no sólo víctimas de medidas económicas de ajuste sino también de un taladro mediático permanente, de la desinformación”, profundiza Silvina.

Marta, que con casi 80 años llegó a Plaza de Mayo junto a su yerno y su nieta adolescente –-la chica lleva un pin de su tía desaparecida en mayo del ’76—, deja escapar un lapsus y remarca: “Quedan pocas Madres y tenemos que seguir viv…viniendo. Para mantener la memoria y las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, para que no se vacíe el sentido de los Derechos Humanos, los jóvenes son fundamentales. Esperemos que de esta marcha salgan muchos de los que necesitamos”.

La Plaza y la piel

Como la tarde, la muchedumbre en Plaza de Mayo cambia de color. El sol es fuerte pero intermitente y cuando se pierde entre islas de nubes grises el viento se levanta y prologa un invierno filoso. Así también varía el eco de las diagonales y la Plaza: se canta en memoria de los que no están y en honor a la victoria de la vida sobre la muerte, pero también se habla de “volver”, de “resistir”, de que “no pasarán”, de que no se dará “ni un paso atrás”.

Por más que aparezcan como relámpagos, también hay gestos adustos cuando alguien se topa con consignas sobre despidos, sobre represiones recientes, sobre retrocesos. O cuando las Madres dicen desde el escenario: “El miedo está entre nosotros”. Así se va armando el díptico de la movilización. Porque también cientos de niños miran por primera vez los pañuelos blancos; columnas de estudiantes secundarios bajan por Tacuarí como una marea uniforme de piel brillante y ojos enormes; dos militantes se besan entre el humo azul que envuelve su columna; y madres resumen sin saberlo el sentido último de la lucha cuando pueden dar el pecho sentadas en la vereda, en libertad.

Es una sensación como la que se tiene al hablar con Sandra Herrera. Dice que tiene a su papá y su mamá desaparecidos y que su hermano también está desaparecido. Pero no hay bemoles en la voz ni tristeza que melle el orgullo de venir a marchar con su hija. Dice: “El año pasado testificamos en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Base Naval de Mar del Plata y este año vemos que la cosa está un poco frenada. Pero vamos a seguir buscando justicia, a transmitir la búsqueda de justicia y a organizarnos con toda el arco de gente que busca lo mismo para seguir la lucha. Porque la memoria no se puede sacar, porque nosotros somos la muestra de que la memoria no se puede sacar”.

AUNO 25-03-2016
JJR-AFG

Dejar una respuesta